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El Parlamento de Nueva Zelanda ha suspendido temporalmente a tres diputados del partido Te Pāti Māori por realizar una haka -la emblemática danza ritual del pueblo maorí- en el hemiciclo durante un debate legislativo celebrado en noviembre.

La sanción, aprobada este jueves tras horas de deliberación, afecta a los líderes de la formación, Debbie Ngarewa-Packer y Rawiri Waititi, que han sido inhabilitados durante 21 días, y a la joven parlamentaria Hana-Rawhiti Maipi-Clarke, suspendida por 7 días.

La haka, conocida por sus gestos vigorosos, gritos y golpes en el pecho y el suelo, fue utilizada por los diputados como forma de protesta frente a un polémico proyecto de ley impulsado por el Gobierno conservador, como cuenta EFE.

La normativa buscaba regular las relaciones entre la Corona y los pueblos indígenas, una iniciativa que fue percibida como un intento de debilitar los principios fundacionales del Tratado de Waitangi, firmado en 1840 entre la Corona británica y representantes maoríes.

Tras la escena, un comité parlamentario recomendó suspender a los tres parlamentarios por considerar que habían alterado el orden del recinto.

En la votación celebrada este jueves, 68 diputados votaron a favor de la inhabilitación temporal y entre 53 y 55 en contra, dependiendo del caso. El partido Te Pāti Māori ocupa 6 de los 125 escaños del Legislativo unicameral neozelandés.

Durante el debate previo, la ministra de Justicia, Nicole McKee, aseguró que la sanción no respondía al uso de la haka en sí misma, sino al hecho de que los diputados “se abrieron paso a la fuerza” para interrumpir el procedimiento parlamentario.

Sin embargo, los líderes maoríes insisten en que su acción fue una manifestación legítima de resistencia cultural ante un ataque directo a los derechos de su pueblo.

El controvertido proyecto de ley fue aprobado en un proceso exprés el mismo día en que fue presentado, pero terminó siendo retirado en abril debido a la fuerte oposición de la comunidad maorí, que representa el 20% de la población neozelandesa, compuesta por algo más de 5 millones de habitantes.

La protesta, además, tuvo una amplia repercusión en redes sociales y medios locales, donde fue celebrada por activistas y ciudadanos indígenas como un gesto de dignidad y defensa cultural.

Varios grupos de derechos humanos han expresado su preocupación por lo que consideran una medida desproporcionada que puede sentar un precedente para la represión de formas tradicionales de expresión política dentro de los órganos legislativos.

“Esta suspensión no es más que otro intento de silenciarnos”, declaró Hana-Rawhiti Maipi-Clarke tras conocerse la sanción: “Pero nunca nos silenciarán y nunca desapareceremos”, añadió en un mensaje dirigido tanto a sus compañeros como al Gobierno.

El episodio ha reavivado el debate sobre el lugar de la cultura maorí en las instituciones del Estado neozelandés y sobre los límites de la protesta política en un país donde la convivencia entre comunidades indígenas y la mayoría blanca sigue siendo motivo de tensiones históricas.