El anuncio de la derrota territorial del grupo yihadista Estado Islámico (EI) resuena entre todas las potencias que han luchado para acabar con la presencia de los extremistas.  La organización ha sembrado desde hace años una ideología radical, seguida por numerosos acólitos procedentes de una miríada de nacionalidades.

Pero, pese a este final de lo que fue un día la aspiración del líder del EI, Abu Bakr al Bagdadi, en la tierra del Sham (Levante), ¿ahora qué ocurre? ¿se podría cerrar el capítulo de una de las organizaciones terroristas más peligrosas del mundo?

Estas son algunas claves por las que el final del EI estaría lejos de ser declarado:

Vuelta a la insurgencia en Irak

Irak, 9 de diciembre de 2017. El que era el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, declara a bombo y platillo el final del Dáesh (como las potencias comenzaron a denominar al Estado Islámico bajo su acrónimo en árabe) tras controlar la zona que le quedaba fronteriza con Siria.

Sin embargo, esto solo fue el comienzo de lo que se ha convertido ahora en un regreso de los yihadistas a las operaciones que realizaban desde su formación y que conocen muy bien.

En la actualidad, prácticamente no hay un día en el que los terroristas no reivindiquen a través de sus canales ataques en Irak: ataques a las fuerzas de seguridad, secuestro y ejecución de civiles; incluso imágenes que datan de las últimas semanas en las que se muestran a personas ejecutadas extrajudicialmente. 

El Gobierno iraquí ha elevado la alerta por las "células durmientes" que quedan en reductos situados, sobre todo, en zonas montañosas del país, ya que aprovechan la orografía y las fronteras con Siria para moverse por un espacio que les es imposible de controlar a las fuerzas iraquíes.

El miedo al resurgimiento del EI

El anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de retirar las tropas estadounidenses presentes en Siria respaldando a las Fuerzas de Siria Democrática (una alianza liderada por kurdos que ha luchado contra los yihadistas) sacudió el escenario del frágil país mediterráneo que combate a contracorriente para salir del conflicto que ha entrado en su noveno año. 

Trump prometió la partida de los 2.000 militares que están en Siria en diciembre de 2018, pero en febrero la Casa Blanca anunció que se quedarían al menos 400 con el título de "fuerzas de paz" en su base en Al Tanf, ubicada en el triángulo fronterizo entre Siria, Irak y Jordania.

La decisión de la retirada precipitó la dimisión del secretario de Defensa, Jim Mattis, que le siguió la del enviado especial de EE.UU. para la coalición contra el EI, Brett McGurk. El pasado 15 de marzo, el nuevo enviado, James Jeffrey, afirmó en Bruselas que todavía permanecen hasta 20.000 seguidores de esa formación en Siria e Irak, pese a que no controlan territorios. El responsable estadounidense admitió que "hay gran preocupación" por el resurgimiento del EI.

Reuters

El EI continúa controlando territorio

Oficialmente, el Estado Islámico ha dejado de controlar poblaciones, pero se alza todavía en el desierto que se extiende en el sureste de Siria y que escapa al control del Gobierno sirio, que también ha llevado en paralelo una ofensiva a las de las FSD para acabar con los extremistas en la otra orilla del río Éufrates. Pero la presencia de la organización radical no queda exclusivamente en Siria e Irak. 

El portavoz del EI, Abu Hasan al Muhayir, se encargó de recordar en un mensaje de voz difundido el pasado el pasado 18 de marzo (y cuya autenticidad no ha sido verificada) que "el califato retrocedió en algunas localidades pero se ha extendido en otras", nombrando todos los países en los que el EI tiene presencia desde África a Asia, como por ejemplo Afganistán, Libia, Egipto, Somalia, Yemen, Nigeria o Burkina Faso, entre otros.

El poder de la ideología

Las ideas extremistas plantadas desde hace años son uno de los asuntos más difíciles a los que también se enfrentan los países de origen de los yihadistas a la hora de plantear la repatriación de los más de 1.500 radicales extranjeros que las FSD tienen bajo su control.

Como se observa en los vídeos de aquellos que se rendían ante las FSD, muchos de ellos, sobre todo mujeres, gritaban que el Estado Islámico continuará, sin mostrar un ápice de arrepentimiento por haberse enrolado en sus filas. 

Pero lo más difícil a digerir será la nueva generación. Aquellos niños, a los que se les dio el nombre de los "cachorros del califato", que han crecido con un arma en las manos para acabar con los "infieles" y "cruzados", y que se han convertido en víctimas de una de las peores organizaciones terroristas de la historia reciente