En 1982, España miraba el ingreso en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con recelo. La Transición estaba todavía en proceso y los temas militares y de Defensa seguían hablándose en voz baja, con los traumas de una dictadura militar aún presentes y la resaca del intento del golpe de Estado del 23-F.

Fueron años de dudas y desconfianzas. Un año antes, "OTAN: de entrada, no", era un eslogan que se repetía en vallas publicitarias pagadas por el PSOE en todo el país. "¿Qué dirán los aliados de la OTAN ante medio millón de españoles que dicen en Madrid que no quieren ingresar en la Alianza?", preguntó Felipe González en noviembre de 1981 ante una multitud que se concentró en la Ciudad Universitaria de la capital al grito de "OTAN no, bases fuera".

Pero el presidente Leopoldo Calvo Sotelo estaba convencido de la necesidad de la entrada de España en la OTAN y, el 25 de febrero de 1981, en el debate de investidura, propone la adhesión de España a la organización. El tema fue objeto de intensos debates en octubre del mismo año y, en diciembre, España comunicó su intención de ingresar en la OTAN. La invitación llegó y el proceso de adhesión empezó de inmediato.

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El 30 de mayo de 1982, en Washington, Alonso Álvarez de Toledo, encargado de Negocios de la Embajada de España en Estados Unidos, entregó el documento firmado a Walter Stoessel, "número dos" del secretario de Estado de Ronald Reagan, Alexander Haig. España se transformaba en el decimosexto miembro de la OTAN.

En 1986, ya con Felipe González al frente, se convocó un referéndum nacional para votar la permanencia de España en la OTAN. El ya presidente del Gobierno, antes un férreo defensor de la no adhesión de España a la organización, cambió el discurso y defendió la permanencia en la OTAN aunque con determinadas condiciones: no habría incorporación a la estructura militar integrada; se mantendría la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español; y se procedería "a la reducción progresiva de la presencia militar de Estados Unidos en España".

Referéndum

El 12 de marzo de 1986, 52,54% de los españoles respaldaron al Gobierno en un referéndum que contó con una participación cercana al 60%. El referéndum fue un punto de inflexión para la pertenencia en la Alianza, ya que, a partir de ese momento, España comenzó a participar en todos los comités y órganos de la misma, con la excepción de la estructura militar integrada.

La participación final de España quedó definida en seis Acuerdos de Coordinación en los que se regulaba la asignación de fuerzas españolas a misiones de la OTAN por los que las autoridades militares españolas retendrían el mando y cederían únicamente a los comandantes aliados su control operativo. Quedó también estipulado que las fuerzas de la OTAN en territorio español serian coordinadas por el JEMAD (jefe de estado mayor de la defensa) y los mandos españoles podrían ser nombrados comandantes de las fuerzas aliadas.

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Cuarenta años después, el apoyo de la sociedad española a la OTAN sigue siendo contundente: más de 55% de los ciudadanos apoya la pertenencia a la organización, según una encuesta del Pew Research. Además, el CIS del pasado mes de marzo destacaba que un 52% de los españoles está de acuerdo con una intervención de la OTAN si Rusia no se retira de Ucrania.

Y, en el 40 aniversario de la entrada de España en la Alianza, Madrid recibe su cumbre en un momento clave para el mundo, amenazado por las consecuencias desatadas por la guerra de Vladímir Putin contra Ucrania. "La pertenencia a la OTAN cumple una misión trascendental: nos permite ser lo que somos, y garantiza que seremos lo que España quiera ser. Porque no hablamos solo de una alianza militar, sino de un frente común en defensa de los principios que originan la prosperidad y el bienestar de nuestros pueblos", dijo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado mayo, en las celebraciones del aniversario de adhesión a la OTAN.

Por su parte, el secretario general de la OTAN ha agradecido a Pedro Sánchez su liderazgo personal dentro de la Alianza "porque su compromiso con la seguridad transatlántica es y seguirá siendo vital" y ha destacado que en el futuro "España continuará desempeñando un papel fundamental dentro de nuestra Alianza, porque en este momento de competencia global cada vez mayor, nuestra unidad es nuestra fortaleza".

125.000 militares, 22 misiones

Cuarenta años que han servido para afianzar cada vez más la posición de España en la organización cuya cumbre se organiza en el país por segunda vez en su historia. La primera fue en 1997, con Aznar al frente del Gobierno, y un año después de que el Congreso de los Diputados aprobara la autorización para que el Gobierno negociase el ingreso de España en la nueva estructura de Mandos de la OTAN, en la que se produjo la incorporación progresiva de generales, oficiales y suboficiales españoles al resto de cuarteles generales de la estructura de mandos de la OTAN.

A lo largo de los años, España ha contribuido con más de 125.000 militares en 22 misiones de la OTAN, entre las que destacan las misiones de Implementación y Estabilización en Bosnia-Herzegovina (IFOR y SFOR); la Fuerza Multinacional de Kosovo (KFOR); la operación Unified Protector en Libia; la operación Ocean Shield de lucha contra la piratería en el golfo de Adén y el Cuerno de África; la operación ISAF y "Resolute Support" en Afganistán; la operación naval "Active Endeavour" (OAE) contra el terrorismo en el Mediterráneo o la "NATO Mission Irak" (NM-I).

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Con el ingreso en la OTAN, España puso fin a un aislamiento internacional vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial y gracias a la colaboración de Franco con Hitler y tuvo un papel decisivo en la profesionalización e internacionalización de las Fuerzas Armadas. Este año, el Gobierno ya ha anunciado su intención de aumentar el gasto en Defensa hasta llegar a los 2% del PIB pedidos por la OTAN en 2030.

La cumbre de este mes ya estaba llamada a ser histórica una vez que los 30 estados miembros tendrían que aprobar un nuevo Concepto Estratégico, el octavo, para definir las amenazas a las que se enfrenta la Alianza y las formas de afrontarlas. Sin embargo, la guerra de Ucrania ha resucitado amenazas, miedos y desconfianzas que ya se creían superados, como Rusia, y ha obligado volver a ponerlas sobre la mesa, sin perder de vista a China y nuevas amenazas como la cibercriminalidad o las llamadas "amenazas híbridas".