J. Atienza
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Mientras el fuego continúa devorando sin piedad los paisajes del sur de California, casi 1.000 presos (unos 939 hombres y mujeres) se han unido a los equipos de extinción y se enfrentan a las llamas, que a su paso ya han dejado 24 muertos, han quemado más de 5.700 hectáreas y han obligado a evacuar a más de 150.000 personas. 

Estos "combatientes" pertenecen a un programa de voluntariado liderado del Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California (CDCR). Su trabajo proporciona mano de obra a los equipos de bomberos, agotados tras más de una semana intentando apagar los incendios simultáneos que están devastando el área de Los Ángeles y que podrían ahora empeorar por la llegada de fuertes vientos

Los reos, que reciben entrenamiento durante más de un año y que llevan su característico traje naranja, "trabajan para cortar las líneas de fuego y retirar el combustible para frenar la propagación del fuego", detallaba hace unos días la agencia penitenciaria del estado en su perfil de X. No obstante, el programa, que lleva en marcha desde 1946, ha generado polémica por las condiciones en las que realizan un trabajo que implica un alto grado de peligrosidad. 

De hecho, uno de los principales motivos de controversia es el salario que perciben. Según la página web del Departamento, los "bomberos encarcelados" ganan entre 5,60 y 10,24 dólares al día, según el nivel de habilidad. Una cifra a la que hay que sumarle un dólar adicional por cada hora en la que actúan en caso de emergencia. Esto significa que en un día de emergencia, una persona que tenga el nivel más bajo y trabaje un turno de 24 horas puede ganar como mucho 26,90 dólares. Se les paga, eso sí, el día posterior de descanso. 

En cualquier caso, estos presos reciben un salario inferior al salario mínimo estatal, que en California es de 16,50 dólares la hora, según recoge The New York Times. Es muy inferior también a los bomberos profesionales, que pueden llegar a cobrar más de 85.000 dólares al año. Es precisamente esta diferencia lo que ha llevado a numerosos críticos a denunciar que se está explotando a los presos.