Berlín

La gran coalición alemana que dirige Angela Merkel vuelve a tambalearse. Ahora lo hace peligrosamente por culpa de unas elecciones bávaras en las que se imponía la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU). Ese triunfo, sin embargo, tiene mucho sabor a derrota.

Merkel y sus aliados pierden en Baviera la mayoría absoluta

La CSU, formación hermanada a la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel, lograba en las elecciones al parlamento regional bávaro un 35,6% de los votos. Oficialmente, los socialcristianos son el partido “vencedor”. Pero su victoria los deja muy lejos de la tradicional posición dominante de la que han gozado en Baviera durante los últimos 61 años.

Respecto a las últimas elecciones bávaras, celebradas en 2013, la CSU ha perdido un 11,6% de los votos. Desde 1957, la CSU ha gobernado cómodamente en Baviera. Pero el domingo los analistas daban por terminado el dominio total de los socialcristianos en la rica región del sur alemán. Es más, ya no se habla de la CSU como un partido hegemónico en Baviera, sino como un partido obligado a ser “normal” y a compartir las riendas del poder.

Para gobernar, los “hermanos” bávaros de Merkel pueden tender la mano a Los Verdes, convertidos en la segunda fuerza política de Baviera tras obtener el domingo un 18,3% de los votos, o los Electores Libres, un partido conservador crítico con la CSU que se reivindicó como tercera formación más votada con un 11,6%. El socialcristiano Markus Söder, el presidente bávaro, ha prometido querer formar un “gobierno estable” para la región. Independientemente de los aliados que busque, la CSU ha quedado mermada. Merkel se llevó un duro golpe el domingo.

Para gobernar, los “hermanos” bávaros de Merkel pueden tender la mano a Los Verdes, convertidos en la segunda fuerza política de Baviera

“Las elecciones en Baviera son un indicador para todo el país. Son comparables a las elecciones de 2005 en el Land de Renania del Norte-Westfalia en las que el entonces canciller Gerhard Schröder sufrió una importante derrota que acabó desencadenando la convocatoria de nuevas elecciones generales”, comenta a EL ESPAÑOL Nils Diederich, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. “En Baviera pierden todos los socios de la coalición gubernamental”, añade.

Alude este experto a la CSU y, por su puesto, al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Los socios de Merkel en la gran coalición han visto en Baviera cómo su electorado se ha reducido a la mitad en apenas un lustro. Si en las elecciones bávaras de 2013 los socialdemócratas conseguían un 20,6% de los votos, el domingo tenían que aceptar haberse convertido en la quinta fuerza política de la región. Sólo obtuvieron un 9,7% de los votos.

Se complica la continuidad de Merkel

Nunca fueron especialmente fuertes en tierras bávaras los socialdemócratas. Pero acostumbraban a ser la segunda fuerza más votada. El resultado del domingo debería ser motivo suficiente para hacer saltar las alarmas.

De hecho, el resultado del SPD en Baviera es el peor que ha de recordarse en el partido. Y esto no es una buena noticia para Merkel. “La CSU está debilitada pero el SPD lo está aún más”, conviene en afirmar a EL ESPAÑOL Julian Zuber, investigador de la prestigiosa Hertie School of Governance. La situación del SPD complica la continuidad de Merkel en el poder. Cuanto menos, “dificulta enormemente” las tareas de gobierno de la gran coalición, según se leía el domingo en uno de los primeros análisis del diario muniqués Süddeutsche Zeitung.

Tras la histórica derrota sufrida hace poco más de un año en las elecciones generales, el SPD, que desde hace seis meses tiene a Andrea Nahles de líder, sigue acusando falta de claridad. En los sondeos de intención de voto en el país, a los socialdemócratas se les llega a situar ya como la cuarta fuerza política. Según una reciente encuesta del instituto Infratest dimap para la radio-televisión pública germana ARD, el SPD cuenta con una intención de voto del 15%. Está por detrás de la ultraderechista Alternativa para Alemania (16%), Los Verdes (17%) y la CDU/CSU (26%).

Katharina Schulze, líder de Los Verdes. Reuters

Desde hace meses, los socialdemócratas caen en las encuestas. La gestión de Nahles no parece estar ayudando a la formación de centro-izquierda. En junio, el diario berlinés Tagesspiegel describía al SPD como una fuerza política sin “conceptos, sin perfil, ni argumentos”. La situación no ha cambiado. Y de ahí resultados como los que lamentaba la propia Nahles el domingo en Berlín. “No pudimos convencer a los electores y es algo amargo”, decía Nahles.

La responsabilidad del Gobierno de Merkel

“En Baviera se ofrece una señal a todo el Gobierno, porque las elecciones allí constituyen un juicio colectivo sobre un Ejecutivo al que ya no se quiere”, según Diederich. Para él, “el hartazgo” con el Gobierno de gran coalición está detrás de los decepcionantes resultados de SPD y CSU en suelo bávaro.

En este sentido, Nahles reconocía en la noche electoral que “una de las razones para el mal rendimiento del SPD en Baviera es el mal rendimiento de la gran coalición en Berlín”. También desde en la capital germana, Annegret Kramp-Karrenbauer, la secretaria general de la CDU, hablaba el domingo de unos electores que habían mandado “una advertencia” en la cita con las urnas bávaras.

Nahles reconocía que “una de las razones para el mal rendimiento del SPD en Baviera es el mal rendimiento de la gran coalición en Berlín"

Por su parte, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) sigue avanzando en la política germana. El domingo lograba entrar en el parlamento regional bávaro. A la hora de escribir estas líneas se le atribuían 24 escaños en virtud del 10,9% de los votos cosechados. A AfD ya sólo le falta conseguir representación en el Land de Hessen, que celebra sus elecciones dentro de dos domingos. Allí gobierna la CDU en coalición con Los Verdes. Lo que ocurra en esa cita con las urnas podría terminar marcando las fechas de la salida de Merkel del poder.

En Baviera, la CSU trató de aplacar el auge de AfD, endureciendo sus mensajes, especialmente contra la inmigración. A falta de días para la cita del domingo, los líderes socialcristianos parecían haber identificado que aquello fue un error. Pero el daño ya estaba hecho. “El cambio estratégico en la CSU de reorientarse hacia el centro ocurrió demasiado tarde”, según Zuber, el investigador de la Hertie School of Governance. Y tanto. Seguro que Merkel también lo lamenta.