San Diego

La política estadounidense ha cambiado mucho en poco tiempo. El exvicepresidente Joe Biden, que en 2016 sonaba como posible candidato demócrata capaz de hacer sombra a la mismísima Hillary Clinton, hoy se diluye entre los extremos que se han adueñado del electorado del país.

La presidencia de Donald Trump ha conseguido aglutinar y movilizar al votante republicano, al tiempo que ha avivado a los sectores más izquierdistas del Partido Demócrata. Dos polos que se retroalimentan y que el próximo noviembre podrían dejar en casa a miles de ciudadanos que se definen como moderados.

Las primarias demócratas, de momento, han demostrado que los aspirantes más centristas, es decir, el exalcalde Pete Buttigieg, la senadora Amy Klobuchar y Joe Biden, suman juntos más apoyos que los senadores izquierdistas Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Sin embargo, la división de sus seguidores puede acabar beneficiando al bloque más progresista y, a la larga, a Trump, según temen algunos miembros del partido y analistas políticos.

El proceso para la elección de un candidato se prolongará hasta el próximo 6 de junio. Todos los estados y territorios de EEUU, desde Iowa a las Islas Vírgenes, repartirán casi 4.000 delegados, de los que por ahora sólo se han asignado 65. Sin embargo, los resultados de las dos primeras citas, Iowa y New Hampshire, han desconcertado ya a muchos que se guiaban por las encuestas y que ahora no terminan de aventurar quién se impondrá como rostro para las presidenciales de 2020.

La reciente victoria de Bernie Sanders en New Hampshire, quizá por esperada, no fue el único titular de la noche, después de que Buttigieg, tras ganar por sorpresa en Iowa, se quedara a menos de dos puntos de diferencia del autodenominado senador socialista. Nadie auguró tampoco que la moderada Klobuchar quedara tercera, cuando hace unas semanas pocos le daban posibilidad alguna.

Biden, un mal arranque 



Pero sin lugar a dudas, lo más sorprendente fue el hundimiento de Joe Biden, favorito para muchos hasta ayer. El exvicepresidente quedó quinto y no obtuvo delegados. Su equipo sigue encomendándose al voto negro y latino, muy escaso en Iowa y New Hampshire, y confía en que el colectivo afroamericano opte por él frente a Buttigieg, que según los medios no cuenta con el apoyo de este importante segmento demócrata, algo que todavía está por ver.

Las siguientes primarias serán en Nevada y Carolina del Sur, los próximos martes 22 y 29 de febrero, respectivamente. Estas citas despejarán definitivamente las principales incógnitas raciales, por el mayor porcentaje de población negra e hispana en ambos estados. Si Biden sigue a la cola en ellos, sus excusas se habrán terminado.

Y con este panorama, y pese a que queda mucho juego por delante, las alarmas empiezan a saltar en el Partido Demócrata, donde los más centristas no esconden su temor a que Sanders se convierta en candidato y hunda no sólo las elecciones presidenciales, sino también las legislativas.

De hecho, varios congresistas demócratas ya han alertado de que con un “socialista” como cabeza de cartel es posible que pierdan incluso la mayoría en la Cámara de Representantes en noviembre.

El representante por Nueva York Anthony Brindisi ha declarado que no respaldará a Sanders ni a la senadora Elizabeth Warren por sus políticas y ve “extremadamente difícil” que puedan ganar a Trump. Dean Phillips, de Minnesota, tiene dudas de que un aspirante de izquierdas pueda conquistar estados como Wisconsin y Míchigan. Y el representante Scott Peters, por California, vaticina un “desastre electoral” si Sanders vence en las primarias, “que podría poner en riesgo a la mayoría de la Cámara”.

La lista de demócratas que rechazan la fórmula socialista es larga, aunque hay que tener en cuenta que muchos de ellos apoyan a otros candidatos. Por ejemplo, varios de los críticos con Sanders respaldan a Michael Bloomberg, millonario y exalcalde de Nueva York, que empieza a despuntar en las encuestas y que no entrará en la carrera de las primarias hasta el ‘Súper Martes’ del 3 de marzo.

Participación alta

Las posibilidades del “socialista” Sanders irán en aumento si Warren continúa desdibujándose en la carrera presidencial. En New Hampshire quedó cuarta con sólo el 9% de los votos. No obstante, tampoco hay que perder de vista que Bernie Sanders no ha conseguido una victoria arrolladora aún.

Candidatos al margen, si hay un dato positivo para todos los demócratas es la alta participación conseguida en New Hampshire, con más de 288.000 votantes, un récord que supera las citas de 2008 y 2016, de 287.556 y 249.587, respectivamente. Este indicador confirma el entusiasmo del electorado, aunque habrá que medir si se mantiene al alza a medida que vayan cayendo los aspirantes principales. De momento, dos de los nombres secundarios ya se han retirado de la carrera.

Por su parte, en las primarias republicanas en este estado, el presidente Donald Trump ganó abrumadoramente. No obstante, lo interesante aquí no es que se impusiera de largo al ex gobernador de Massachusetts Bill Weld, sino que consiguió una participación histórica para un presidente en el cargo, con más de 120.000 votos, como se ha encargado de destacar Fox News. Este dato supera al de Obama de 2012 (49.080 votos), al de George W. Bush de 2004 (53.962 apoyos) y al de Bill Clinton en 1996 (76.797). Esto indica que el electorado republicano está muy movilizado en apoyo del magnate.

Los rivales favoritos de Trump

Para Trump, según varios medios, la mejor noticia sería competir con un candidato como Sanders o Warren, “socialistas radicales de izquierda”, como él los denomina, mientras que desearía no enfrentarse con moderados como Biden o figuras como Bloomberg, al que ataca constantemente en Twitter.

El analista político de la CNN John Avlon explica por qué Trump prefiere tener como rival a Sanders en lugar de a un centrista. A su juicio, algunas promesas de este candidato, como eliminar los seguros de salud privados para sustituirlos por uno público para todos, “no son populares, mientras que la postura de Biden, Buttigieg y Klobuchar en este asunto es respaldada por el 41% de los republicanos”.

Como prueba de que Trump quiere a Sanders de oponente, recuerda que el magnate se ha pasado semanas defendiendo al senador en las redes sociales, acusando al Partido Demócrata de amañar las primarias para perjudicarle e incluso, programar el impeachment en enero para impedirle hacer campaña en Iowa.



"El equipo de Trump quiere competir contra Bernie Sanders", señala este analista, que pide no confundir al votante demócrata con los usuarios de Twitter. De hecho, recuerda que menos de una cuarta parte de estos electores se autodenominan “muy liberales”, es decir, muy progresistas.



Además, varios medios recuerdan que la etiqueta “socialista” puede espantar a los votantes hispanos provenientes de países como Cuba o Venezuela, en estados tan importantes como Florida.

La estrategia de Trump



Trump basará su campaña en atacar a los demócratas y a poner el foco en sus propios errores, como el fiasco de Iowa o el final del impeachment. Precisamente su absolución en el juicio político, los buenos datos económicos y de empleo, y ahora el respaldo republicano en sus primarias están dando aire a un presidente al que el respaldo popular no siempre le acompaña.



Con todo, no hay que olvidar que en 2016 era Trump quien se encontraba en una situación similar a la de Sanders. Entonces, en plenas primarias, tenía en contra a la cúpula del Partido Republicano, y muchos consideraban que con él de candidato, los conservadores iban directos a la derrota tras ocho años de Obama. Hoy duerme en la Casa Blanca.

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