Con unas mochilas bien cargadas de libros, cuadernos, lápices de colores… Así de bien equipados llegan la mayoría de los pequeños -y no tan pequeños- a sus aulas en España estos días. Muchos pueden disfrutar de estrenar una nueva mochila de Patrulla Canina o un estuche de Frozen, o en el caso de los mayores, de su artista preferido. Pero la cosa pinta bien distinta en otras partes del mundo.

61 millones de menores en el mundo con edad de ir a Primaria, no pueden hacerlo, según Unicef. De seguir así, cuatro de cada diez de estos niños probablemente nunca irán a clase, advierte. Más de la mitad de estos menores viven en el África subsahariana y a su vez, más de la mitad de ellos, son niñas, las “más marginadas” en el acceso a los libros y el aprendizaje, según la agencia para la infancia de Naciones Unidas.

La vuelta al cole es “el día más triste para 39.000 niñas”, señala la ONG Plan International. Son las menores obligadas a casarse y a abandonar sus escuelas cada día en el mundo. Haoua es una de ellas. A sus 15 años está recuperándose en un hospital de Níger de las complicaciones en un parto. La obligaron a casarse el año pasado y ni siquiera sabe la edad de su marido. “Apenas le conoce”, explican desde Plan. En países como el de Haoua, cerca de ocho de cada diez niñas son forzadas a contraer matrimonio antes de cumplir los 18 años, según la organización, y sólo una de cada diez niñas accede a la enseñanza secundaria.

Haoua decidió ir a dar a luz a su pueblo, a casa de sus padres. Después de días de dolores, su hermana tuvo que llevarla al hospital. Haoua sufrió mucho durante el parto y el bebé murió. No quiere tener más hijos: su cuerpo aún no estaba preparado para ello. Le encantaría volver al colegio, aprender a leer y escribir. “Ya he sufrido demasiado, no quiero pasar más por esto”, lamenta en un testimonio recogido por Plan.

Alrededor de 14 millones de niñas menores de 18 años son obligadas a casarse cada año en todo el mundo. O lo que es lo mismo: casi 39.000 niñas, algunas con tan sólo cinco años, se casan cada día. En Unicef coinciden en que el matrimonio infantil es una problemática que convierte a las menores en especialmente vulnerables a la hora de acceder a la educación.

Para los niños que viven en campos de refugiados el panorama también es bien distinto a la vuelta al cole en España. “Nosotros hablamos de vuelta al cole casi todo el tiempo, en el sentido en que en situaciones de emergencia vuelvan al cole todos los niños que no están escolarizados”, señala Blanca Carazo, responsable de programas de Unicef Comité Español. En los campos instalan escuelas temporales y a menudo no pueden ofrecer educación reglada (que les convalide el Ministerio de Educación del país de acogida). Pero esas escuelas ofrecen a los pequeños la “oportunidad” no sólo de aprender, sino también de “estar con otros niños, hacer actividades de ocio, que también es importante para la recuperación a nivel psicosocial”, señala Carazo.

Su objetivo es conseguir que tengan acceso a la educación formal, como ya sucede en Jordania. Cuando no es así, los padres a veces renuncian a que sus hijos reciban formación. Es importante “que haya un reconocimiento al final. Nos hemos encontrado situaciones de familias sirias que se desanimaban para llevar a los hijos a la escuela, porque tenían la idea de volver a Siria [cuando mejore la situación] consideran que esos estudios no les sirven. En Jordania, convalidan”, explica Carazo.

600.000 niños refugiados sirios no están yendo a la escuela en países vecinos, según Unicef. Dentro de Siria, 2,1 millones de niños entre cinco y 17 años tampoco van al colegio. A la agencia de Naciones Unidas le “preocupa muchísimo” que se estén normalizando los ataques a las escuelas en ese país.

Misiones Salesianas, con proyectos educativos en 130 países donde ha conseguido dar educación a más de un millón y medio de niños, denuncia que la destrucción de centros educativos y la huida de los profesores que se producen en lugares en conflicto, dificultan no sólo el acceso a la educación de los pequeños, sino también el acceso a una educación de calidad. Sin olvidar que “volver a ponerlos en marcha es difícil y varias generaciones se pierden por el analfabetismo y la falta de capacitación”. El 36% de los niños sin acceso a la educación primaria viven en países en conflicto, de acuerdo con Unicef.

“El acceso universal a una educación de calidad no es un privilegio, es un derecho humano básico”, recordaba la agencia de Naciones Unidas el pasado enero al actualizar las cifras del acceso global a la educación, cuya tendencia se mostró regresiva: entre 2010 y 2013 el número de pequeños sin acceso a educación primaria en el mundo se incrementó un 4,2%. Al mismo tiempo, la ayuda a la educación ha descendido un 10% en los últimos seis años.

Alberto López, portavoz de Misiones Salesianas, calcula que "con 30€, que es la mitad de lo que cuestan muchas de las mochilas en la actualidad, una niña en África Occidental puede comer, vestirse, ir a la escuela y tener material escolar durante un mes". Unicef teme por el receso en la calidad de la educación, que -asegura- puede aumentar el Producto Interior Bruto per cápita de un país en un 23% en un plazo de 40 años.

Al empezar el curso escolar en un centro de los misioneros el pasado año en Ciudad Juárez (México), el pequeño René comentó: "Me encanta ir a la escuela y aprender. Sé que es una oportunidad que no todos los niños tienen y quiero aprovecharla. De mayor quiero ser maestro para enseñar a otros niños como yo y para conseguirlo voy a estudiar mucho y sin quejarme". Sin privilegios como la mochila de su personaje preferido, pero con una alegría de quien es consciente de la importancia de su propia educación con sólo ocho años.

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