San Diego

Khaled Kteily y varios compañeros de trabajo conducían por Tulsa, Oklahoma, hacia la oficina de uno de sus clientes para presentarle un proyecto. Por el camino, hicieron algo tan habitual en este país como recoger unos cafés para llevar. Siguieron su viaje hasta que, de pronto, el vehículo que iba delante paró en seco, obligando a Khaled a dar un frenazo. Uno de los vasos cargado de té hirviendo se derramó sobre su regazo, provocándole quemaduras de segundo grado. Su entrepierna se libró por muy poco de ser la zona abrasada. Ahí surgió la idea.

Al tiempo, uno de sus amigos fue diagnosticado con cáncer con sólo 30 años. “Fue un duro aviso de que cuando no estás sano, puedes perderlo todo. Casi un millón de hombres son diagnosticados con cáncer en los EEUU cada año”, explica Kteily, el fundador de Legacy, una de las empresas que han surgido en EEUU para ofrecer a los varones congelar su esperma a un precio diez veces menor que el de los bancos tradicionales. El coste, según la ‘starup’ que se elija, oscila entre lo que vale una suscripción a Netflix o un gimnasio.

En el caso de Khaled, fue una experiencia personal lo que le llevó a crear su compañía. Tras el episodio del té y de su amigo, decidió preservar su semen para garantizarse la prole en el futuro. Acudió a una clínica donde comprobó lo poco agradable y hasta sórdido que resultaba el procedimiento: revista erótica, pequeña habitación y sofá de polipiel. Finalmente, en 2018 acabó poniendo en marcha Legacy, una ‘startup’ que daba la vuelta al concepto de banco de esperma, abaratando costes y trasladando todo el proceso a la comodidad del hogar.

Más reciente es Dadi, firma que a principios de este año recaudó dos millones de dólares de varios fondos de capital, y que ya funciona siguiendo el mismo modelo.

Clientes potenciales

El público objetivo de estas empresas es amplio, si bien son los millenial los que pueden verse más tentados por este nuevo servicio, que en muchos casos se les anuncia siguiendo las leyes del marketing de redes sociales. El procedimiento es sencillo. Si eres un varón y tu rastro digital encaja con los parámetros de potenciales clientes de estas firmas, tienes muchas papeletas para comenzar a ver anuncios de estas startups en tus cuentas de Instagram o Facebook.La inscripción es simple. Se rellena un formulario a través de internet y a los pocos días se recibe en casa un kit que permite recolectar el esperma en un baño, tu dormitorio o donde se desee. Se debe eyacular en un recipiente, mezclarlo con una solución conservante y ponerlo todo de nuevo en la caja para reenviarlo a la empresa.Allí, lo analizarán en sus laboratorios para asegurarse de que no existen problemas de fertilidad. Si los espermatozoides presentan algún problema, se le comunica al cliente y se deshecha la muestra. De lo contrario, se congelará durante meses o años, dependiendo de cuánto se esté dispuesto a pagar. Todo en la comodidad del hogar y sin visitar al médico.

Precios

El rango de precios varía según la empresa. Dadi vende su kit inicial por 99 dólares y ofrece almacenar las secreciones por diez dólares al mes, o 100 dólares al año. Legacy oferta diferentes paquetes. Por ejemplo, un depósito inicial de 200 dólares y una mensualidad de 15 dólares al mes, o 150 al año, o directamente 2.000 dólares por diez años. Estos precios suponen una mínima parte de lo que costaría recurrir a un banco tradicional, aunque a la hora de retirar, descongelar y hacer uso de ese semen, se deben afrontar otros pagos.

Legacy, ganadores de la competición Startup Battlefield.

La comunidad médica estadounidense ve interesante que los hombres se corresponsabilicen de los problemas de fertilidad, aunque aportan matices.

El urólogo Jesse Mills, de la Universidad de California, en Los Angeles, espera que este tipo de servicios no confunda a los potenciales clientes sobre los costes y riesgos que conlleva el almacenamiento de esperma. Según explica en una entrevista con la CNBC, conservarlo es económico, pero al retirarlo para concebir hijos se debe recurrir a procedimientos de fecundación en laboratorio, ya que una vez descongelado “no se puede usar de la forma tradicional”. Esto puede suponer miles de dólares por cada intento.

El esperma con 20 o 30 años

En cuanto a las posibilidades de concebir a medida que se envejece, recuerda que los hombres no tienen un reloj biológico rígido como las mujeres.

Según comenta el doctor Jim Dupree, profesor asistente en el departamento de Urología de la Universidad de Michigan, los espermatozoides pierden algo de calidad a medida que los hombres maduran, pero no es algo relevante hasta que se superan los 60 años. “No he visto ningún dato significativo que indique que un hombre de unos 30 años tenga esperma peor que uno de 20”, indica.

En términos generales, la conservación de este material reproductivo está recomendado para personas que deban someterse a quimioterapia, a un tratamiento por cáncer, que ocupen puestos de alto riesgo, como militares o policías, o que vayan a cambiar de sexo.

Sin embargo, la publicidad de estos nuevos servicios incide en que la calidad del líquido seminal de un hombre de 20 o 30 años es mejor que la de varones mayores, por lo que desliza la idea de preservar el semen incluso cuando no se está en uno de esos grupos de riesgo, a mode de seguro. Según sostiene Dadi en su web, el material puede aguantar hasta 200 años congelado, “en teoría”.

Esto abre el abanico de potenciales clientes, especialmente entre los millenial, una generación bombardeada en EEUU por la publicidad de estas nuevas ‘startup’ que están surgiendo para ofrecer todo tipo de servicios en el campo de la salud.

Startups para todo

Por ejemplo, desde hace años ya es posible pedir una prueba genética que trace los orígenes para averiguar si se proviene de una parte concreta de Europa, África, Asia, o si se cuenta con algún porcentaje de sangre nativo-americana. Además, estos test ofertados por empresas como Ancestry.com o 23andme avisan de si en su red de clientes hay posibles parientes detectados.

El procedimiento es similar. Llega el kit a casa, se aporta el material genético introduciendo saliva en un tubo o frotando bastoncillos en el interior de la boca, y se reenvía. A los días, descubres si tus ancestros llegaron de Escandinavia, Irlanda o si tienes rastro de África o Asia en tu ADN.

Precisamente gracias a estas compañías se ha levantado un escándalo en Colorado relacionado con donantes de esperma. Tres personas sin relación alguna entre sí se hicieron esta prueba. Los resultados los conectaron entre ellos y con un hombre, el doctor Paul Jones, que trabajaba en una clínica de fertilidad.

Tras investigar la conexión, el número de afectados subió al menos hasta diez personas, todos hijos de mujeres que acudieron a este médico para quedar embarazadas con ayuda de un donante entre 1978 y 1997. Todos resultaron ser medio hermanos, ya que el doctor podría haber utilizado su propio semen. Ya hay una demanda en curso.

Hay otras compañías, menos invasivas, que ya han comenzado a vender píldoras para la disfunción eréctil a través de Internet. Por no mencionar las que te envían empaquetada la comida para cada día de la semana preparada siguiendo las directrices de la dieta que el cliente prefiera: rica en proteínas, vegana o keto. O directamente te envía los ingredientes, medidos al miligramo, y una receta para sentirse un chef en casa, a un precio nada económico. El modelo sigue creciendo al calor de una generación que ha decidido sustituir a madres o doctores por ‘starups’ dispuestas a ofrecer de todo en las redes sociales.