Berlín

Dibujo de Manuel Alfonso Ortells, español preso en Mauthausen.

Él formó parte de los que se estima fueron 7.200 españoles enviados a morir, a morir trabajando o a trabajar como esclavos en aquel campo de concentración nazi. Ortells acabó integrando el grupo de unos 2.150 supervivientes de aquel funesto cautiverio a manos del III Reich. Pudo contar la historia de su traumático paso por aquel escenario de muerte en sus memorias, 'De Barcelona a Mauthausen: Diez años de mi Vida (1935-1946)', publicado hace once años. Él rehizo su vida en Francia tras la Segunda Guerra Mundial. De su fallecimiento se cumple un año el próximo mes de noviembre.

Cada vez quedan menos españoles supervivientes de los horrores de Mauthausen. Para que no caigan en el olvido en la geografía española se cuentan varios monumentos a las víctimas españolas del III Reich en Mauthausen. También abundan testimonios escritos, ya sea en libros, novelas o relatos, y audiovisuales, en películas y documentales. La historiadora estadounidense Sara J. Brenneis lleva una década haciendo acopio y estudio de este material. De ese trabajo da cuenta su libro Spaniards in Mauthausen: Representations of a Nazi Concentration Camp, 1940-2015 (Ed. University of Toronto Press) o “Españoles en Mauthausen: representaciones de un campo de concentración nazi 1945-2015”.

Sara J. Brenneis, la autora del libro.

Pese a que todo ese material da cuenta de la existencia de una historia de españoles bajo el yugo nazi, Brenneis apenas sale de su estupefacción cuando afirma a EL ESPAÑOL que, en España, “a escala nacional, no ha habido ningún reconocimiento del Gobierno por la muerte de estos miles de hombres y mujeres que perdieron la vida en campos de concentración”. Para ella, la Ley de Memoria histórica de 2007 apenas atiende a los casos de los españoles víctimas en Mauthausen.

En el preámbulo de dicha ley se dice que es hora de que “la democracia española” y “las generaciones vivas” puedan honrar “para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas, en aquellos dolorosos períodos” de la historia de España. El texto también se destina “a quienes perdieron su libertad, al padecer prisión, deportación, confiscación de sus bienes, trabajos forzosos o internamientos en campos de concentración dentro o fuera de nuestras fronteras”.

Esa alusión a los “trabajos forzosos y campos de concentración fuera de nuestras fronteras” es todo por cuanto pueden darse por aludidas las víctimas y los familiares de las víctimas españolas de Mauthausen. Para Brenneis, la mención de la Ley de Memoria histórica es “muy breve”. “Son apenas un par de palabras”, mantiene. “Los españoles republicanos que fueron víctimas en Mauthausen han permanecido mayormente como fantasmas desconocidos en la sociedad española”, escribe Brenneis en su libro.

Los españoles muertos en Mauthausen de los que se olvida la memoria histórica

En este sentido, Angel del Río, de la Amical de Mauthausen, asociación que agrupa a exdeportados republicanos de los campos de concentración nazis y a sus familiares, dice a EL ESPAÑOL que “el Estado español no ha estado a la altura de otros países europeos en el reconocimiento de estas víctimas”. “La mayoría de supervivientes de los campos murieron y se fueron con la sensación de cierto olvido por parte de las instituciones y sociedad españolas”, agrega Del Río.

Brenneis no es ajena al actual debate sobre la memoria histórica en España. Pero tampoco se le escapa que en “los movimientos para reconocer a las víctimas de la dictadura de Franco no figuran las víctimas de los campos de concentración” nazis, dice esta historiadora, nacida hace 42 años en New Heaven (Conneticut, Estados Unidos).

Víctimas de Franco y del III Reich

Para ella, está claro que los muertos españoles de Mauthausen son también atribuibles a la España de Franco. “Son víctimas de Franco”, dice Brenneis. “El ministro de Asuntos Exteriores y cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, declararía que el Gobierno español no tenía conocimiento de los encarcelamientos y muertos de españoles en los campos de concentración nazis”, recuerda Brenneis en su libro.

Pero “la aparición de correspondencia, documentos y comunicaciones entre oficiales en España y la Embajada española en Berlín ha probado que esa afirmación es falsa”, escribe la historiadora. Ramón Serrano Suñer, falleció hace tres lustros en Madrid. Nunca reconoció que España supiera de esos españoles en campos de concentración.

“Ha habido ya muchas revelaciones sobre la relación entre Franco y Hitler, entre los gobiernos de la Alemania nazi y la España de Franco que revelan que, por omisión y por desinterés o, simplemente, por represalias de Franco, estos españoles fueron olvidados y mandados a los campos de concentración”, abunda la historiadora en su entrevista con este diario. Españoles como los que la España franquista dejó morir en Mauthausen eran, mayormente, republicanos.

“Eran republicanos, antifascistas y luchadores. Tuvieron que exiliarse fuera de España. No podían volver por las represalias de Franco. Estaban condenados. Por este lado hay una implicación de España en la Segunda Guerra Mundial”, agrega Brenneis. “Estos republicanos deportados son una evidencia, la prueba misma de que España fue parte de la historia de la II Guerra Mundial y el Holocausto aunque esto no se reconozca a nivel oficial”, sostiene Brenneis.

El fotógrafo español de Mauthausen

Luchar, en un campo de concentración como el de Mauthausen, donde los españoles básicamente iban a morir trabajando, la lucha adoptaba formas de resistencia muy diversas. Lo eran simples caricaturas como la de Ortells, pues alguna de ellas sirvió de tarjeta de felicitación para mantener la moral entre los presos. O también “proveer más comida a alguien que estaba a punto de morirse”, según Brenneis.

Algunos de los españoles pudieron acceder a trabajar en posiciones privilegiadas para el resto de presos de los campos de concentración, ya fuera en las cocinas o en los talleres. El más conocido de estos trabajadores y resistentes posiblemente sea Francesc Boix, quien trabajó en el laboratorio fotográfico del campo de Mauthausen y pudo realizar copias de las imágenes tomadas por los responsables del campo.

La película de Mar Targarona “El fotógrafo de Mauthausen”, estrenada este viernes en cines, cuenta la historia de Boix. “Boix guardaba copias de las fotos que revelaba para los nazis. Las llevó fuera del campo de concentración, en una operación sumamente peligrosa. Pudo guardar todas esas fotos del campo, que llegaron incluso como pruebas a los Juicios de Núremberg”, recuerda Brenneis. “Esa colección de fotos es la mayor que existe de un campo de concentración”, subraya la historiadora.

El film de Targarona puede verse como un homenaje a estos españoles. Ocurre lo mismo con el libro de Brenneis, que, de hecho, contiene casi un sinfín de alusiones a productos culturales relacionados con el hecho de honrar el destino de los españoles en Mauthausen. Que un homenaje así venga de parte del Gobierno de España, incluso ahora con Pedro Sánchez al frente, parece improbable.

“Al Gobierno de España siempre se le ha hecho difícil enfrentarse a este caso”, sostiene Brenneis. “Porque se mezcla la historia del Holocausto, la historia de la II Guerra Mundial y la implicación del Gobierno de Franco en la II Guerra Mundial”, abunda. Eso suena a hacer demasiada revisión histórica, incluso para un Ejecutivo de Pedro Sánchez que ha logrado romper con el tabú de la exhumación de Franco del Valle de los Caídos.