El 2024 ha empezado fuerte en el cuerno de África. Etiopía, que desde el 1 de enero se ha incorporado oficialmente a la organización de los BRICS (junto con Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos e Irán), ahora se embarca también en una nueva aventura geopolítica.

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ha firmado un memorándum de entendimiento con la autoproclamada República de Somalilandia, un país que, desde su independencia en 1991, nunca había recibido el apoyo de una nación miembro de la Organización de Naciones Unidas. Hasta ahora.

A pesar de que, por el momento, el memorándum no es jurídicamente vinculante, las noticias desde Adís Abeba representan una clara declaración de intenciones por parte del Ejecutivo de Ahmed. A cambio de que Etiopía reconozca a la autoproclamada república secesionista del noroeste de Somalia como nación independiente, el país del cuerno de África tendrá acceso comercial y militar a uno de los puntos más calientes de la región: el Mar Rojo.

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El líder de Somalilandia, Muse Buhi Abdi, afirmó que arrendaría a la marina etíope alrededor de 20 kilómetros de costa y acceso al mar durante 50 años, concretamente alrededor del Puerto de Berbera. Aun así, los tiras y aflojas con Somalilandia tampoco son recientes. En 2018, Etiopía firmó un acuerdo para adquirir una participación del 19% en el puerto de Barbera (donde hoy a medio oficializado su presencia), aunque fracasó.

El trueque no termina ahí. Además, a cambio del acceso al mar, el asesor de seguridad nacional de Abiy Ahmed, Redwan Hussien, ha ofrecido a Somalilandia una participación en la aerolínea estatal, Ethiopian Airlines, aunque todavía no ha dado más detalles al respecto.

Implicaciones geoestratégicas

Hasta ahora, el 90% del comercio marítimo etíope se realizaba a través del puerto de su país vecino Yibuti. Etiopía perdió el acceso directo al mar en 1993 cuando Eritrea obtuvo su independencia después de más de 30 años de conflicto. La intensificación del control por la soberanía del mar Rojo en las últimas semanas ha envalentonado a Etiopía a buscar más salidas hacia el mar, sin intermediarios. Durante varios años, el gobierno de Etiopía ha tratado de diversificar su acceso a los puertos marítimos, incluso a través de otros países de la región como Kenia y Sudán.

En medio de la guerra entre Israel y Hamás y los ataques de los hutíes, el grupo yemení respaldado por Irán, a varias navieras en el mar Rojo, el acuerdo entre Somalilandia y Etiopía podría provocar nuevas tensiones en la región. En los últimos meses, Abiy Ahmed se ha mostrado más firme con sus ambiciones de liderar y operar un puerto en la costa oriental de África.

Decenas de personas se manifiestan contra el acuerdo en Mogadishu, Somalia. Reuters

En unas declaraciones emitidas el pasado mes de octubre en la televisión nacional, el líder afirmó que su gobierno tenía la responsabilidad de sacar a sus 126 millones de habitantes de la “prisión geográfica”. El líder también alude a pretensiones históricas para justificar su postura. En esa misma intervención, Ahmed defendió que, durante el siglo XIX, un guerrero etíope declaró que el mar Rojo era la “frontera natural” de Etiopía.

En el otro lado de la moneda, Yibuti, que cobra a Etiopía alrededor de 1.500 millones de dólares al año por utilizar sus puertos, podría sentir las consecuencias en su economía. Según los observadores, la pérdida de ingresos por parte del país vecino puede provocar inestabilidad para el presidente Ismail Omar Guelleh, que se ha beneficiado activamente de esta cuantía de dinero durante más de 20 años en el poder.

En líneas generales, tener un pie en el mar Rojo implica estar a las puertas de los eslabones vitales de la principal ruta marítima entre Asia y Europa. La estrecha franja de agua, de poco más de 300 kilómetros en su parte más ancha, es la vía más rápida y directa para llegar desde Europa hacia el sudeste asiático. Por ello, entre el 10 y el 15% del comercio marítimo global pasa por el Mar Rojo y la cifra asciende hasta el 30% si solo se registran barco portacontenedores.

Aun así, el control sobre esos 20 kilómetros de costa también podría ser un regalo envenenado. Con el ataque de la milicia hutí han incrementado con fuerza las acciones de las empresas navieras en la bolsa mundial, al mismo tiempo que incrementaron los precios del transporte de los contenedores. El World Container Index calcula un incremento medio del 9% en el precio del desplazamiento de los contenedores de 12 metros.

Reacciones 

Las reacciones en la región no han tardado en arremeter contra el acuerdo entre Etiopía y Somalilandia. En un comunicado, el gabinete de Somalia ha indicado que el acuerdo “pone en peligro la estabilidad y la paz en la región” y, además, ha insistido en que el reconocimiento de la independencia de Somalilandia por parte del Abiy Ahmed “es una violación y una interferencia abierta con la soberanía, la libertad y la unidad de Somalia”.

El “histórico memorando de entendimiento” según ambas partes, coincide con una época de acercamientos entre Somalia y Somalilandia. La Agencia Nacional de Noticias de Somalia escribió que ambos habían acordado resolver sus disputas, tras los esfuerzos de mediación liderados por Yibuti.

Desde Occidente, la Unión Europea ha instado a través de un comunicado oficial a las autoridades etíopes a respetar “la unidad, la soberanía y la integridad territorial de la República Federal de Somalia de conformidad con su Constitución, las Cartas de la Unión Africana y Naciones Unidas”.