Jair Bolsonaro está a un paso de hacerse con la presidencia de Brasil. El candidato de la ultraderecha superó todos los sondeos, en los que ya aparecía como ganador de la primera vuelta, y consiguió el 46% de los votos este domingo, 15 puntos más que el candidato del PT, Fernando Haddad, con quien se verá las caras el 28 de octubre, en la segunda vuelta.

Lo hizo en unas elecciones marcadas por la abstención que ha alcanzado su mayor índice desde 2002: un 20,32%. Uno de cada cinco brasileños no ha ido a las urnas. Pese a que votar es obligatorio en el país, más de 29 millones de ciudadanos han decidido no acercarse a elegir su presidente. 

Junto con los votos nulos (6,14%) y los blancos (2,65%), casi un 29% de los electores brasileños -el mismo porcentaje que consiguió Fernando Haddad- ha elegido no decantarse por ninguno de los candidatos, pese a la importancia de los comicios, donde el ultraderechista Bolsonaro se presentaba como favorito.

El ultraderechista Bolsonaro vence en la primera vuelta de las elecciones en Brasil

Los votantes que no se han presentado en los colegios electorales tienen ahora 60 días para justificar su ausencia. La justificación será analizada por el tribunal y, en caso de que no sea aceptada, los ciudadanos tendrán que pagar una multa, aunque la suma es ridícula: cerca de 81 céntimos de euro. En el caso de que falten a las urnas tres veces consecutivas sin justificarlo, los ciudadanos pierden la tarjeta censal y no pueden sacarse el DNI o el pasaporte, ni recibir sueldos de la función pública ni conseguir determinados tipos de préstamos.

Los datos reflejan el descrédito de la clase política y el hartazgo de la población. Éstas, ya se sabía, iban a ser unas elecciones a la contra, donde la gente votaría por oposición, en contra del candidato que no quería ver en la presidencia del país, más que por la identificación. En declaraciones a este periódico, Humberto Dantas, politólogo e investigador de la Universidad de São Paulo ya había dicho que los electores elegirían el "menos malo". "Es muy triste para el país, pero realmente no creo que se vote por una ideología en estas elecciones. La gente votará contra algo. Votará en uno para que no gane otro y eso refleja falta de opciones y de madurez democrática", analizó entonces.

La crisis económica tras años de Gobierno del PT, que culminó con el impeachment de Dilma Rousseff en 2016, aliada a los casos de corrupción que acecharon al PT y que terminaron con la prisión de su líder, Lula da Silva, crearon en la sociedad un fuerte sentimiento 'antipetista' aprovechado por el candidato de ultraderecha. Muchos electores fueron impulsados a votar en Bolsonaro como oposición radical a los gobiernos de izquierda del PT.

Por otra parte, las manifestaciones en contra de Bolsonaro reflejaban un escenario parecido: los participantes pedían el voto para cualquiera de los candidatos menos el ultraderechista. De estas dos posiciones resultó la polarización de la sociedad que quedó patente en el mapa político dibujado por los resultados de ayer: el norte y el noreste siguen siendo los bastiones del PT, mientras que al sur, la zona más rica, votó en Bolsonaro.

Las encuestas ya lo habían desvelado: el candidato de la ultraderecha era apoyado por los brasileños con estudios superiores en un 40%, mientras que en los que no habían pasado de primaria el apoyo era de un 20%. Además, su intención de voto entre los pobres era de un 20% y se disparaba a los 50% en las clases altas. Era el candidato de los mercados y así se ha constatado: la bolsa de São Paulo subió un 5% tras su victoria.

La abstención, clave para Haddad

Estos votos serán esenciales en la segunda vuelta, donde Haddad buscará conquistar electores para conseguir algo inédito: que el candidato que no ha ganado la primera vuelta se alce con la victoria en el balotaje. De las ocho elecciones presidenciales ocurridas tras la dictadura, seis tuvieron segunda vuelta y en todas el presidente resultó ser el ganador del primer turno.

Además de lograra convencer a los que no han ido a votar, Haddad tendría que lograr transferir para su candidatura los votos de los candidatos de centro y de la izquierda. Algunos, como Guilherme Boulos ya le han dado su apoyo públicamente y otros han dicho que lo decidirán esta semana. Ciro Gomes, el tercer más votado, no ha ofrecido su apoyo al candidato petista de manera tajante pero sí ha dicho que “él [Bolsonaro] no, sin duda”, en referencia a las manifestaciones en contra del candidato.

La llave está en saber, si estos electores transferirán sus votos, o si seguirán las pisadas de la abstención de la primera vuelta y terminarán perdiendo el interés por la cita electoral.