Ciudad de México

En San Pedro Sula (Honduras) se muere por nada, a pesar de que las autoridades se afanen en presumir de las estadísticas de homicidios que afirman que han dejado de ser la segunda ciudad más peligrosa del mundo. La muerte que provocan las maras o los narcos ronda la noche en un ritual que se repite diariamente en una ciudad en donde las morgues trabajan a destajo las 24 horas del día. Ante esa evidencia incuestionable, no hay más salida que emigrar. Huir en busca de una vida mejor aunque ello suponga caminar más de 4.000 kilómetros en dirección norte, hacia Estados Unidos.

Una convocatoria que se inició en redes sociales fue la chispa que provocó el pistoletazo de salida de una caravana de desesperados que buscan, legítimamente, una vida en paz lejos de San Pedro Sula y de su país. Hombres y mujeres, niños y ancianos caminando sin más equipaje que sus recuerdos en un peregrinaje ancestral al que se han ido uniendo salvadoreños y guatemaltecos en busca de una tierra prometida que, quizás erróneamente, identifican como “los United”  y que amenaza con provocar la mayor crisis migratoria y política de la historia americana.

México busca encauzar el desafío de la caravana de migrantes hondureños

Esta caravana de unas 4.000 almas desesperadas, a la que podrían unirse miles de venezolanos que esperan en Brasil y Colombia la oportunidad de huir de la miseria, ha llegado a las puerta de México en el paso fronterizo de Tecún Umán (Guatemala) frente a un nutrido destacamento de policías antodisturbios enviados de urgencia por el Gobierno de Peña Nieto.

Las amenzas del presidente Trump de enviar al Ejército, cerrar la frontera con México y revisar el acuerdo comercial firmado recientemente dan una idea de la gravedad de la situación. El viernes, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, se reunía en la mañana con el aún presidente mexicano Peña Nieto en la residencia oficial de Los Pinos, en Ciudad de México, tratando de buscar soluciones a un conflicto que se antoja irresoluble.

¿Efecto llamada?

Por su parte, el presidente electo, Andres Manuel López Obrador, que jurará su cargo el proximo 1 de diciembre, asegura que su Gobierno dará ayuda, visas y trabajo a todos los centoamericanos que quieran vivir en México, ante lo que ya se supone terminará provocando un efecto llamada inmediato en la región y entre los miles de venezolanos que huyen de la miseria.

“Hay que hablar con los migrantes y ofrecer soluciones alternativas y protegerlos –afirma López Obrador–. Nosotros estamos haciendo el compromiso de entregar visas de trabajo y vamos por el desarrollo del sureste en donde sembraremos un millón de hectáreas y contruiremos un tren maya”.

Un ofrecimiento que amenza con crear un conflicto con el presidente Trump y su politica de “tolerancia cero”, que ha generado el caos en la frontera norteamericana. Se calcula que actualmente hay 13.000 menores separados de sus padres viviendo en campamentos y un número aún superior de adultos a la espera de ser deportados. El Gobierno de EEUU pretender logar que sea México quien se encargue de la difícil labor de las deportaciones como “país seguro”.

“En el más fuerte de los términos –tuiteó este sábado el presidente Trump– debo pedir a México que detenga este ataque. Y si no puede hacerlo, llamaré al Ejército de Estados Unidos y cerraremos nuestra frontera sur”. Palabras que matizó horas después de comprobar que su homólogo Peña Nieto enviaba fuerzas antidisturbios a la frontera con Guatemala para contener a los inmigrantes.

Cruz Roja, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y otras organizaciones humanitarias están trabajando en la zona ante la llegada de inmigrantes que finalmente se ha producido de forma violenta en el paso fronterizo que cruza el río Suchiate tras derribar las barreras de contención colocadas por la policía mexicana. Al menos dos policías y una reportera resultaron heridos tras los enfrentamientos con los antidisturbios mexicanos, que utilizaron gases lacrimógenos tratando de frenar una avalancha humana que resultará imparable.

Inmigrantes a la espera de cruzar a México Reuters

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