Bruselas

En los últimos años, cada vez que se pregunta en un referéndum sobre la Unión Europea, la respuesta es siempre ‘no’. El último caso es la consulta que celebró Holanda este miércoles sobre el acuerdo comercial entre la UE y Ucrania. Una amplia mayoría del 61% rechaza ratificar el pacto, mientras que sólo el 38% lo acepta. La participación fue del 32%, ligeramente por encima del umbral del 30% que obliga al Gobierno de Mark Rutte a tener en cuenta el resultado.

 

“Hay un creciente sentimiento de euroescepticismo en toda Europa y los referéndums son instrumentos con los que se canaliza esta frustración. Si hay un tema de la UE que se somete a una consulta, las posibilidades de que sea rechazado son muy altas”, explica a EL ESPAÑOL el analista del Center for European Reform, Rem Korteweg. El más importante a corto plazo es el referéndum sobre el Brexit convocado para el 23 de junio.

 

El referéndum holandés parte de una iniciativa popular contra el Goberno de Rutte, que apoyó el acuerdo con Ucrania. Se basa en una reciente reforma legal que permite convocar consultas no vinculantes siempre que se reúnan 300.000 firmas. El blog satírico GeenStijl actuó como promotor de la recogida de firmas. Aunque el resultado no le obliga, Rutte ya ha dado a entender que no ratificará el pacto en su forma actual.

 

En la campaña del ‘no’ se han mezclado dos argumentos. Por un lado, la crítica a la corrupción en Ucrania, que se ha visto reforzada por la aparición de su presidente, Petro Poroshenko, en los papeles de Panamá. Y el miedo de que el pacto sea el primer paso para la entrada de Kiev en la UE. “El segundo argumento principal es el descontento y la frustración por la forma en que funciona la UE. Se ha presentado el acuerdo como ejemplo de cómo un grupo de políticos que no han sido elegidos y no tienen que rendir cuentas toman decisiones en contra de la voluntad de las opiniones públicas nacionales”, explica Korteweg.

 

Bruselas minimiza el impacto

 

Cuando se anunció el referéndum holandés, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, avisó de que un voto negativo “podría abrir las puertas a una crisis continental” y resaltó que sólo Rusia saldría beneficiada. Ahora, su portavoz, Margaritis Schinas, asegura que se trata de una “cuestión nacional” y que corresponde al Gobierno holandés resolverla. “El presidente está triste”, ha admitido el portavoz.

 

El Ejecutivo comunitario resalta que el acuerdo con Ucrania ha sido ratificado por la Eurocámara y por los otros 27 Estados miembros. Además, los capítulos comerciales se están aplicando ya de forma provisional. “No hay impacto”, asegura Schinas. “La Comisión sigue comprometida en el desarrollo de las relaciones con Ucrania”, ha agregado.

 

Para el investigador de Open Europe Pieter Cleppe, si la UE ignora el resultado del referéndum holandés y sigue adelante con sus planes con Ucrania, contribuirá a “reforzar el euroescepticismo”. “Eso se usará como argumento en Holanda y en otros países de que la UE no es democrática y de que no escucha”, explica a EL ESPAÑOL.

 

Todos los referéndums que la UE ha perdido

 

-La Constitución Europea. El último referéndum que la UE ganó por amplio margen fue el que celebró España sobre la Constitución Europea el 20 de febrero de 2005. El ‘sí’ se impuso con el 76,7% de los votos. Pero unos meses más tarde, el 29 de mayo, los franceses rechazaron el texto con un 54,7% de votos desfavorables. También los votantes holandeses votaron ‘no’ (61,6%) el 1 de junio. El resultado es que la Constitución Europea se transformó en el Tratado de Lisboa con algunos cambios cosméticos, como suprimir las referencias al himno o la bandera europeas. Francia y Holanda optaron entonces por la ratificación parlamentaria.

 

-El Tratado de Lisboa. Irlanda fue el único país que celebró en 2008 un referéndum sobre el Tratado de Lisboa porque su Constitución le obliga. Y ganó el ‘no’ con el 53,4% de los votos. El Gobierno de Dublín negoció nuevas concesiones, en particular que se mantuviera la regla de un comisario por país, y convocó una segunda consulta el 2 de octubre, en la que se impuso el sí con el 67,1%. Irlanda ya tuvo que convocar dos referéndums sobre el anterior Tratado de Niza.

 

-Los ajustes exigidos por la troika a Grecia. El Gobierno de Alexis Tsipras sometió a referéndum los ajustes que exigía la UE a cambio del tercer rescate de 86.000 millones de euros. La consulta se celebró el 5 de julio de 2015. El 61,3% de los votantes dijo ‘no’. Pero pocos días después, el propio Tsipras capituló y aceptó las exigencias de la troika a cambio de la asistencia financiera.

 

-El referéndum de Dinamarca. La consulta celebrada en Dinamarca el pasado 3 de diciembre pasó bastante desapercibida en el resto de la UE porque su objetivo no era una mayor separación sino una mayor integración. El Gobierno danés defendía unirse a las políticas comunitarias en materia de justicia e interior, en las que Copenhague no participa. El 53,1% de los votantes dijeron no. Pese a ello, el primer ministro Lars Loekke Rasmussen quiere negociar un acuerdo paralelo para participar en Europol.

 

El referéndum del Brexit, la prueba de fuego

 

En los próximos meses podrían llegar nuevos referéndums contra las políticas de la UE, como la consulta sobre las cuotas de refugiados que ha prometido el primer ministro húngaro, Viktor Orban. O un voto popular en Holanda sobre el tratado de libre comercio entre la UE y Estados Unidos. Pero todos los analistas coinciden en que la prueba de fuego es el referéndum sobre el Brexit del 23 de junio. Porque además en este caso se plantea una pregunta directa y clara sobre la posible salida de la UE.

 

¿Qué impacto tendrá el ‘no’ holandés en Reino Unido? El líder del euroescéptico UKIP, Nigel Farage, ha hecho campaña en Holanda y se ha felicitado por el “gran voto de no a la UE” en su cuenta de Twitter.

 

“Tendrá un efecto, pero no hay que sobreestimarlo”, opina Cleppe. Los temas de campaña son diferentes y no existe una opinión pública común europea, alega. En cambio, para el analista del Centre for European Reform, el impacto podría ser grande.

“El ‘no’ holandés muestra es que la UE atraviesa un periodo de crisis y divisiones. Alimenta la percepción de que la UE es frágil y está al borde de fragmentarse. Y eso aumentará la percepción en Reino Unido de que quizá es mejor abandonar el barco antes de que se hunda por completo”, afirma Korteweg.

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