El presidente de Colombia, Iván Duque, y sus ministros del Interior y de Defensa salieron ilesos este viernes de un atentado a tiros contra el helicóptero presidencial, que fue impactado varias veces cuando se aproximaba a la ciudad de Cúcuta, fronteriza con Venezuela.



El helicóptero, un Sikorsky UH-60 Black Hawk de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), recibió seis impactos de bala en lo que el propio Duque calificó de "atentado cobarde", pero pudo aterrizar con sus ocupantes a salvo en el aeropuerto internacional Camilo Daza, de Cúcuta, capital de Norte de Santander.



"Tanto el dispositivo aéreo, como la capacidad de la aeronave, evitaron que ocurriera algo letal. Lo cierto es que es un atentado cobarde, donde se ven impactos de bala a la aeronave presidencial", manifestó el presidente en Cúcuta.

Impactos en el helicóptero de Duque. Reuters

Hasta el momento nadie se ha atribuido el atentado que se produjo en una región en la que proliferan distintos grupos armados ilegalesLa región del Catatumbo, que abarca 10.089 kilómetros cuadrados, en su mayoría selváticos, forma frontera con Venezuela y está compuesta por once municipios donde operan la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), disidentes de las FARC, un reducto del Ejército Popular de Liberación (EPL) y bandas de narcotraficantes.



Incluso en Cúcuta, la capital regional, que tiene los principales pasos fronterizos de Colombia con Venezuela, hay fuerte presencia de estos grupos y de bandas criminales dedicadas al narcotráfico, la extorsión y el contrabando.



Hace tan solo diez días un atentado terrorista con un coche bomba dejó 36 heridos en la sede de la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta en la que había personal militar de Estados Unidos. También a principios de mes fue asesinada a tiros Esperanza Navas, una fiscal especializada del municipio de Tibú que hace parte del Catatumbo.





"Una vez más reiteramos que como Gobierno no vamos a desfallecer un solo minuto, un solo día, en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y los organismos de criminalidad organizada que operan en el país. Aquí no nos amedrentan con violencia ni con actos de terrorismo, nuestro Estado es fuerte", expresó hoy Duque.

Condenas

El atentado contra el presidente fue condenado de inmediato incluso por opositores a Duque, así como por organismos internacionales e instituciones democráticas colombianas. "Cualquiera que sean las distancias que nos separen, rechazo el atentado contra el presidente. Una democracia consiste en que nadie muera por sus ideas", dijo en sus redes sociales el senador Gustavo Petro, líder de la oposición.

Duque, junto a sus ministros, después del ataque. Reuters





La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, también opositora, calificó el ataque como "un atentado contra ciudadanos, contra el presidente y contra nuestra democracia", y afirmó que a "Colombia la tenemos que cuidar de la radicalización y la romantización de toda forma de agresión violenta".



La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) manifestó su condena al atentado contra el presidente y sus ministros, mientras que el director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, dijo que lo repudia "categóricamente".



La embajada de Estados Unidos en Bogotá dijo que condenaba "enérgicamente el cobarde ataque contra el helicóptero", y tanto el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, como el líder opositor venezolano Juan Guaidó, manifestaron su solidaridad con el presidente Iván Duque. 

Antecedentes

El atentado de este viernes trae a la memoria otros ataques contra mandatarios colombianos en las épocas más cruentas del conflicto armado. Por el número de muertos, el atentado más grave contra un mandatario colombiano ocurrió el 7 de agosto de 2002 cuando la guerrilla de las FARC lanzó cohetes y morteros contra la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo, poco antes de la investidura de Álvaro Uribe como presidente.

Algunos cohetes se desviaron y cayeron en viviendas de El Cartucho, un barrio de gente pobre del centro de Bogotá, y mataron a 19 personas e hirieron a otras 40. Las víctimas eran en su mayoría indigentes que habitaban esa zona cercana a la Casa de Nariño y que hoy es un parque.

En febrero de 2003 las FARC perpetraron otro atentado contra Uribe en las inmediaciones del aeropuerto de Neiva, capital del departamento sureño del Huila, pero la bomba explotó antes de que el avión presidencial aterrizara y dejó 15 muertos y 66 heridos.

Ese día el ataque se hizo mediante la detonación de una casa repleta de explosivos cercana al aeropuerto Benito Salas y las víctimas mortales fueron nueve policías, una fiscal y cinco civiles que formaban parte de la seguridad presidencial. 

En abril de 2002, cuando Uribe era candidato a la presidencia, fue víctima de otro atentado por parte de las FARC en Barranquilla, capital del departamento del Atlántico (norte). Guerrilleros de las FARC activaron cargas explosivas al paso de la caravana en la que viajaba Uribe, que iba a bordo de una camioneta blindada y resultó ileso. En ese ataque murieron cinco personas y decenas más quedaron heridas, la mayoría de ellas transeúntes.

Otro atentado terrorista enlutó al país el 27 de noviembre de 1989 cuando explotó en pleno vuelo un avión de Avianca que acaba despegar de Bogotá con destino a Cali, ataque que costó la vida a las 107 personas a bordo y a tres más en tierra.

Ese ataque fue atribuido al capo del cartel de las drogas de Medellín, Pablo Escobar, y tenía como objetivo al entonces candidato presidencial liberal César Gaviria Trujillo, quien finalmente no abordó ese vuelo y terminó siendo elegido jefe de Estado. En esa campaña presidencial también fueron asesinados los candidatos Luis Carlos Galán y Bernardo Jaramillo, ambos en 1989, y Carlos Pizarro en 1990.