Nueva York

Con más de 190.000 casos confirmados de Covid-19, el 62% de los votantes de Estados Unidos considera que la pandemia, sus consecuencias y la gestión de la misma serán clave a la hora de ejercer su voto el próximo mes de noviembre. Consciente de ello, el actual Presidente de EEUU y candidato a la Presidencia del partido republicano, Donald Trump, ha dado un giro substancial a su discurso a lo largo del verano, haciendo de la consecución de una vacuna contra el coronavirus el centro de su narrativa.

Claro ejemplo de ello son sus cada vez más frecuentes tweets sobre los avances del programa Warp’s Speed Operation “que ha rediseñado los tiempos habituales para el desarrollo y producción de vacunas con el fin de que las primeras dosis estén disponibles a principios de 2021.”

Dicha promesa ha sido recibida con preocupación por la comunidad científica, que denuncia la excesiva politización de la carrera por la vacuna. Asimismo, los ciudadanos se muestran cada vez más escépticos respecto a la seguridad y viabilidad de esa hipotética vacuna (35% de los estadounidenses no se pondrían la vacuna a día de hoy, incluso si contara con la aprobación de la FDA y fuera gratuita).

La presión mediática, de la oposición y de la comunidad científica han logrado que Trump pise el freno, pasando de hablar de una primera vacuna disponible a principios de noviembre – fecha en la que los estadounidenses acudirán a las urnas – a mostrar su confianza en que el país tendrá una vacuna “efectiva y segura” cuando comience 2021.

Para Trump, poder presentar la primera vacuna contra el coronavirus en noviembre supondría recuperar la cada vez menor confianza ciudadana en su capacidad para gestionar la respuesta ante la pandemia. Asimismo, le serviría para recabar nuevos apoyos a su decisión de abandonar la Organización Mundial de la Salud tras meses de desencuentros entre la Casa Blanca y el organismo internacional.

Tras ganar las elecciones en 2016 con una propuesta concisa y concreta, la de devolver al país a su grandeza pasada, Trump iniciaba su campaña electoral para asegurarse la reelección con una promesa similar. Cuatro son los pilares temáticos que han definido el discurso de Trump hasta el momento en el que la pandemia de coronavirus alcanzara dimensiones globales: recuperar la economía nacional, generar empleo, proteger los intereses comerciales de EEUU y continuar con su ‘línea dura’ en materia de inmigración.

Por su parte, desde que se convirtiera oficialmente en el candidato presidencial demócrata el pasado mes de agosto, Joe Biden se ha centrado en la defensa de “los trabajadores que han construido este país” y de los valores que pueden tender puentes entre los estadounidenses. Más concretamente, Biden promete crear empleo, restaurar las protección del medioambiente y de los derechos de atención sanitaria y reforzar las alianzas internacionales.

Tradicionalmente, las grandes cuestiones a debate en periodos de elecciones presidenciales en EEUU se han mantenido inalterables, con pequeñas variaciones dictadas por eventos puntuales como la importancia que recibió la regulación del sector financiero en 2008 en pleno estallido de la ‘crisis de las subprime’.

En una campaña electoral fuertemente marcada por la lucha contra el coronavirus y el malestar social, los votantes de Trump señalan la economía y la lucha contra el crimen como los temas más importantes, mientras que los partidarios de Biden priorizan la cuestión sanitaria y la gestión del coronavirus.

Economía

En plena recesión económica, no sorprenden los datos recabados por el Pew Research Center: para el 79% de los votantes, la economía será un factor clave a la hora de decidir a quién votar. Los acuerdos comerciales y las políticas tributarias y de empleo son las cuestiones que más interés generan entre el electorado estadounidense. En este sentido, una reciente encuesta de ´The Economist´ y YouGov revela que el 43% de los votantes registrados piensa que la economía iría mejor si Trump repitiera en la Casa Banca, ligeramente por encima del 37% que piensa que la economía mejoraría bajo el liderazgo de Biden.

Seguridad nacional

La muerte de George Floyd bajo custodia policial ha sido el desencadenante de una mareada de protestas ciudadanas pidiendo justicia y exigiendo una reforma policial. Tanto Trump como Biden se han hecho eco del clamor ciudadano, dándole protagonismo a temas como la modernización de la Policía, la regulación de la tenencia de armas (un derecho constitucional), la pena de muerte, el traslado de prisioneros o la reforma del sistema judicial.

Sanidad

Hasta finales de febrero, la discusión se centró en el conocido como Obamacare (oficialmente, “Affordable Care Act” o ACA.) Mientras Trump usaba su poder ejecutivo para socavar el plan de asistencia sanitaria universal impulsado por Barack Obama pero sin llegar a plantear un plan para remplazarlo, Biden proponía mejorarlo a base de invertir 750.000 millones de dólares en los próximos 10 años.

A medida que los contagios por coronavirus se han ido extendiendo por todo el país, con los consiguientes estragos para el tejido económico y social estadounidense, la atención de los votantes se ha ido centrando en cuestiones más inmediatas como las medidas de prevención, gestión de recursos hospitalarios y el desarrollo de una vacuna. A finales de agosto, el 68% de los votantes confirmaba que la cuestión sanitaria seguía siendo muy importante a la hora de votar.

Inmigración y política exterior

Eje de la campaña electoral de Trump en 2016, la política de mano dura contra la inmigración se ha mantenido como un elemento distintivo del actual equipo de Gobierno. En particular, la construcción de un muro en la frontera con México y la continua oposición a simplificar el sistema de visados de alta cualificación han definido la política de Trump en materia de inmigración.

En los últimos meses, la escalada de tensiones entre EEUU y China, el supuesto sesgo racista de la Policía o el creciente clamor popular para acabar con la discriminación racial han tomado impulso, hasta el punto de que más de la mitad de los votantes considera que la inmigración y la desigualdad racial y étnica son temas de máxima importancia. El 59% opina que la lucha contra el crimen será decisiva, mientras que un 57% dice lo mismo respecto a la política de asuntos exteriores.

Educación

La educación sigue siendo una asignatura pendiente para los candidatos a la Presidencia de EEUU La reforma del sistema de escuelas independientes (“charter schools”), la erradicación de la deuda de estudiantes universitarios y el acceso gratuito a una educación superior, la implantación de una educación infantil gratuita y universal o la subida salarial de los educadores son los principales puntos de discusión entre partidarios de republicanos y demócratas.

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