El presidente de EEUU no lo esconde. No se cree el cambio climático y tampoco se corta a la hora de fulminar el legado verde de su antecesor en el cargo. Este martes, la agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), siguiendo las órdenes de Donald Trump, ha dado el primer paso para derogar el Plan de Energía Limpia.  Barack Obama apostó por esta legislación como piedra de toque en su lucha contra el calentamiento global. 

Lo confirmaba el lunes Scott Pruitt, responsable de la EPA: "El mensaje del presidente es claro, la guerra contra el carbón se acabó". La normativa que la administración Trump se dispone a desmontar pretendía rebajar drásticamente las emisiones de dióxido de carbono de las plantas energéticas. El objetivo era que para 2030 estas fueron un 32% inferiores a las de 2005.

Ahora ni siquiera hay un plan alternativo a la vista en este sentido y, en la práctica, las empresas podrán dejar de invertir en energías renovables para producir energía sin preocuparse por la emisión de gases de efecto invernadero. Tendrán barra libre para contaminar la atmósfera sin tener ni siquiera la amenaza de una sanción por parte de la Casa Blanca. 

La medida, que encaja dentro del esfuerzo de la administración Trump por revivir la industria del carbón doméstica, ya se ha encontrado una feroz oposición. La exdirectora de la EPA Gina McCarthy cree que es una propuesta "simplemente retrógrada" y avisa de que derogar el Plan de Energía Limpia "sin ninguna estrategia temporal, ni siquiera un compromiso para proponer una regla que reduzca la contaminación por carbono, no es un paso adelante, es un gran paso hacia atrás de la obligación legal, científica y moral de la EPA para abordar las amenazas del cambio climático".

Los grupos ecologistas y los estados controlados por los demócratas tampoco se van a quedar quietos y ya piensan en mover ficha. La derogación podría tardar meses en surtir efecto y para entonces, los fiscales de Nueva York o Massachussetts piensan en demandas a la Agencia de Protección del Medio Ambiente. "La ley y el sentido común dictan que la EPA tiene que tomar medidas para restringir las emisiones contaminantes, usaré cualquier recurso legal a mi alcance para combatir su peligrosa hoja de ruta", ha anunciado a través de un comunicado Eric T. Schneiderman, fiscal general de Nueva York.

De la misma forma, el plan de Obama -anunciado en agosto de 2015- también fue recibido con reticencia por parte de la industria y de 29 estados, que desafiaron en los tribunales la iniciativa argumentando que dificultaba sus operaciones y que la EPA excedía su autoridad regulatoria. Entre los que lideraron y apoyaron entonces esa ofensiva estaba precisamente Scott Pruitt, como fiscal general del estado de Oklahoma.

Una central nuclear de EEUU, en una imagen de archivo Reuters

Promesa cumplida y triunfo personal

Es por eso que la derogación de esta normativa, además de otra promesa cumplida de Trump -que ha sacado a EEUU del Acuerdo de París-, es sobre todo un triunfo personal de Pruitt. Escéptico del cambio climático y defensor del petróleo, el que es ahora máximo responsable de la protección del Medio Ambiente tiene sus particulares razones para defender esta "desregulación".

"El poder regulador no debería ser utilizado por ningún organismo para elegir a los ganadores y perdedores. La administración pasada estaba usando cada pedacito de poder para usar la EPA y decidir cómo generamos electricidad en este país", afirmó el lunes cuando anunció la derogación en Kentucky.

El Plan de Energía Limpia impulsado por Obama requería a cada estado que cumpliera con unos estándares de reducción de emisiones acordes a su consumo de energía. También preveía incentivos a las administraciones que lograran esos objetivos. Al margen de la eficiencia energética, el plan de la administración anterior también hubiera prevenido hasta 6.600 muertes prematuras y unos 150.000 ataques de asma en niños, según las estimaciones de la EPA.