La ONU anunció este martes que pedirá 430 millones de dólares a la comunidad internacional para responder a la crisis de los refugiados rohinyás en Bangladesh, una cifra que supone más del doble de lo previsto hace un par de semanas, cuando aún no habían llegado a suelo bangladeshí más de 500.000 rohinyás.

"Vamos a publicar inmediatamente una actualización del plan de respuesta (...) para recaudar 430 millones de dólares de la comunidad internacional y permitirnos ampliar la operación de socorro", indicó en una rueda de prensa el jefe humanitario de la ONU, Mark Lowcock, en el distrito bangladeshí de Cox's Bazar.

Seis semanas después del inicio de la operaciones de Naciones Unidas, Lowcock lamentó que las condiciones en los campamentos rohinyás son "terribles" y anunció que la ONU lanzará su petición el próximo 23 de octubre en Ginebra.

"Tenemos fantásticas propuestas de respuesta de las agencias (sobre el terreno). Ahora estamos en el punto donde la principal limitación a la que nos enfrentamos es la financiación", añadió.

Por su parte, el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, aseguró que la situación de los refugiados en Bangladesh es catastrófica: "Esto no es solo una crisis, sino que para cada persona y niño es una catástrofe, una catástrofe personal".

Lake denunció las "atrocidades" que han padecido los miembros de la comunidad rohinyá antes de llegar a Bangladesh.

"Prácticamente no he visto nunca a lo largo del mundo gente tan traumatizada por las experiencias que ellos han sufrido. No me refiero solo a los niños, sino a las mujeres que han visto a los hombres de su familia ser asesinados o que han sido violadas", denunció.

Más de medio millón de rohinyás han llegado a Bangladesh desde el pasado 25 de agosto huyendo de la ola de violencia en Birmania (Myanmar), según la ONU.

De ellos, más del 60 % son niños, según alertó Unicef.

El inicio del éxodo de los rohinyás comenzó el pasado 25 de agosto, cuando se produjo un ataque por parte de un grupo insurgente de esta minoría musulmana contra puestos policiales y militares birmanos.

En respuesta, el Ejército birmano lanzó una campaña militar que ha sido tildada por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos de "limpieza étnica de manual".