Los defectos de Joe Biden como candidato son ahora mismo sus principales virtudes: es un hombre mayor que saluda y sonríe, sonríe y saluda. Poco más. Un hombre con el que es muy difícil entusiasmarse pero al que es muy complicado odiar. A Biden no le queda bien el adjetivo "crooked" [tramposo, retorcido] que Trump le dedicaba continuamente a Hillary Clinton en 2016. Amenazar con encarcelarle sería directamente inconcebible, Biden es el ciudadano modelo. Lo más que se le puede llamar es "sleepy" [adormilado, perezoso] pero, claro, luego no se puede acusar a alguien con tendencia a la inacción de financiar y activar el socialpopulismo internacional. O una cosa o la otra.

Como Trump tiene serios problemas para articular una narrativa propia, se maneja mucho mejor ante la presencia de un malvado al que oponerse. Un enemigo del pueblo. Hillary Clinton, de nuevo. Esos emails extraños, esa supuesta conspiración para vender América al poder extranjero o a la burocracia interna. La sospecha constante en torno al apellido Clinton hizo que toda la ventaja que había acumulado en las encuestas se viniera abajo en poco más de dos semanas, las que incluyeron la sorprendente investigación del FBI a sus correos personales. ¿Cómo va a poder hundirse Biden sin hacer nada? Solo la enfermedad podría cruzarse en su camino. Es un hombre mayor acusado de débil, ese es el flanco donde ataca Trump continuamente sin que el ex vicepresidente se preocupe en contestarle. Dos heptagenarios tirándose la juventud encima.

El caso es que a menos de tres semanas para las elecciones, las encuestas parecen demostrar que Donald Trump ha malgastado sus cuatro años de mandato sin conseguir convencer a nadie que no estuviera convencido de antemano. La política tal y como la entendía Steve Bannon, una sucesión de enfrentamientos entre el bien y el mal en la que todo está permitido y solo hay amigos y enemigos, le ha llevado hasta este callejón sin salida. O retiene casi todo lo que ganó en 2016 o perderá las elecciones. Sus opciones en terreno demócrata se circunscriben a una posible remontada heroica en Virginia, Nevada o Minnesota. En los tres estados, tiene una diferencia en contra de más de seis puntos de media.

Sin un "enemigo del pueblo" al que atacar, la estrategia de Trump pende de un estado clave

fivethirtyeight.com

Queda, por tanto, conservar lo ganado. Desde el principio de esta cobertura electoral, hemos separado los estados clave por importancia: en primer lugar, estarían Florida y Ohio. A continuación, Carolina del Norte y Arizona. Si Trump pierde cualquiera de estos cuatro estados, es dificilísimo que repita mandato. Aun ganándolos, tendría, por último, que ganar uno de los cuatro del medio-oeste: Minnesota, Wisconsin, Michigan o Pennsylvania. En estos tres últimos ganó en 2016, la verdadera clave de su victoria en el colegio electoral. Con uno podría bastarle, pero, insisto, antes hay que hacer el trabajo en los demás estados.

¿Qué dicen las encuestas al respecto? Varían, obviamente. Si hacemos caso a Nate Silver en su página Fivethirtyeight.com, Biden tiene ventaja en todos los estados mencionados, siguiendo este orden:

Minnesota +9,1

Michigan +8,0

Wisconsin +7,7

Pennsylvania +7,2

Florida +4,5

Arizona +3,9

Carolina del Norte +2,9

Ohio +0,1

No solo eso, sino que Biden encabezaría los sondeos en Georgia y Iowa, aunque el modelo predictivo de Silver sigue dando favorito a Trump en dos estados históricamente republicanos.

El Español-14 de octubre-grafico2trump Nate Silver y fivethirtyeight.com

En favor de las opciones de Trump hay que decir que las encuestas en Ohio y Arizona están mostrando una tendencia a su favor. De las últimas seis publicadas en el estado clave por excelencia del medio-oeste, cinco dan victoria republicana. Solo la del New York Times da un punto de ventaja a Biden. A poco que las cosas cuadren, Ohio debería seguir siendo de Trump, aunque es difícil asegurarlo. Habrá que ver la tendencia nacional en estas tres semanas, que no es poco tiempo. En Arizona, sí hay cierto consenso en la victoria demócrata… pero ninguna de las encuestas da a Biden más de seis puntos de ventaja, en el filo de lo manejable en un último arreón.

Pongamos, pues, que Trump retiene Arizona y Ohio. Pongamos incluso que consigue ganar en Carolina del Norte, donde las macroencuestas de Ipsos y Monmouth University publicadas esta semana apenas le dan un punto de desventaja. A partir de ahí es donde la cosa se complica de verdad: en Florida, el Emerson College le coloca a dos puntos de la victoria y es de lejos la más favorable a sus intereses. Da igual, incluyamos Florida. Ya van cuatro de los siete estados clave en su poder y esto es algo, insisto, que no es disparatado sino que puede pasar perfectamente a poco que haya cualquier incidente que perjudique a Biden o beneficie a Trump. Nos quedamos, pues, con los cuatro estados del medio-oeste. Hay que ganar uno, pero, ¿cuál? En los cuatro, como hemos visto, las ventajas superan los 7 puntos en favor de Biden, cifras similares a las de Clinton hace cuatro años, vale… pero la debacle de Biden es mucho más improbable por las razones mencionadas.

La última encuesta seria realizada en Minnesota es de la primera semana de octubre y da siete puntos de ventaja a Biden. Es de las más comedidas, así que, teniendo en cuenta que los demócratas ya ganaron allí en 2016, vamos a otorgarles otra vez el estado. En Michigan, tanto Ipsos como YouGov y el New York Times insisten en los 7-8 puntos de ventaja para Biden. No se aprecia tendencia a la inversa. En Pennsylvania, Ipsos da 6-7 puntos de diferencia en favor de los demócratas mientras la Quinnipiac University les dispara a 13 de ventaja. Por último, en Wisconsin, no hay encuesta reciente que coloque a Trump a menos de 7 puntos de Biden. El New York Times cifra en 10 puntos la diferencia entre ambos candidatos.

Como vemos en el siguiente gráfico, concediendo a Trump la victoria en todos lados menos estos cuatro estados del medio-oeste, los votos no le dan. Tendría que buscar el milagro en Virginia, donde está muy por detrás en las encuestas aunque no a una distancia demencial. Ganar solo Nevada, como se puede ver, no le bastaría.

En definitiva, sigo creyendo que si hay carrera, se decidirá en el medio-oeste y puede que por menos diferencia de la esperada. Otra cosa es que vaya a haber carrera. En cuanto Biden se impusiera en Florida, Ohio o Arizona, podemos dejar de contar. Los números no le salen al partido republicano, más que nada porque una victoria demócrata en cualquiera de esos tres estados o en Carolina del Norte indicarían una posición muy fuerte en el resto del país. Aunque el voto popular no valga para nada, hay que recordar que ahora mismo Biden tiene una ventaja de 10,3 puntos, que es una salvajada. Si Trump no consigue reducir hasta el 5% es casi imposible que se dé el milagro del colegio electoral. Contra Hillary dependió de un puñado de votos en tres o cuatro estados… y eso porque solo perdió por un 2% en el total.