Caracas

El referendo para revocar el mandato de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela sigue por la vía más lenta. Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral, anunció que, de cumplirse con todos los requisitos, al órgano electoral le tomará varios meses más realizar la consulta. Incluso anunció que el revocatorio podría ser después del 10 de enero de 2017, fecha que, según la Constitución, le permitiría al chavismo seguir en el poder hasta 2019, de la mano del vicepresidente, a pesar de que Maduro sea revocado.

La oposición venezolana insiste en que la demora del CNE no tiene justificación y han convocado a una gran manifestación nacional para el próximo 1 de septiembre. Ellos insisten en que el referendo se debe realizar este año, para que así se convoquen elecciones presidenciales una vez que el resultado de la consulta le dé la espalda a Maduro. Pero en el CNE se escudan en las complejidades técnicas implícitas en la ejecución de este tipo de eventos.

Dentro de la agenda de Lucena, no se mostró ningún espacio para la realización de las elecciones regionales que tal como indica la Constitución deben ser este año. Sí informó que apenas será a finales de octubre cuando el CNE proceda a recoger las intenciones de los ciudadanos que, de llegar al 20% establecido, llevarían al referendo “dentro de un lapso de 90 días”.

Si se mantiene la tendencia mostrada hasta ahora, el revocatorio se realizaría en el primer trimestre de 2017. Lucena no ha negado la posibilidad de que sea antes del 10 de enero, pero es tan solo eso, una posibilidad que no satisface las expectativas de dirigentes opositores como Henrique Capriles. Él espera que la presión popular obligue al CNE a apurar el paso, en medio de una situación crítica desde el punto de vista económico y social en Venezuela.

El revocatorio podría ser una válvula de escape ante el hervidero que es la Venezuela de estos días, pero la retórica del Gobierno de Maduro ha negado una y otra vez esa posibilidad.

Lucena, como una tesista

En una larga exposición que acaparó la atención de los venezolanos, Lucena comenzó su inusual discurso remontándose al año 1999, cuando fue aprobada la Constitución de Venezuela y se incluyeron diferentes tipos de referendos que garantizaban el carácter “participativo y protagónico” del país.

Pero ella no le hablaba a los venezolanos, y eso quedó claro cuando se convocó al cuerpo diplomático acreditado en el país para que asistiera al evento y por la forma en la que trató de explicar los procesos. Por su forma de expresarse, por las láminas que usó de apoyo parecía que estaba defendiendo un proyecto, que defendía una tesis académica ante un jurado.

Como testigos del momento, las cámaras enfocaron a personajes vinculados al chavismo: Manuel Fernández, presidente de la Estatal Compañía Nacional de Teléfonos de Venezuela, al encuestador Oscar Schemel, y al vicepresidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno. Lo curioso es que en una intervención que pretendía despejar dudas sobre una solicitud hecha por la Mesa de la Unidad Democrática, no había ni un solo representante de la oposición en el salón. Tampoco hubo acceso para los periodistas, que tuvieron que ver la intervención en un televisor en otra sala.

Otro ausente fue Luis Emilio Rondón, uno de los cinco rectores que componen el CNE y que ha sido la única voz disidente ante las decisiones de la mayoría. Él, una vez terminada la alocución de Lucena, aseguró que no existe ningún impedimento tecnológico, logístico o jurídico para que el referendo se realice en 2016. “La inexistencia de un cronograma desde el momento de la solicitud de la activación del revocatorio ha lesionado el principio de imparcialidad que debe garantizar el ente y ha ido en detrimento de la igualdad que debe existir entre las partes”, ha escrito Rondón en un comunicado que finaliza con una frase que engloba su posición: “Estamos a tiempo”.

La relatividad del tiempo

Lucena hizo un recuento de los anteriores procesos revocatorios que se han realizado en Venezuela para ir estructurando la tesis principal de su discurso: “El CNE no puede apurar ni retrasar un referendo revocatorio donde los intereses y derechos son contrapuestos”.

Ella dice que se deben respetar los lapsos, pero en la oposición aseguran que el Poder Electoral los incumple para beneficiar al chavismo. Lucena responde que no se dejarán presionar. Expone que el CNE tiene una “capacidad enorme para responder ante los retos”, pero insiste en que los lapsos “no se pueden atropellar”.

La presidenta del ente electoral ha recordado que realizar una elección no es un proceso fácil, que requiere de varias etapas técnicas y que su misión es velar por el buen cumplimiento de los eventos electorales. “Cada fase necesita un tiempo y un esfuerzo. Lesionar los tiempos, significa lesionar la efectividad del mecanismo propiamente dicho”.

Según sus cálculos, para el referendo revocatorio contra Hugo Chávez, realizado en 2004 y que supuso una victoria para el fallecido mandatario caribeño, se necesitaron 319 días. Lucena dijo que los “revocatorios pequeños” que se hicieron en algunos municipios en 2007, se llevaron 200 días para su ejecución.

El CNE cuenta que van 118 días desde que aceptó el primer requisito de la MUD (Mesa de la Unidad) para revocar a Maduro el 14 de abril de este año. Los tiempos que maneja el CNE podrían salvar a Maduro de ser revocado en 2016, pero en la calle, la angustia de la gente que no consigue comida ni medicinas, cuyo salario no alcanza por culpa de una inflación incontrolable que va a un ritmo mucho más acelerado.

Por eso “Chúo” Torrealba, dirigente de la MUD, insiste con el reto de la disidencia y pide al CNE que apure sus tiempos: “Va a haber revocatorio en el 2016, es técnicamente posible, políticamente pertinente e indispensable socialmente”.

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