La Oficina Federal de Investigación (FBI, en sus siglas inglesas) ha destapado este lunes a uno de los mayores traidores de la historia de Estados Unidos. Se trata de Víctor Manuel Rocha, un discreto diplomático de 73 años que durante casi medio siglo trabajó en secreto como agente del Gobierno de Cuba, un país con el que EEUU no mantuvo relaciones desde 1961 hasta 2015 y al que actualmente acusa de patrocinar el terrorismo. 

Sobre el funcionario, detenido el pasado viernes en Miami (Florida), donde disfrutaba de su jubilación, pesan graves acusaciones por haber cometido múltiples crímenes al haber filtrado durante más de 40 años información al régimen cubano. Sobre todo durante el Gobierno comunista de Fidel Castro, pero también con los Gobiernos de Raúl Castro y el actual de Miguel Díaz-Canel.

En concreto, se enfrenta a tres cargos federales: conspirar para actuar como agente de un gobierno extranjero, actuar como agente de un gobierno extranjero y obtener un pasaporte mediante una declaración falsa. Porque Rocha tenía varios pasaportes con los que viajaba a países hostiles para EEUU. Eso es, al menos, lo que se desprende de la denuncia penal publicada por el Departamento de Estado. 

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Un extenso documento en el que se recogen algunas de las confesiones que Rocha hizo sin saberlo a los agentes de contrainteligencia del FBI. Entre ellas se encuentra una en la que asegura que durante décadas –"¡Fueron décadas!"– su prioridad fue "comunicar cualquier acción de Washington que pudiese poner en peligro la vida del líder [cubano] o de la revolución". En esas conversaciones, Rocha llama a Castro "comandante" y a EEUU "el enemigo". Tampoco duda en calificar lo que ha conseguido con su trabajo como espía de "Grand Slam", en referencia a los cuatro torneos más importantes del circuito de tenis.

"Esta acción supone una de las infiltraciones de mayor alcance y más duraderas del Gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero", ha asegurado el fiscal general estadounidense, Merrick B. Garland, en un comunicado. Y lo cierto es que a lo largo de los años Rocha fue adoptando posiciones cada vez más privilegiadas dentro del Gobierno estadounidense que le brindaron acceso a información confidencial y, por tanto, "le dieron capacidad para influir en la política exterior de EEUU". 

Nacido en Colombia pero nacionalizado estadounidense, Rocha inició su carrera como agente encubierto al mismo tiempo que arrancaba su carrera diplomática: en 1981. Trabajó mayoritariamente en América Latina al servicio del Departamento de Estado de EEUU. Ocupó altos cargos en las Embajadas de México, República Dominicana, Argentina y Bolivia, país donde llegó a ser embajador. Durante un breve periodo de tiempo (de 1995 a 1997) se desempeñó como subdirector de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, en un momento en que las conversaciones entre ambos países eran inexistentes. 

"Los diplomáticos estadounidenses hacen el juramento de apoyar y defender la Constitución de los Estados Unidos. Actuar como agente de Cuba –una potencia extranjera hostil– es una flagrante violación de ese juramento y traiciona la confianza del pueblo estadounidense", ha señalado el director del FBI, Christopher Wray, en un comunicado en el que se asegura que "se hará justicia".