Pensilvania (Filadelfia)

Con su legado atado al resultado de las próximas elecciones, Barack Obama ha pisado el escenario de la convención demócrata para pasar el testigo a Hillary Clinton y ofrecer, junto con su contundente respaldo, una visión optimista sobre el futuro de Estados Unidos.

Obama: "Nadie está más preparada que Hillary para ser presidente de EEUU"

Con su discurso, el último ante los demócratas como presidente, Obama ha buscado terminar de convencer a los norteamericanos de revalidar el rumbo que trazó durante los últimos ocho años desde la Casa Blanca, votar a Clinton, y afianzar con esa decisión las políticas de su gobierno, uno de los más progresistas en la historia moderna del país.

Era una noche especial para Obama. Su presencia en el escenario de la convención llegó en una fecha simbólica: el miércoles se cumplieron doce años del discurso que brindó en la convención demócrata de 2004, que consagró a su actual secretario de Estado John Kerry como candidato, y a él como la gran promesa política del partido. Cuatro años después, Obama volvió al mismo lugar, esta vez, para convertirse en el primer afroamericano en aceptar la nominación presidencial.

El hombre que hizo historia brindó una defensa cerrada de la mujer que busca hacer historia, antaño su rival, al afirmar que no ha habido “hombre o mujer” más preparada que ella para servir como presidente de Estados Unidos. “Ni Bill, ni yo”, ha dicho.

Y, una vez más, intentó barrer el cinismo con una llamada a la unión, brindando una mirada optimista sobre el futuro –un hilo que ha unido a casi todos sus mensajes– sin dejar de reconocer las divisiones reinantes en el país, que no ha logrado desterrar. Obama buscó además marcar un claro contraste con el tono pesimista y sombrío que ofrecieron los republicanos en la convención de Cleveland. Donald Trump, a quien ha llamado un “demagogo doméstico", sólo ofrece "eslógans y miedo", ha dicho.

“El Estados Unidos que conozco está lleno de coraje, de optimismo, de ingenio. Es decente y generoso”, afirmó.

Su visión optimista –ingenua, para sus críticos– no negó las ansiedades “por ajustar cuentas”, los temores por los ataques terroristas, y las frustraciones por la parálisis política en Washington, que empeoraron durante su presidencia. Obama le dedicó un aparte a la angustia económica de las regiones de Estados Unidos que más han sufrido la transformación de la economía, donde Trump tiene un fuerte respaldo. No ahorró críticas contra el candidato de los republicanos.

“Existen sectores de Estados Unidos que nunca se recuperaron del cierre de fábricas; hombres que se enorgullecían del trabajo duro y sostenían a sus familias, y que ahora se sienten olvidados. Padres que se preguntan si sus hijos tendrán las mismas oportunidades que tenemos nosotros” describió. “Todo eso es real; tenemos el desafío de hacerlo mejor, de estar mejor”, afirmó.

Fue una versión más realista –y, ciertamente, más canosa– de su mítico discurso de 2004, en el cual abogo por rechazar “la política del cinismo” y por mirar a Estados Unidos no como una tierra de divisiones, sino de uniones.

Yes We Can

“No existe un Estados Unidos progresista y un Estados Unidos conservador, existe Estados Unidos de América”, dijo entonces, en una frase que, hasta hoy, perdura como una de las más celebras que ha dicho en un discurso. “No existe un Estados Unidos negro, un Estados Unidos blanco, un Estados Unidos latino y un Estados asiático. Existe un Estados Unidos de América”, completó.

Obama ha sido recibido con una enorme ovación en un estadio cubierto de cárteles con la leyend “Yes We Can”, ícono de su primera campaña presidencial. Obama le ha pedido a la gente que “lleve” a Clinton a la Casa Blanca de la misma manera en la cual lo llevaron a él hace ocho años, y, de nuevo, hace cuatro. En un momento, cuando se escucharon abucheos al hablar de Trump, afirmó: “No abucheen, voten”.

“Ella ha estado ahí para nosotros, incluso si no siempre lo hemos notado, y si ustedes son serios acerca de nuestra democracia, no pueden permitirse el lujo de quedarse en casa sólo porque ella puede no coincidir con ustedes en cada tema”, ha afirmado el mandatario, en una línea que pareció dirigida a los seguidores del senador socialista Bernie Sanders, entre los cuáles existe un núcleo duro que se resiste a Clinton.

Obama se preocupó porque no quedara ninguna duda de que la persona indicada para continuar su trabajo es Hillary Clinton. No será la última vez que hablará en público a favor de la candidata. La Casa Blanca ha anticipado que el mandatario tendrá una agitada agenda proselitista en el último mes de la campaña, a sabiendas de que su legado está en juego.

“Nada te prepara realmente para las demandas de la Oficina Oval. Hasta que te hayas sentado en ese escritorio, no sabes lo que se siente manejar una crisis global o enviar a los jóvenes a la guerra. Pero Hillary ha estado en esa habitación, ella ha sido parte de esas decisiones”, recordó anoche.

Luego, ofreció algo que sólo pocas personas pueden ofrecer al hablar de la candidata: una mirada más íntima.

“Incluso en medio de una crisis, ella escucha a las personas, mantiene la calma y trata a todos con respeto. Y no importa cuán desalentadoras sean las probabilidades; no importa cuántas veces la gente trata de echarla abajo, ella nunca, nunca renuncia”, afirmó.

Obama cerró una noche en la cual los demócratas pusieron pesos pesados en el escenario para blindar la candidatura de Clinton, y terminar de despejar los chispazos de divisiones que encarnaron los simpatizantes más radicales del senador socialista, Bernie Sanders. Ayer, cuando hablaba Leon Panetta, ex director de la CIA y secretario de Defensa, estalló el grito desde las tribunas: “¡No más guerra!¡No más guerra!”.

Anoche, hablaron el vicepresidente, Joe Biden; el candidato a vicepresidente, Tim Kaine; el actual alcalde de Nueva York, Bill de Blasio y su antecesor, Michael Bloomberg, quien por primera vez concurrió a una convención demócrata para dar su respaldo, espantado, como muchos, ante la idea de que Donald Trump lidere a Estados Unidos durante los próximos cuatro años.

Al final, Clinton subió al escenario y se ha fundido en un largo abrazo con Obama. En noviembre, los norteamericanos decidirán si la transferencia se completa o no.