En los prolegómenos de cada partido del mundial de fútbol de 1998, Christian Karembeu formaba junto a sus compañeros: originarios de todas las excolonias francesas, el entonces líder del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, los acusaba de "no sentir la patria" porque no cantaban el himno. Karembeu, que aquella temporada había debutado en el Real Madrid, había levantado la Copa de Europa y era pareja de una famosa modelo rubia de la Europa del Este, había nacido y se había criado en Nueva Caledonia, un archipiélago remoto cuya metrópoli, Francia, levantó aquella Copa del Mundo en París.

Le Pen hubo de callar. Francia celebraba su multiculturalidad en la calle con su primer mundial de fútbol. Entonces, el caledonio Karembeu miraba al suelo cuando sonaba La Marsellesa. Hoy, dos décadas después, Francia vuelve a ser campeona del mundo de fútbol y él pasa del referéndum para la soberanía de sus islas: "¿Independientes de qué?", ha dicho en una reciente entrevista con FranceInfo.

Varios ciudadanos de Nueva Caledonia esperan su turno para votar en el referéndum. TW

Los poco más de 90.000 habitantes de la colonia han decidido este domingo, por un 57%, que quieren seguir siendo franceses. A saber si ha sido el más famoso de sus hijos el que ha inclinado la balanza... La consulta fue acordada en 1987, hace 30 años, y podrá repetirse dentro de dos y de otros dos si sigue ganando el 'no'. En aquel lejano 87, un año antes de que Karembeu huyera a la metrópoli con su familia, el archipiélago estaba amenazado por una guerra civil entre los autóctonos canacos y los colonos. Todo a causa de las riquezas de las importantes reservas de níquel.

"En la globalización, ¿qué importa la independencia?"

Christian Karembeu nació en Kanak en 1970, en la isla de Lifou. No fue hasta cumplidos los 18 años que llegó la Francia continental y, aunque nunca ha dicho sentirse muy patriota de la tricolor, afirma que hoy en día, la palabra "independencia" está obsoleta.

Dice que entiende esa "ideología" originaria de la reivindicación, que pretende "devolver el país a sus nativos", pero cree que ya no tiene sentido, porque "la nueva generación de internet, no ha experimentado la violencia ni las ansias de independencia". Para el mayor embajador de las islas caledonias, no hace falta tener un pasaporte propio, pues "en la era de la globalización, interactuamos, comercializamos con quienes nos rodean en la región".

Y añade: "La realidad económica está ahí, y la Francia metropolitana está bastante lejos" de las relaciones reales de los habitantes de las islas, cuyo contacto es más con "Japón, Corea, Estados Unidos, China, Australia..."

Karembeu siempre ha tenido en la boca la "terrible guerra civil" y los altercados de los últimos años en los que algunos de sus familiares y amigos "han perdido la vida". De hecho, pidió a todos sus compatriotas -si así se le puede llamar a los colonizados caledonios- que "antes de votar" conocieran bien "la historia" del archipiélago.

"La nueva generación probablemente no lo sepa, pero en las escuelas tenemos que aprender la historia del país", reclama Karembeu, mientras recuerda: "Durante mi infancia y la de mi padre era el general De Gaulle y sus sucesores los que mandaban". Para el exfutbolista es clave "reescribir la historia y profundizar en ella con las nuevas generaciones", porque comprende "el deseo y el discurso de quienes quieren quedarse en Francia" pero sólo "bien informados de todo".

Total, ¿entonces sí o no? ¿Quería Karembeu tener sólo la nacionalidad caledonia después de haber sido rico y famoso vestido con la camiseta de los bleus? "No importa si es 'sí' o 'no' lo que gane el domingo", dijo sin mojarse. "Es el futuro lo que me interesa, toda mi familia vive allí, y yo voy a verlos de vez en cuando... son mis raíces".

Karembeu lo que exige no es el DNI caledonio -si bien, el acuerdo si ganaba el 'no' era que las islas contarán con doble ciudadanía y sus instituciones podrán estar representadas incluso en foros internacionales-, sino que su gente "viva bien". Cree el exfutbolista que el archipiélago "lo tiene todo para eso: sin hambre, sin enfermedades". Porque, en el fondo, la clave "es la democracia", en algún lugar debería sonar esa palabra... y no la he oído".