En la primera semana de octubre, Venezuela declaró el "estado de conmoción externa", la última medida tomada por el régimen de Nicolás Maduro frente a la presencia de las fuerzas armadas de Estados Unidos y el inicio de la Navidad.
Acompañado por la detonación de fuegos artificiales lanzados desde el Helicoide, uno de los centros de tortura más grandes del continente, el chavismo repite el adelanto de la época de fiestas para reforzar lo que define como el crecimiento económico del país, una "vacuna contra los amargados, los fascistas y los violentos", en palabras del mandatario.
A juzgar por las últimas manifestaciones convocadas por el chavismo, estos insultos aplican para un componente cada vez mayor de la población venezolana.
Numerosas marchas y demostraciones del oficialismo muestran una merma considerable, incluso con la asistencia obligatoria de los funcionarios públicos, y ya son habituales las imágenes y vídeos asistidos por inteligencia artificial en las cuentas de redes sociales que pretenden mostrar un mayor apoyo público del que existe para el oficialismo.
Y ante la posibilidad de un cambio de régimen, varios venezolanos de distintas partes del país que declaran bajo condición de anonimato afirman que sería una situación ideal, exista o no una intervención por parte de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump.
"Llevamos 26 años soportando humillaciones, desprecios y muchas necesidades que no podemos solventar", dice una mujer que se dedica a la agricultura en la región andina del país, que reclama que en la región es imposible alcanzar "una vida digna".
"Sólo se enriquecen unos pocos, una cúpula que son los que están en el poder y los enchufados", añade, refiriéndose a quienes se lucran mediante sus tratos con el Gobierno.
No hay cifras más actualizadas ni más representativas que las de las elecciones presidenciales del año pasado, constatadas únicamente en las actas electorales recogidas por el equipo de la líder opositora María Corina Machado.
Edmundo González Urrutia, candidato de la Plataforma Unitaria Democrática, ganó más del doble de votos que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), encabezado por Maduro, quien aprovechó su control sobre el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia para que el primero delegara al segundo la responsabilidad de declarar su victoria sin presentar pruebas. El fraude electoral más grande de la historia del país.
Por otro lado, el chavismo no deja de contar con el apoyo de ciertos componentes que se han radicalizado hasta el punto de "no confiar sino en lo que dice oficialmente el Gobierno", como detalla una profesora universitaria adepta al régimen.
"No le creas nada a nadie", dice. "Si supieras, podrías hablar, pero no sabes ni tienes autoridad para eso, así que tampoco multipliques [republiques] nada que no sea de los órganos oficiales del Ejecutivo nacional y las gobernaciones y estados".
Sin embargo, esta profesora aventura una opinión que se sale de la postura oficial del Gobierno chavista. "Esos barcos [estadounidenses] no van a atacar, es una forma de amedrentar a nuestro país, a nuestro presidente, para crear una conmoción psicológica", dice, recalcando que los ataques contra los barcos pesqueros que han dejado al menos 17 muertos en las costas fueron "una bomba de humo" que "ahora tienen que pagar".
Es una iniciativa mucho más atrevida de la que muestran los portavoces del chavismo de cara a sus homólogos en el exterior.
Pero es también una analogía de la incoherencia de los mensajes del oficialismo, que busca la complacencia de Trump mientras reparte armas de guerra a milicianos y paramilitares y declara un estado de excepción que amplía sus poderes, supera los controles habituales de transparencia, fuerza el control de recursos públicos y legaliza la limitación de las libertades constitucionales.
Este decreto, cuyo contenido no se ha publicado oficialmente hasta el momento, implica la restricción de derechos fundamentales, según la ONG Acceso a la Justicia, que reclamó su publicación "de manera inmediata".
Cabe destacar que estos derechos se han violado sistemáticamente durante años con la detención y tortura de opositores políticos y profesionales de la comunicación y la defensa de derechos humanos, así como de niños y adolescentes. Hasta ahora quedan 838 presos políticos en Venezuela, según datos de la ONG Foro Penal.
¿Una intervención directa?
La denuncia por parte del ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, apuntó a la detección por parte del sistema integrado aéreo de Venezuela de cinco aviones de combate norteamericanos que se acercaron a las costas venezolanas, lo que calificó como una "provocación" y una "amenaza a la seguridad nacional".
El chavismo intenta disuadir a EEUU con cartas y discursos de paz mientras organiza maniobras y despliegues militares, pero los venezolanos se debaten sobre los posibles resultados.
La agricultora andina define una hipotética acción directa de fuerzas internacionales como algo "justo". "Muchos estamos a la intemperie porque no hay futuro, todo es un caos porque un Gobierno no puede permanecer durante tanto tiempo", lamenta, destacando que, si bien no es la única opción, cualquier cambio debe ir dirigido a "elevar el nivel de vida y poder ayudar también a otros".
Desde el estado Zulia, una mujer involucrada en la política local dice que prefiere que los estadounidenses "no entren a la fuerza para que no haya muertos". El mejor escenario que se le ocurre es que los miembros del régimen "huyan para poder amanecer sin ellos y que se acabe el derramamiento de sangre", con la posibilidad de abrir el país a inversiones extranjeras.
Apunta a un hecho que pocos detractores de las "provocaciones" de EE UU mencionan: la situación de violencia política y volatilidad económica ya es insoportable para la mayoría de los venezolanos, y las negociaciones internacionales no han servido sino para prolongar el mandato del régimen.
