El director del FBI, James Comey, es estos días el centro de las miradas en Estados Unidos por su decisión de enviar una carta a 8 presidentes de comités del Congreso para anunciarles la reapertura de la investigación a los correos electrónicos que Hillary Clinton envió desde su cuenta privada cuando era secretaria de Estado. La noticia estalló el viernes pasado y durante el fin de semana ya ha hecho que Donald Trump acorte las distancias con la candidata demócrata en las encuestas.

El líder de la minoría demócrata en el Senado, Harry Reid, ha escrito a Comey enfadado por la decisión del jefe de la Agencia de hacerlo público, sabiendo que el congresista daría a conocer la noticia. Reid le indica que su oficina ha "determinado que estas acciones pueden violar la Ley Hatch" y le ha acusado de tomar una decisión "partidista", recoge la agencia Efe.

El portavoz demócrata se muestra de acuerdo en que es una información que hay que dar a conocer, pero cuestiona los tiempos: "Se dieron prisa para darlo a conocer de la forma más negativa posible". 

Reid recuerda a Comey que -bajo un memorando aprobado por la fiscal general adjunta, Sally Yates- el pasado marzo los miembros del Departamento de Justicia -lo que incluye al director del FBI- no pueden interferir con sus acciones en un proceso electoral.

Un experto en derecho ético de la Administración de George Bush hijo llamado Richard Painter también ha acusado de influir potencial- e ilegalmente en el sentido del voto en una carta abierta publicada por el New York Times el domingo. En ella anunció que había interpuesto una querella ante la oficina que estudia posibles violaciones de la Ley Hatch, "que prohíbe el uso de un cargo oficial para influir sobre unas elecciones". Painter aclara que en la presente campaña electoral ha apoyado por este orden -cambiando su respaldo al siguiente mejor candidato que quedaba en la contienda según su criterio- a los republicanos Jeb Bush, Marco Rubio, John Kasich y finalmente a Hillary Clinton.

La CNN explica que la Ley Hatch, que se remonta a 1939, impide literalmente a un empleado público "emplear su autoridad oficial o influencia con el propósito de interferir en o afectar al resultado de unas elecciones". Comey asegura que su intención era la transparencia, sin más.

El editor del libro coral Law and Election Politics- The rules of the game ("Ley y Políticas electorales- las reglas del juego") y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Northern Illinois, Matthew Streb, reconoce a EL ESPAÑOL que "no es común que una agencia de la ley publique una declaración como la del director Comey tan cerca de unas elecciones". Aunque Streb prefiere no hacer comentarios sobre la legalidad o no de la decisión del director del FBI, cree que Comey estaba entre la espada y la pared. 

"Si no hubiera hecho la declaración y esta información hubiera salido a la luz en una fecha más tardía, habría sido acusado de ocultarlo. Sin embargo, en un contexto tan polarizado, la declaración no estaba tan matizada como necesitaba estarlo y llevó a una cantidad inmensa de especulación", reflexiona Streb.

Y es que nada ha trascendido sobre el contenido de los correos electrónicos que ahora se están investigando, que han surgido durante las pesquisas en torno a los e-mails del excongresista Anthony Weiner -exmarido de la principal asesora de Clinton, Huma Abedin- que provocó un escándalo mayúsculo tiempo atrás por su presunto abuso de menores. Aún así, Donald Trump se ha apresurado a afirmar que es un escándalo mayor que el Watergate y ha conseguido que el New York Times -que apoya abiertamente la carrera de Clinton a la Casa Blanca- se haya visto forzado a escribir un editorial titulado "No, el Emailgate no es peor que el Watergate".

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