Las relaciones entre Fidel Castro y la Iglesia han variado mucho a lo largo de estos años y, pese a su reconciliación, el cuerpo del líder cubano será cremado.

Cuando triunfó la revolución, la mayoría de la jerarquía católica reaccionó contra el nuevo gobierno. Los sacerdotes fueron expulsados, se cerraron colegios religiosos, se prohibieron las procesiones y algunas de las prácticas eclesiásticas y ser católico era suficiente para ser sospechoso de contrarrevolucionario para el régimen.

La Constitución de 1976 estableció la separación Iglesia-Estado y empezaron a tolerarse algunas relaciones con la Iglesia. Sin embargo, no fue hasta 1991, con la caída de la Unión Soviética, cuando Fidel Castro empezó a buscar otros aliados internacionales. 

En ese momento, la cúpula eclesiástica cubana y el Vaticano se convirtieron en una de las principales vías de diálogo. Durante esos años se fueron tejiendo unas relaciones cada vez más estables que culminaron con la visita de Juan Pablo II en enero de 1998 a la isla.

Karol Wojtyla supuso un punto y aparte en el aislamiento internacional ya que el Papa viajero lanzó el lema que ayudó a los Castro a salir de su ostracismo y a colocar Cuba en la agenda mundial: "Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba para que este pueblo pueda mirar al futuro con esperanza".

Ese mismo año, se celebró la primera misa del gallo desde 1969 y un mes antes de la visita, el día de Navidad volvió a ser festivo. Además, antes de que Juan Pablo II besara el suelo de La Habana se permitió la llegada de 60 religiosos a la isla, se autorizaron las misas al aire libre, se permitió que el cardenal y arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, se dirigiera al país por televisión y se publicó en Granma el mensaje navideño del Papa. 

A partir de ahí, la jerarquía religiosa se ha convertido en interlocutor clave en episodios como la excarcelación de los prisioneros de conciencia de la Primavera Negra en 2010, en su apertura con EEUU, entre otros. Bendecidos estos hitos por la visita de otros dos papas, Benedicto XVI y Francisco.

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Benedicto visitó la isla cuando el poder ya estaba en manos de Raúl Castro para santificar igualmente el traspaso del Gobierno. Era el mes de marzo de 2012, y el hermano de Fidel había iniciado algunas reformas para permitir, entre otras cosas, el nacimiento de actividades económicas privadas.

Las relaciones entre Castro y el cardenal Ortega eran habituales y de hecho fue el principal intermediario para que el papa acabara besando de nuevo tierra habanera.

La Iglesia cubana había ejercido un rol discreto pero destacado para conseguir, entre 2010 y 2011, la liberación de 126 presos políticos (entre los últimos del 'grupo de los 52', los del 'grupo del 75' encarcelados durante la llamada Primavera Negra de 2003). La mayoría de los cuales se exilió de la isla.

Joseph Ratzinger aprovechó la visita para reunirse con los Castro en el Año Jubilar de los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre y pedir la reconciliación de todos los cubanos, criticando a la vez el embargo de EEUU. "Que Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos", dijo el Pontífice en su discurso de despedida en La Habana.

Después de su marcha, se celebró el primer Viernes Santo festivo desde la llegada de la revolución aunque Cuba sigue siendo un país donde sólo el 60% está bautizado y no hay colegios católicos.

El último en visitar la isla ha sido el papa Francisco, en septiembre de 2015. Su primera parada en La Habana era un viaje oficial a Cuba y EEUU, toda una declaración de intenciones que abría las puertas a la recomposición de relaciones entre ambos país.

El papa Francisco se reunió con Fidel Castro en La Habana. Reuters

Su visita era la guinda para impulsar el levantamiento del bloqueo que había anunciado el presidente de EEUU, Barack Obama, en enero de 2014. De hecho, las primeras palabras de Francisco fueron: "Estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos tras años de distanciamiento. Es un proceso, un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo", aseguró nada más llegar al aeropuerto José Martí.

Curioso fue su encuentro con Fidel Castro quien, en los años 70, había profetizado: "Cuba volverá a tener relaciones con Estados Unidos, cuando el presidente de EEUU sea un negro y en Roma haya un Papa argentino".

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