Brenton Tarrant, el hombre acusado del ataque a dos mezquitas en Nueva Zelanda, en los que han muerto al menos 49 personas, sería un supremacista blanco, movido por ideas extremistas.

En rueda de prensa, el primer ministro australiano, Scott Morrison, calificó al presunto tirador de "terrorista de extrema derecha, violento". Cuatro sospechosos fueron detenidos en relación con el tiroteo. El presunto autor fue acusado de asesinato. Las otras tres personas retenidas están siendo investigadas para averiguar si tienen o no relación con el ataque. 

El sospechoso, un hombre de 28 años, ha publicado un manifiesto en el que expresa su voluntad de acabar con la vida de todos los inmigrantes, en Twitter y en el foro en línea 8chan. En el documento declaraba su odio a los inmigrantes musulmanes en Europa e idolatraba los movimientos extremistas de Estados Unidos. 

En el confuso manifiesto, Tarrant señala que había hecho donaciones a grupos de supremacistas blancos y dijo idolatrar a los asesinos de masas estadounidenses. También recitó las "14 palabras", un popular eslogan de supremacía blanca que ha sido repetido por otros supremacistas blancos: "Debemos asegurar la existencia de nuestra gente y un futuro para los niños blancos".

En una imagen publicada en la cuenta de Twitter del asesino aparecen imágenes de rifles con numerosos nombres escritos en ellas, entre ellos Alexandre Bissonnette, quien cumple una cadena perpetua por matar a seis personas en una mezquita de Quebec, en 2017. También aparece el nombre de Luca Traini, un extremista de ultraderecha, sospechoso de disparar a seis africanos en Italia en febrero de 2018. 

En las imágenes del vídeo de la matanza, que el asesino publicó en Facebook, varias armas parecen estar pintadas con los nombres de otros tiradores en masa, así como con el número "14". La armadura que vestía tenía una rueda solar negra, un prominente símbolo nacionalista blanco, el mismo símbolo utilizado por los movimientos extremistas y los neo-nazis que marcharon durante las manifestaciones de Charlottesville, en 2017.