El pasado miércoles el presidente de Estados Unidos, Donald Trump decidió trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo explícitamente esta ciudad como capital de Israel. La polémica estaba servida, por mucho que Trump defendiera la "valentía" de su decisión: cuatro días después muchas voces han aplaudido el hecho y otras lo han denostado. Pero Washington lo tiene claro e insiste en que Jerusalén sea la capital como un paso trascendental "en el proceso de paz".

La última personalidad estadounidense en defender la tesis ha sido la embajadora ante la ONU, Nikki Haley quien, en una entrevista este domingo en CNN, lo explicó de forma gráfica: la decisión, aseguró, "moverá la pelota hacia adelante" en el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

"Cuando uno toma una decisión siempre va a haber algunos que lo verán negativamente y otros que lo verán de forma positiva. Pero, creo que, al final, esto moverá la pelota hacia adelante en el proceso de paz", aseguró Haley.

Otro motivo más para la tensión

Aunque las autoridades israelíes han mostrado una euforia notable por este espaldarazo más o menos inesperado, lo cierto es que la decisión ha comprometido el papel de Washington como mediador de paz y ha disparado la tensión en la región con decenas de protestas en país árabes y hasta una declaración de condena de los ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe, que pidieron a Trump que se retracte de su decisión.

De hecho, el liderazgo palestino estudia las medidas que deben seguir a la decisión de Trump y, por el momento, el presidente Mahmud Abás, según confirmó este sábado su oficina, decidió no recibir al vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, que visitará la zona este mismo mes.

Haley reconoció que su Gobierno esperaba reacciones negativas, pero insistió en que Trump "ha quitado Jerusalén" de la mesa de negociaciones, de forma que los líderes israelíes y palestinos pueden ahora abordar otros temas, como Jerusalén Este, que los palestinos reivindican como capital de su futuro estado y que Israel ocupó en 1967.

Cuatro muertos este fin de semana

Y mientras el asunto se dilucida en las altas instancias, en la calle se vivió este fin de semana un pico de tensión que dejó cuatro muertos y 150 heridos en las protestas a las que llamaron el partido Al Fatah, que gobierna la Autoridad Nacional Palestina, y Hamás, que lo hace en Gaza. 

El profesor Yosi Shain, director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, aseguró que, pese a la amenaza de una tercera intifada, "la tendencia no parece ser la de una escalada total; más bien parece que lo que está pasando es que (los palestinos) están descargando su frustración por algún motivo, cuando el discurso de Trump en realidad no va a cambiar su situación actual", añadió Shain.

"En estos momentos lo único que me atrevo a decir con rotundidad es que las palabras de Trump han supuesto un éxito diplomático de primera categoría para Israel", concluyó.

Israel habla de una "nueva realidad"

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha llamado a la calma al tiempo que ha pedido a los palestinos que "acepten la realidad" de la capitalidad de Jerusalén por que cuando antes lo hagan "antes habrá paz".

"Le ofrezco al señor Abbas que se siente y negocie; no hay nada más simple", ha declarado Netanyahu, quien ha aprovechado para replicar las palabras del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien esta domingo llamó a Israel "estado terrorista".

"A mí no me va a dar lecciones de moralidad alguien que está bombardeando a la población kurda dentro de su propio país, que ayuda a Irán y que contribuye al terrorismo de Hamás en Gaza. Este no es el hombre que va a darme a mí lecciones de moralidad", ha aseverado Netanyahu.

En cualquier caso la decisión de Trump es, a día de hoy, un gesto que necesitará de tiempo para llevarse a cabo. De momento, el presidente de EEUU firmó un retraso en la medida de seis meses por "motivos logísticos". Más tiempo para que ambos bandos decidan si Jerusalén es capital de paz o una plaza para el conflicto.