San Diego

La administración de los Estados Unidos lleva ya un mes funcionando a medio gas, con el gobierno parcialmente cerrado y parte de los trabajadores públicos rozando la mendicidad y poniendo en evidencia la poca capacidad de ahorro de la clase media norteamericana. Detrás de esta situación está la falta de acuerdo entre los demócratas, que controlan la Cámara de Representantes, y la Casa Blanca a cuenta de la exigencia del presidente de obtener financiación para el muro con México. 

El objetivo último de Trump es levantar una barrera física a lo largo de la frontera sur para terminar con la entrada de inmigrantes irregulares al país y reducir así la delincuencia que, según ha manifestado, provocan. Sin embargo, esta tarea se antoja complicada especialmente cuando parte de Centroamérica y ahora Venezuela atraviesan una situación de falta de estabilidad política y pobreza. Además, los datos ponen en evidencia, una vez más, que una valla no solucionaría el problema.

Un estudio acaba de poner de manifiesto que durante los últimos siete años, la presencia de indocumentados en EEUU tiene su origen mayoritariamente en la llegada de extranjeros con visados y permisos legales a través de los aeropuertos y puestos fronterizos. Una vez aquí, permanecen en suelo norteamericano incluso cuando sus papeles caducan. Buena parte de ellos acceden al país en avión, como turistas.

El informe realizado por el Centro de Estudios de Migración de Nueva York indica que entre 2016 y 2017 las personas que se quedaron en EEUU más allá del tiempo permitido por sus visados de turismo o trabajo representaron el 62% del total de indocumentados, mientras que el restante 38% ingresó cruzado ilegalmente la frontera sur.

En concreto, de las 515.000 entradas irregulares producidas en 2016, sólo 190.000 (38%) se debieron por cruces no registrados en la frontera, mientras que el resto es atribuible a la violación de los plazos de los permisos.

“De nuestra investigación se desprende que las personas que sobrepasan la estancia permitida por sus visados se suman a la población indocumentada de EEUU en un porcentaje mayor que quienes se saltan la frontera. Es una tendencia que se ha convertido en la norma”, explica Donald Kerwin, ejecutivo del centro responsable del informe. Y añade: “Como indican estos números, la construcción de cientos de kilómetros más de muro fronterizo no frenaría el desafío de la migración irregular hacia nuestro país, ni mucho menos”.

Otro dato interesante del informe es que la población indocumentada de México baja. En total, casi 400.000 personas menos en 2017, y 1,3 millones menos desde 2010

En California, por ejemplo, la población irregular mexicana ha caído en un 26% desde 2010, pasando de dos a 1,5 millones. Lo mismo ocurrió en Alabama, cayendo un 50%, y en en Georgia, Nueva York y Nuevo México, donde ha bajado un tercio.

“Hemos hecho un progreso tremendo desde el año 2000 en la reducción de la inmigración indocumentada en este país”, dijo a la emisora pública NPR el autor del estudio, Robert Warren, que fue el director de estadísticas del Servicio de Inmigración y Naturalización de 1986 a 1995. Por ello, a su juicio, el trabajo no debe centrarse en la frontera, sino en las naciones de origen, a través del Departamento de Estado, ya que la mitad de los residentes irregulares llegan por aire.

El análisis también señala que en 2017, por primera vez, la población no autorizada de México constituyó menos de la mitad de todos indocumentados, aunque al mismo tiempo, el país vecino fue la nación de origen de las personas que mayoritariamente se saltaron los límites de sus visados en 2016, “casi el doble que India, China y Venezuela”. 

Del informe llaman la atención las cifras de Venezuela. El número de personas indocumentadas provenientes de aquel país aumentó de 60.000 en 2013 a 145.000 en 2017. Prácticamente todos sobrepasan la permanencia autorizada por sus visados.

Así, mientras cae la población irregular de México y de la mayoría de los países tradicionalmente emisores, se dispara la de Venezuela, especialmente desde desde 2013. Según el estudio, de 2010 a 2017 se produjo un repunte del 124% de la población indocumentada venezolana en EEUU, muy por encima de los otros países que suben, como Honduras (21%) o la India (72%). 

Venezuela huye a EEUU

Gibeli es una joven venezolana que pertenece al Grupo Beta, una organización mexicana de apoyo a los inmigrantes centroamericanos que estos días llegan a la frontera con EEUU para pedir refugio. “Nosotros no organizamos las caravanas, pero apoyamos a los que llegan aquí a Tijuana para tramitar el asilo, que no son sólo centroamericanos”, apuntaba recientemente en declaraciones a EL ESPAÑOL. Según explicaba, tanto ella como otros compañeros de la organización huyeron de Venezuela por la situación que atravesaba. “No sólo son hondureños los que llegan a la frontera con la idea de pedir asilo. De Venezuela vienen muchos. Y los ayudamos a todos”.

Sin embargo, el flujo migratorio venezolano suele ser más discreto que las caravanas centroamericanas, principalmente porque se trata de una inmigración de naturaleza distinta. No son las clases más humildes las que huyen del país, sino los que cuentan con los recursos para volar e incluso contratar abogados que les tramiten los papeles. Normalmente llegan con permisos de turista o negocios.

La petición de asilo sube un 400%

Los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EEUU sostienen que más de 14.700 venezolanos solicitaron asilo en 2016, un aumento del 160% respecto al año anterior. La tendencia al alza continuó en 2017 con más de 27.600 peticiones, un aumento de casi el 400% en los últimos dos años.

Muchos de ellos aguardan a que los tribunales les conceda protección legal, pero el proceso es lento. Sólo 1.265 venezolanos obtuvieron la condición de asilado para permanecer legalmente en EEUU entre 2014 y 2016, según datos de USCIS.

En paralelo, la administración Trump ha estado deportando a venezolanos en situación irregular. En concreto, se expulsó a 150 en el año fiscal 2018. De ellos, según alegó el gobierno, alrededor de un tercio eran delincuentes con condenas que podían ir desde incidentes de tráfico hasta crímenes más serios, según informa McClatchydc.com

Para obtener el asilo hay que acreditar que la persona no pueden regresar a su país por miedo a sufrir persecución por su opinión política, raza, religión, nacionalidad o grupo social. Si se logra, se puede vivir y trabajar legalmente en EEUU y, posteriormente, solicitar la residencia permanente y la ciudadanía.

Ante esta dificultad, muchos optan por volar con visados de trabajo, estudios o turismo y, una vez en EEUU, tratar de buscar alternativas. Esto no sólo ocurre con Venezuela. Un informe del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) correspondiente a 2017 muestra que más de 606.000 visitantes que llegaron así a los EEUU se quedaron más allá de los límites permitidos, incluidos turistas y estudiantes. Los países de origen son tanto americanos, como del resto de continentes, incluida Europa. El riesgo es alto. Una vez deportado por la policía con orden judicial, retornar a este país es misión casi imposible durante años.