Bruselas

La crisis de los refugiados amenaza con hacer estallar en pedazos la Unión Europea. Ante la falta de una respuesta común al desafío migratorio, los Estados miembros están formando diferentes bandos enfrentados. Ya no se trata sólo de una división en dos polos, como ocurrió en la crisis del euro con los países del norte contra el sur. Ahora las fracturas son múltiples. Cada grupo adopta sus propias medidas, que a menudo son incompatibles entre sí y agravan los problemas. El último ejemplo es la coalición que ha formado Austria con los países de los Balcanes para tratar de aislar a Grecia.

El ambiente en la reunión de ministros del Interior de la UE de este jueves ha sido de máxima tensión. El comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, ha exigido a los Gobiernos que apliquen las decisiones adoptadas a nivel comunitario, como el reparto de refugiados. "No podemos continuar con medidas unilaterales, bilaterales o trilaterales. Sus primeros efectos negativos ya son visibles", ha avisado. A falta de soluciones comunes, "existe el riesgo de que el sistema se rompa por completo", ha dicho Avramopoulos.

Austria y el cierre de fronteras

 

Al principio de la crisis, Austria hizo frente común con Alemania en su política de puertas abiertas a los refugiados. Pero la semana pasada se desmarcó de Berlín alegando que ya no puede soportar más la presión migratoria. Por sorpresa, Viena ha fijado topes en el número de refugiados que admite: sólo 80 personas al día pueden pedir asilo en el país y a 3.200 se les permite transitar a otros Estados miembros. La maniobra austríaca ha indignado a sus socios y a la Comisión Europea, que considera que estos límites vulneran el derecho europeo e internacional.

 

Austria se ha aliado ahora con los países de los Balcanes, con un objetivo común: sellar las fronteras para que los refugiados que llegan a Grecia desde Turquía no puedan después viajar hacia el centro de Europa. El Gobierno austríaco organizó el 24 de febrero una reunión en Viena a la que invitó a nueve países, pero de la que excluyó adrede a la República Helénica. Participaron Croacia, Eslovenia, Bulgaria, Albania, Bosnia, Kosovo, Macedonia, Montenegro y Serbia.

“No es posible procesar un número ilimitado de migrantes y solicitudes de asilo”, sostiene la declaración conjunta aprobada por estos países. Y cita los “recursos limitados”, las “posibles consecuencias para la seguridad interior y la cohesión social” y los “desafíos en materia de integración” como los principales motivos para frenar los flujos de refugiados. Austria y los países de los Balcanes apuestan como solución por blindar la frontera entre Macedonia y Grecia.

Hungría y el rechazo al reparto de refugiados

Hungría y el resto de países del denominado grupo de Visegrado (Polonia, República Checa y Eslovaquia) tienen en común con Austria y sus socios de los Balcanes el culpar a Grecia de todos los males. Sostienen que Atenas no hace lo suficiente para proteger sus fronteras exteriores y tampoco acepta que la UE asuma el control. Y han reclamado a la UE un “plan alternativo” que también consistiría en aislar a Grecia e impedir que los demandantes de asilo salgan de allí.

 

Pero mientras que Austria es uno de los promotores del reparto de demandantes de asilo de forma equitativa entre todos los países de la UE, Budapest y sus socios se oponen a cualquier sistema de cuotas. Tanto Hungría como Eslovaquia han recurrido ante el Tribunal de Justicia de la UE el reparto de 160.000 refugiados acordado en septiembre. Ninguno de los dos países ha ofrecido plazas. Y el presidente húngaro, Viktor Orbán, ha ido un paso más allá al anunciar un referéndum sobre las cuotas. “Las cuotas cambiarán el perfil de Europa desde un punto de vista étnico, cultural y religioso”, ha dicho en una entrevista al periódico alemán Bild.

Fernández Díaz charla con su homólogo belga en la reunión de ministros del Interior. UE

 

Alemania y las puertas abiertas

 

La canciller alemana, Angela Merkel, y su política de puertas abiertas a los refugiados, se está quedando cada vez más aislada en la Unión Europea. Hasta el punto de que ya ha empezado a cambiar su discurso y poner más énfasis en la necesidad de reducir el flujo de refugiados, con iniciativas como el acuerdo con los turcos. Para el próximo 7 de marzo se ha convocado una nueva cumbre UE-Turquía sobre esta cuestión. Merkel es también la principal defensora del reparto de refugiados para que la presión no se concentre en un número reducido de países europeos sino que se reparta entre todos los Estados miembros.

 

Sin embargo, sus principales aliados en la cuestión de las cuotas se distancian de Berlín. Austria ha cambiado de bando. Suecia, el país de la UE que recibe mayor número de refugiados per cápita, ha reforzado los controles fronterizos con Dinamarca para tratar de rebajar la presión. También Bélgica acaba de imponer controles en la frontera con Francia para impedir que lleguen inmigrantes desde Calais. Y Holanda dice que la prioridad debe ser frenar la llegada de refugiados.

El ministro del Interior griego, Yannis Mouzalas. UE

 

Grecia y el aislamiento

Grecia es el país donde se concentra de nuevo toda la presión. Desde principios de año han llegado ya alrededor de 100.000 personas a las islas helenas, según los datos de la Organización Internacional de Migraciones. La UE ha lanzado un ultimátum de tres meses al Gobierno de Alexis Tsipras para que mejore la protección de sus fronteras. Y cada vez son más los países que quieren aislarle para que los migrantes se queden allí. Las autoridades helenas denuncian que Bruselas pretende convertir su país en un gran campo de refugiados.

“Grecia no aceptará medidas unilaterales. Grecia también puede llevar a cabo medidas unilaterales. Grecia no aceptará convertirse en el Líbano de Europa, en un gran depósito de almas, aunque esto se haga con importante financiación de la UE”, ha avisado en Bruselas su ministro de Inmigración, Yannis Mouzalas. Y Atenas ha llamado a consultas a su embajadora en Viena por lo que considera actitud hostil de Austria. Italia se encuentra en una situación parecida a la de Grecia, aunque con menos presión ahora por la bajada del número de migrantes que llegan a las costas de Lampedusa. Desde principios de año, han desembarcado alrededor de 7.500 personas.

España, perfil bajo

España, y en menor medida Francia, juegan un papel secundario en esta crisis porque no les afecta directamente la llegada de refugiados y han preferido adoptar un perfil bajo. El Gobierno de Mariano Rajoy se opuso en julio a la cuota asignada por Bruselas, pero luego corrigió su posición y dijo que aceptaría a los demandantes de asilo por razones humanitarias. De los 17.000 refugiados que le corresponden, de momento sólo han llegado 18.

En la práctica, España se sitúa mucho más cerca de los países del Este que de Alemania. El Gobierno en funciones sigue oponiéndose a la aprobación de un mecanismo permanente y obligatorio de reparto de refugiados. Y es uno de los que más se resisten a la creación de una Agencia Europea de Fronteras, porque no quiere ceder soberanía a la UE en esta materia.

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