Cracovia

Hay lugares que parecen condensar épocas enteras de la historia. Uno de ellos es el cementerio de Úzvölgye, donde están enterrados unos 1.300 soldados de las dos Guerras Mundiales de nueve nacionalidades. Más de 75 años después de que cayesen en el campo de batalla, los soldados que allí yacen deberían reposar para siempre en paz, pero una disputa nacionalista avivada por Víktor Orbán ha vuelto a convertir este camposanto en un campo de batalla. Con húsares, curas y ministros incluidos.

Úzvölgye está en la región rumana de Transilvania, junto a una aldea totalmente deshabitada. Hasta hace poco el cementerio estaba gestionado por las autoridades del ayuntamiento de Csíkszentmárton (o Sanmartin en su nombre rumano), un pueblo de unos 2.500 habitantes situado a unos 30 kilómetros del cementerio. La bucólica pradera, rodeada de montañas en perpetua niebla y cubiertas por densos bosques de enormes y frondosos árboles conforma una estampa serena y pacífica.

Como la mayoría de los vecinos de esta zona son de ascendencia húngara y 800 de las 1.300 tumbas son de soldados magiares, durante años se ha estado fomentando la "hungarización" del lugar. A pesar de que allí hay enterrados rumanos, austríacos, italianos, rusos, serbios, alemanes y víctimas de las dos Guerras Mundiales de hasta nueve nacionalidades distintas.

El camposanto acoge a víctimas de las dos guerras mundiales. Marko Laci

Junto a la puerta del recinto y en su interior abundan los carteles y pintadas que proclaman el terreno como parte del "País Sículo", aludiendo a los enclaves de suelo rumano donde los húngaros "sículos" se asentaron en el siglo VIII. Cuatro ministros húngaros, uno de ellos en peregrinaje, han viajado a este enclave para mostrar sus respetos y de paso, marcar territorio en un lugar considerado por muchos nacionalistas húngaros como un pedazo de su patria.

La estatua rumana

Un cambio en la organización administrativa de esta comarca adjudicó en 2001 la gestión de Valea Uzului (nombre rumano del lugar) al ayuntamiento rumano de Dărmănești. Durante mucho tiempo no ha ocurrido nada, pero hace unos días los húngaros se enteraron de que los rumanos pensaban instalar una estatua y 50 cruces de piedra en la "parte rumana" del camposanto, lo que desencadenó una tormenta diplomática entre Budapest y Bucarest enturbiada por sentimientos nacionalistas, acusaciones de todo tipo e interpretaciones interesadas de la historia.

Al igual que hicieron recientemente varios ministros del gobierno de Orbán, el líder del Partido Demócrata Cristiano húngaro se presentó en la puerta del cementerio el pasado 4 de junio, día de la Unidad Nacional Magiar y, tras conseguir que el alcalde abriese para él el recinto, hizo un llamamiento a sus compatriotas para "recuperar" el "heroico cementerio húngaro"

Nacionalistas de Hungría y Rumanía se enfrentan por este lugar. Marko Laci

Siguiendo su llamamiento, dos días después llegó al cementerio una ristra de autobuses con cientos de húngaros vestidos de húsares. La colorida formación tenía como objetivo impedir la instalación de la estatua y las cruces "rumanas". Según las autoridades rumanas, ese día el recinto permanecería cerrado para evitar incidentes, pero cuando a su llegada los húngaros vieron que se acercaban los camiones con material de construcción, formaron una cadena humana y para impedirles el paso.

Por si esta estampa de ancianos con uniformes de época haciendo frente a obreros con monos de trabajo no fuese suficientemente pintoresca, pronto se involucraron cientos de hinchas de fútbol llegados desde Bucarest, además de curas, reservistas del ejército rumano, exparlamentarios de aquel país y miles de nacionalistas que aplaudieron desafiantes cuando la policía obligó a los húsares a romper filas para que pasasen los camiones. Tras una muy tensa jornada, los enfrentamientos no llegaron a mayores y al caer la noche el cementerio volvió a quedar en silencio. 

Intercambio de acusaciones

La "guerra" continuaría al día siguiente con intercambios de acusaciones desde las portadas de diarios húngaros y rumanos. El líder de un partido que representa a los húngaros en Rumanía dijo: "Rumanía ha mostrado su verdadera cara, esta es la Rumanía de 2019".

El paraje donde está el cementerio. Marko Laci

Unos dicen que los otros esparcen basura sobre las tumbas, sus tumbas; hay quien se queja de que "sus" banderas ondean unos centímetros más alto que las propias; y hay quien asegura que el registro oficial rumano, donde constan 794 tumbas húngaras, 157 rumanas, 108 alemanas, 4 rusas, 3 serbias, 2 austríacas y 2 italianas (además de 242 de nacionalidad desconocida), no es correcto y que en Úzvölgye, como en otros cementerios de guerra, los rumanos han cambiado lápidas, tachado nombres e incluso trasladado tumbas de otros lugares para "conquistar terreno", aunque sea con soldados muertos.

Legalmente, el camposanto de Úzvölgye tiene la consideración de cementerio internacional, al igual que otros lugares cargados de historia y tragedia como los que se levantan en el este de Francia o en Holanda, por ejemplo.

Pretensiones de ocupación

Desde su llegada al poder, Víktor Orbán ha hecho bandera de la "nemzetpolitika", reivindicación ultra nacionalista de la cultura e historia húngaras en sitios donde hay una minoría magiar, como es el caso de Transilvania. La política transnacionalista de Orbán tiene su punta de lanza en esta región rumana, donde vive una nutrida minoría de origen húngaro. Según una encuesta reciente, dos de cada tres rumanos piensan que Budapest interfiere en sus asuntos internos y que Orbán quiere "quedarse con Transilvania".

Mapa que muestra a Hungría dividida por sus vecinos. Marko Laci

Hace pocos días, Árpád János Potápi, secretario de Estado del gabinete de Orbán, publicó en el nuevo portal de noticias en varios idiomas de su gobierno un mapa de Hungría de 1921 en el que cinco manos desgarran el país en partes que hoy pertenecen a sus vecinos. El mapa data de los tiempos del Imperio Austro Húngaro. Víktor Orbán ha declarado en alguna ocasión que le parecería oportuno hacer "algunos reajustes territoriales" en su frontera con Ucrania. Ministros de ese país, además de Croacia, Eslovenia y Rumanía protestaron por estas "pretensiones territoriales encubiertas", como las calificó el Ministro de Exteriores esloveno.

La retórica nacionalista tiende a convertir a quienes murieron en una guerra en héroes o víctimas -según convenga-. Según Péter Harrach, el parlamentario húngaro que animó con sus soflamas a "reocupar" el disputado cementerio, la Constitución de su país dice que Hungría se basa una alianza de todos los húngaros "del pasado, el presente y el futuro".

Tal vez, mezclar lo que ya fue con lo que es solo puede conducir a que lo que está por llegar sea una repetición de algo que ya terminó y que, en algunos casos, nunca debería volver a repetirse.