Ni acusaciones por corrupción ni un trío de antiguos jefes del Estado Mayor con sobria reputación enfrente: nada derrumba a Benjamin Netanyahu. Sostenido por un voto férreamente fiel y por su potente relación con Donald Trump, la visión de paz pro-israelí del presidente de Estados Unidos y la promesa de anexionar territorios, "Bibi" levanta el vuelo de nuevo.

Dos intentos después (los comicios de abril y septiembre), Netanyahu ha logrado volver a ser el líder del partido más votado en el país, con una holgada mayoría frente a su rival, Beny Gantz, que hace seis meses le ganó la mano por un escaño.

A falta de los datos finales oficiales, el Likud se impone con 36 escaños frente a los 32 de Azul y Blanco. Es el mejor resultado que obtiene el partido desde 2003, en medio de la Segunda Intifada y cuando estaba bajo el liderazgo del carismático Ariel Sharón.

Sin embargo, este triunfo no garantiza la formación de un Gobierno, puesto que la suma de los votos del Likud y sus socios se queda en 59 frente a los 61 necesarios para la mayoría simple, lo que devuelve al país a una situación similar a la del pasado abril, cuando Bibi, con 60 escaños, no pudo formar Ejecutivo y hubo de convocar nuevas elecciones.

Este lunes, Netanyahu comparecía exultante junto a su esposa y las principales figuras de partido en la sede electoral en Tel Aviv abarrotada y en la que resonaban gritos de "¡Te queremos, Bibi!".

Tránsfugas

No hizo ningún guiño a su rival, ni sugirió la posibilidad de un gobierno de unidad con Gantz, a pesar de que sería imprescindible si no logra los 61 ni recibe el apoyo o de tránsfugas o de Avigdor Lieberman, único que podría inclinar la balanza y que prometió anoche "no moverse un milímetro" de su negativa.

Gantz, por su parte, tampoco sonó conciliador: "No vamos a dejar a nadie que destruya el país, no dejaremos que nadie nos divida, no dejaremos que nadie desmantele la sociedad israelí y destruya la democracia", fantasmas animados por la creencia de que Bibi utilizará su mayoría para interceder en el proceso legal y salvarse de una posible condena, quizás aprobando una ley que le proporcione inmunidad y sacando adelante otra para limitar el poder del Tribunal Supremo.

Esta corte, sin embargo, será la que tendrá que dar el visto bueno a que un acusado que debe sentarse en el banquillo (en su caso en concreto el próximo día 17) pueda recibir el encargo de formar Ejecutivo, extremo clave para definir el futuro político israelí y sobre el que aún no se ha pronunciado.

Una cuestión quedó meridianamente clara: la acusación por fraude, cohecho y abuso de confianza a Netanyahu no han hecho mella en sus simpatizantes, y el votante del Likud ha aceptado su argumento de que dos años de investigaciones policiales y de la Fiscalía son una treta política para sacarle del poder. O no les importa que no lo sea.

¿Cuartas elecciones?

El diario conservador y pro-Bibi Israel Hayom interpretaba la victoria derechista como "un gran voto de no-confianza a los jueces que han trabajado contra el primer ministro. Las acusaciones no son siquiera vistas como delitos por el público y grandes palabras como 'fraude' o 'abuso de confianza' son percibidas como poco sustentadas en los hechos. Si al público le molestasen los delitos, Netanyahu se habría ido hace mucho".

El rotativo también se encarga de recordar al primer ministro que "no podrá echarse para atrás en el asunto de aplicar la soberanía israelí a partes de la Tierra de Israel localizadas más allá de las fronteras de 1967".

La promesa de la anexión de partes de Cisjordania y, también, la confirmación de que esta se hará con la aquiescencia de Washington, que dejaba clara su postura favorable con la presentación de la llamada Visión de Paz, es uno de los factores que puede haber movilizado el voto de los sectores colonos, especialmente en el Valle del Jordán, una zona palestina con colonias y explotaciones agrícolas israelíes que pasaría a formar parte de Israel.

A esta medida, sin embargo, se opone la mayoría de la comunidad internacional, que la considera contraria a leyes internacionales y a la solución de dos estados para este eterno conflicto.

Con los números actuales, y a pesar del claro triunfo del que ha sido el primer ministro más longevo del país, no se puede descartar que haya unas cuartas elecciones, porque nada le garantiza de momento a Bibi los apoyos necesarios. Lo que sí parece claro es que una alianza de los partidos que se le oponen, liderada por Gantz, no tiene ninguna posibilidad.

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