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Este año 2025 arrancó con voraces incendios en el estado de California, EEUU, que arrasaron sin discriminación hasta las mansiones de las personas más acaudaladas de Hollywood. Ahora, las llamas renuevan su caravana de destrucción en la otra punta del continente, en la Patagonia, la inabarcable región suramericana a ambos lados de la cordillera de los Andes, compartida por Argentina y Chile.

“Se está quemando todo, estamos en caos total”, ha admitido Bruno Pogliano, alcalde de la localidad andina El Bolsón (1.700 kilómetros al suroeste de Buenos Aires), que lleva dos semanas sitiada por las llamas, avivadas por la combinación fatal, durante este verano austral, de la sequedad del ambiente y los vientos de hasta 80 kilómetros por hora.

Unas 700 familias han tenido que ser evacuadas al polideportivo del pueblo casi con lo puesto y más de 2.000 casas amenazadas han quedado vacías frente a la veloz propagación del fuego, que devora a su paso cuanto encuentra. Un poblador rural de 84 años, Ángel Reyes, murió calcinado en su casa tras rechazar la ayuda y negarse al desalojo.

Además de El Bolsón, los incendios se irradiaron a vastos territorios en la zona occidental, recostados sobre la cordillera de los Andes. Representan una línea recta de unos 500 kilómetros de norte a sur en las provincias patagónicas de Neuquén, Río Negro y Chubut. Y en esa área han alcanzado a los parques nacionales Nahuel Huapi y Lanin.

Allí hay bosques milenarios y lagos y ríos de agua cristalina, con picos de montañas nevadas como telón de fondo. Son paisajes paradisíacos y valiosos, tanto para el turismo como por sus recursos naturales. Pero mucha de esa riqueza árborea -pinos, alerces, lengas, araucarias- ahora yace convertida en troncos negros y humo. Casi 40 mil hectáreas han quedado arrasadas.