El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ya ha empezado a dibujar su Gobierno. En en entrevista al telediario Jornal Nacional, el presidente ha dicho que quiere ver al frente del Ministerio de Justicia al juez federal Sergio Moro, el responsable por la operación 'Lava-Jato' y la encarcelación de Lula da Silva.

"Pienso invitarle para el Ministerio de Justicia o para el Tribunal Supremo Federal, cuando haya una vacante, en la que él crea que pueda encajar para trabajar por Brasil", ha dicho el presidente electo. "Sergio Moro es un símbolo. Suelo decir que perdió su libertad luchando contra la corrupción. Es un hombre ejemplar. La corrupción tiene que ser banida de Brasil, nadie soporta convivir con esto", ha destacado.

Preguntado por las declaraciones de Bolsonaro, el juez no ha querido pronunciarse sobre la invitación. "No voy a hacer comentarios", ha contestado a los periodistas, según publica el diario Folha de São Paulo. Sin en embargo, el diario O Globo adelantaba que según fuentes cercanas al juez, Moro no descarta aceptar la invitación, como forma de apartar el miedo de algunos sectores de la sociedad a algún tipo de quiebra del estado democrático. El 28 de octubre, tras el anuncio de la victoria de Bolsonaro en las elecciones brasileñas, Moro felicitó al nuevo presidente y le pidió que rescatara "la confianza de la población en la clase política".

"Encerradas las elecciones, cabe felicitar al presidente electo y desear que haga un buen gobierno", afirmó el juez en una nota divulgada por la Justicia Federal del estado de Paraná. "Es importante, con diálogo y tolerancia, emprender reformas para recuperar la economía y la integridad de la administración pública, rescatando así la confianza de la población en la clase política", completó Moro.

Protagonista de las elecciones

Sergio Moro ha sido uno de los protagonistas de estas elecciones, acusado por el Partido dos Trablhadores (PT) de persecución política. El juez federal condenó a Lula da Silva durante el verano de 2017, por delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero. La sentencia de nueve años fue luego ampliada a 12 por el tribunal de segunda instancia ya a inicio de este año. Lula ingresó en la cárcel y, en el momento en el lideraba las encuestas para la presidencia de Brasil, quedó inhabilitado para el ejercicio político.

A partir de entonces, Moro se transformó en la diana de todas las críticas del PT que llevó el caso de Lula a la ONU y consiguió que la organización internacional emitiera un parecer en el que instaba a la Justicia brasileña a respetar "los derechos políticos de Lula". 

"Es cierto que Lula tiene razón en algunos puntos. Su caso fue el más rápido, el que ha tenido la condena más dura y justo antes de unas elecciones que, según todos los sondeos, le harían presidente del país. Es un caso muy complicado. El 'timing' y la contundencia de la decisión resultan extraños. Pero eso no significa que no sea correcta, simplemente no se han dado las explicaciones suficientes”, contaba a este periódico hace unas semanas Michael Freitas, profesor de ciencia política de la Fundación Getulio Vargas.

Ya en la recta final de la campaña, Sergio Moro volvió a copar el debate político al decidir hacer pública la declaración de uno de los principales testigos de la operación 'Lava-Jato', que no sólo incriminaba a Lula, sino que implicaba a José Sergio Gabrielli, entonces presidente de la petrolera Petrobras y coordinador de la campaña del candidato del PT, Fernando Haddad.  

Las declaraciones se produjeron en abril, y la decisión de Moro de hacerlas públicas seis meses después y tan cerca de las elecciones desató las acusaciones de injerencia política por parte del PT. En un comunicado, el partido tildó la acción de Moro de “injerencia arbitraria e ilegal” y, en su cuenta de Twitter, Lula colgó una foto del juez junto al actual presidente de Brasil, Michel Temer y la pregunta: “¿Alguien creía que el juez Moro iba a quedarse quieto durante las elecciones?”.