Agencias

En algunos medios se habla de "saga". El descubrimiento paulatino de objetos voladores no identificados en diferentes puntos del globo ha sido uno de los mayores escándalos mediáticos de los últimos días. La historia empezó sobre el cielo de Montana  principios de febrero. Luego le siguieron otros en el espacio aéreo de Estados Unidos, en áreas canadienses o incluso por encima de Rumanía. Y las consecuencias han sido la desconfianza y el enfrentamiento de dos superpotencias, asemejándose a una especie de Guerra Fría.

Uno de ellos fue el abatido en el extremo norte de Alaska. Volaba a 12.000 metros de altitud y tenía un tamaño de "pequeño vehículo", según explicaron desde el Pentágono. Cuando un misil AIM-9X Sidewinder disparado desde un avión F-22 lo derribó, el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, comentó que aún no sabían muchos detalles. 

Se desconocía si era de una nación como China o no. Pero aseguraron que suponía "una amenaza para la seguridad del tráfico aéreo". "No sabemos quién es su propietario, si es un Estado, una empresa o un particular, no lo sabemos. Y no entendemos su uso en este momento", alegó Kirby.

Ahora, la respuesta puede que haya llegado. Y no desde los altos mandos de Washington, sino desde un grupo de aficionados. Una asociación llamada The Northern Illinois Bottlecap Balloon Brigade (algo así como "la brigada de los globos con cesta del norte de Illinois) ha afirmado que uno de sus dispositivos desapareció "en acción" el 11 de febrero, el mismo día en que Joe Biden, presidente de EEUU, acabó con ese objeto sospechoso. 

Tal y como han explicado en su blog y ha publicado el diario británico The Guardian, este grupo de aficionados ha vinculado los dos sucesos. Y lo han detallado hasta con los costes económicos. Según sostienen, la trayectoria de este globo se detuvo a las 12.48 de la tarde, hora local. Estaba en su día 124 de vuelo. Y si coincide con los datos aportados por las autoridades, esto indicaría que el ejército de los EEUU gastó 439.000 dólares (unos 410.000 euros) en derribar un 'juguete' de unos 11 euros.

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La página del grupo aclara que la última conexión con el globo K9YO fue aquel día, y sus parámetros eran una altitud de 37.928 pies (11.560 metros) en una ubicación próxima de la isla Hagemeister, una masa terrestre de unos 300 kilómetros cuadrados, en la costa norte de la bahía de Bristol. 

Al derribarlo, los responsables alegaron que no estaban seguros de su función ni origen, hasta que Biden, después de varias jornadas esquivando el debate (y mientras la tensión con China subía), confirmó las dudas: "Nada en este momento sugiere que los globos estuvieran relacionados con un programa de espionaje o que fueran vehículos de vigilancia de cualquier otro país".

Los miembros de este grupo de Illinois han señalado que estos globos de los que son fanáticos rondan los 81 centímetros de diámetro y los 254 de circunferencia. Además, ascienden a una altitud de crucero de entre 32.000 y 50.000 pies, lo mismo que un avión comercial. Dentro de este tipo se enmarcan los rastreadores, paneles solares o paquetes de antenas más livianos que un pájaro pequeño. 

"Intenté ponerme en contacto con nuestro ejército y con el FBI para tratar de ilustrarlos sobre lo que probablemente sean muchas de estas cosas", afirmaba Ron Meadows, fundador de Scientific Balloon Solutions, al diario inglés.