"Fíjate que todos los organismos internacionales están en contra de la dictadura, pero no pasa nada porque no pueden actuar en un país soberano", alega. "Yo pido a Dios que no tenga que haber muertos para que salgan, pero recuerda que si ellos salen de Venezuela, caen presos".
Un empresario minorista de Caracas se expresa de manera más pragmática. "Mientras los países de la región no ayuden con la transición, más y más venezolanos seguirán llegando a sus fronteras, tomen las políticas migratorias que tomen", dice, añadiendo que "esperaría al menos algo de estabilidad" en su calidad de vida si hay un cambio de Gobierno, independientemente de lo que lo cause.
"Todos los días se vive en incertidumbre de lo que pueda ocurrir; ojalá pudiera evitar la precariedad continua en la que vivimos", concluye.
La economía como detonante
Incluso obviando todas las violaciones de derechos humanos descritas en el último informe de la Comisión de Determinación de los Hechos para Venezuela, dependiente de Naciones Unidas, la crisis económica es uno de los factores que se repiten en las explicaciones del deseo de varios venezolanos de "salir del régimen".
Un economista venezolano, que declara de forma anónima, señala la "brecha cambiaria" entre las tasas de cambio de divisas oficial y del mercado negro como uno de los factores que más agrava la capacidad adquisitiva de los ciudadanos y dificulta el mantenimiento de empresas de todos los tamaños después de algunos años de "estabilidad cambiaria".
Se nota una caída drástica de la entrada y circulación de dólares desde la polémica de la petrolera estadounidense Chevron. La empresa suspendió sus operaciones en Venezuela temporalmente y hoy en día se le restringe su capacidad de entregar pagos directos al régimen latinoamericano y a la empresa petrolera estatal.
Lo que queda, en palabras del economista entrevistado, es "una economía reducida y golpeada" donde "los productores se han visto obligados a volcarse al mercado no oficial, elevando el costo en 25% o hasta en 50%, mientras les obligan a vender a la tasa oficial del dólar, lo que causa grandes pérdidas".
Por otro lado, destaca el impacto de las sanciones contra agentes específicos dentro del Gobierno o asociados a él que "creaban negocios y reactivaban ciertos sectores al ser obligados a dejar su dinero en el país y lavarlo para poder sacarlo".
La agricultora andina entrevistada culpa de sus pérdidas en la cosecha a esta situación de incertidumbre. "Somos muchos los afectados que vivimos de la tierra, y si nos fuera bien, a mucha gente también le beneficiaría, pero con la situación política no podemos ahorrar ni cumplir proyectos ni ayudar a tanta gente que está en los hospitales y no puede costearse los medicamentos ni los exámenes", lamenta.
Por su parte, el comerciante caraqueño señala que "es una locura querer producir cuando el Estado devalúa el bolívar (la moneda nacional) todos los días".
"Trabajar en una pyme es desmoralizante cuando ves cómo los entes estatales obligan a vender a pérdida con un tipo de cambio muy por debajo del mercado mientras los proveedores apadrinados por el Estado se rehúsan a vendernos en bolívares o reciben bolívares a la tasa paralela".
División entre opositores
El desencanto electoral abarca a todos los entrevistados que votaron por González Urrutia, dada la desacreditación de la independencia del CNE; la mayoría sigue apoyando las iniciativas de Machado, que desde la clandestinidad llama a la movilización en el futuro próximo apelando a la esperanza de un cambio radical.
Sin embargo, un sector político se ha pronunciado en contra de la estrategia de Machado, que ha buscado aliados internacionales, especialmente a Marco Rubio, senador republicano de EE UU, sin definir explícitamente el rol de estos más allá de su apoyo público en lo que llama la "transición".
La figura por antonomasia de esta división es Henrique Capriles Radonsky, que se ha pronunciado en contra de la supuesta invasión estadounidense y ha calificado al equipo de Machado de "extremistas" por enfrentarse al régimen en vez de buscar una negociación en la que participen los mandatarios de EE UU.
Estas concesiones al chavismo han llegado al punto de que varias figuras políticas han minimizado o puesto en duda las pruebas del rol en el narcotráfico y el crimen organizado del Gobierno, incluso después de acusarlos de lo mismo años antes, como fue el caso de Capriles.
Estas acusaciones justifican la presencia de la Armada estadounidense en el Caribe, según los portavoces de Trump, que niegan buscar un cambio de Gobierno en Venezuela. Por su lado, Trump aseguró este martes que expandirá estas operaciones para hacer frente a "los cárteles que llegan por tierra".
Esta actitud conciliadora no ha calado en la mayoría de la población. La politóloga venezolana Ana Milagros Parra destaca que Machado sigue siendo la "líder legítima hasta el momento, con las mayores tasas de aprobación y una victoria electoral que no se pudo cobrar", mientras que los proponentes de estas negociaciones directas con el equipo de Maduro "están cooptados" y "buscan posiciones individuales e instrumentalizan cualquier demanda ciudadana".
"Negocian a escondidas con el Gobierno irrespetando la unidad de la oposición, como cuando varios fueron expulsados de la Plataforma Unitaria por participar en las elecciones regionales, saliéndose de la línea de abstención convocada", afirma, subrayando que "son iniciativas que no van a favor de la libertad, es una oposición a la medida puesta por el Gobierno, mientras que el grupo de María Corina sí denuncia la opresión y las violaciones de los derechos humanos y sí la llama una dictadura".
