“Si Corea del Norte sigue amenazando a EEUU tendremos que destruirles”. “Mi botón nuclear es mucho más grande y poderoso que el tuyo”. Estas y otras amenazas de Donald Trump a Kim Jong-un han conseguido un efecto inesperado: las dos Coreas se han sentado a negociar, en una jugada histórica para rebajar el clima de tensión incesante en el Paralelo 38.

Siguen las conversaciones entre las dos Coreas.

Tras la reunión del martes entre ambas partes, el Sur y el Norte han retomado por primera vez en dos años las comunicaciones militares. El presidente surcoreano, Moon Jae-in, se ha visto obligado a defender este acercamiento con sus vecinos del norte.



Muchos expertos internacionales cree que hacer concesiones al régimen de Kim Jong-un puede ser contraproducente, además de un síntoma de debilidad frente al enemigo común. Seúl, por su parte, defiende que el acercamiento no va en contra de la estrategia de presión internacional para que Pyongyang abandone su programa atómico.



De hecho Jae-in sostiene que el histórico acercamiento es el primer paso para negociar la desnuclearización de Pyongyang. El líder surcoreano ha subrayado que eliminar las armas nucleares de la península sigue siendo una meta básica e irrenunciable pese a que la reunión de la víspera se cerrara sin ningún avance en ese terreno.



"Las desnuclearización de la península coreana es el camino y la meta para la paz. La desnuclearización declarada conjuntamente por las dos Coreas. Esa es una postura básica a la que nunca podemos renunciar", dijo en su discurso de este miércoles.



La necesidad de desnuclearizar Corea del Norte para garantizar la paz y la seguridad regional fue mencionada por la delegación surcoreana durante el encuentro, pero esto enojó a la representación norcoreana, que aseguró que su programa atómico solo tiene como objetivo a Estados Unidos y que para el país es irrenunciable.



Esta nueva etapa de diálogo y acercamiento sí ha dejado un resultado factible, aunque muy simbólico: la participación norcoreana en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en febrero en el condado surcoreano de PyeongChang.

Lejos de admitir que el miedo a que una locura de Trump pase a mayores también ha tenido que ver en el acercamiento entre ambos países, el presidente surcoreano ha atribuido a la mano dura de la Casa Blanca con Kim Jong-un el logro de la histórica reunión. Las históricas conversaciones del martes, "pueden haber sido el resultado de la política de sanciones y presión que ha liderado Estados Unidos", dijo.

Un conflicto de 65 años



Oficialmente, la postura de Washington es dar la bienvenida a este acercamiento. Sin embargo, siguen las señales de que la actitud beligerante de Trump con Corea del Norte no cesará. Según ha publicado esta semana ‘Wall Street Journal’, funcionarios de EEUU están debatiendo la posibilidad de lanzar un ataque limitado en Corea del Norte sin desatar una guerra en la península coreana.



Ese eventual ataque militar de alcance limitado buscaría "hacer sangrar la nariz" al régimen de Pyongyang y se lanzaría como respuesta a cualquier prueba nuclear o balística de Corea del Norte. La operación buscaría demostrar al régimen de Kim Jong-un "el precio que podría pagar por su comportamiento".



Tanto la reapertura de la línea militar como el acuerdo alcanzado el martes entre Pyongyang y Seúl para llevar a cabo futuras conversaciones de rango militar pueden contribuir a atenuar los ánimos en torno a la fortificada frontera entre los dos países, que técnicamente se mantienen en guerra desde hace 65 años.