El Ejército israelí dijo este jueves que ya controla el 40 % de la Ciudad de Gaza, tras más de tres semanas de bombardeos incesantes, cientos de palestinos muertos y demoliciones sistemáticas de viviendas y otros edificios, según fuentes en el terreno.
"Pueden ver en pantalla un ejemplo de una detonación (...) en el barrio de Zeitún, dentro de la ciudad de Gaza. Hoy controlamos el 40 % de la ciudad. La operación continuará expandiéndose e intensificándose en los próximos días", aseguró en un videomensaje a los medios el portavoz militar israelí, Effie Defrin, sin dar más detalles.
Defrin añadió que los equipos de combate de dos brigadas siguen combatiendo en el barrio de Zeitún, y que otras fuerzas de infantería maniobran en el barrio de Sheikh Radwan, al norte de Ciudad de Gaza. "Seguimos atacando sistemáticamente la infraestructura de Hamás", añadió el portavoz.
Según fuentes sanitarias, citadas por el medio catarí Al Jazeera, solo en lo que va de jueves Israel ha matado a 69 gazatíes en ataques a lo largo de la Franja, entre ellos a 39 en la asediada Ciudad de Gaza.
Rescatistas de la Defensa Civil, en vídeos difundidos en sus canales, intentan rescatar a víctimas entre los escombros de casas destruidas en Ciudad de Gaza.
En un solo ataque hoy contra el barrio de Al Tuffah, según informó el portavoz de esta entidad, Mahmud Basal, cinco personas fueron asesinadas y más de medio centenar resultaron heridas, entre ellas niños.
UNICEF confirma la hambruna
Poco después de que el Ejército de Israel hiciera público su parte, una portavoz de UNICEF, Tess Ingram, relató desde la Franja de Gaza a la ONU cómo los niños palestinos "recaen" pronto en un estado de malnutrición tras ser tratados debido a la falta de alimento y transmitió que muchos solo desean poder volver a la escuela.
Ingram, portavoz para Oriente Medio y el norte de África, describió Ciudad de Gaza, el último refugio en el norte de la Franja, como un lugar de "miedo, huida y funerales", donde los servicios esenciales han colapsado y la hambruna abarrota las clínicas de nutrición con familias desesperadas y al límite.
"Una hora en una clínica de nutrición basta para borrar cualquier pregunta sobre si hay hambruna: salas de espera abarrotadas, padres llorando, niños combatiendo el doble golpe de la enfermedad y la malnutrición, madres que no pueden amamantar, bebés perdiendo la vista, el pelo y la fuerza para andar...", describió.
