Los responsables de los albergues públicos de Cardiff han obligado a los solicitantes de asilo a llevar permanentemente en la muñeca una pulsera de un color rojo muy llamativo, lo que habría facilitado que estas personas hayan sido víctimas de discriminación y ataques.

La polémica ha saltado este domingo a raíz de un reportaje del diario británico The Guardian que revela que los responsables de la empresa Clearsprings Ready Homes, contratada por el ministerio de Interior para gestionar el alojamiento y la manutención de los refugiados en la ciudad galesa, les han dicho a los refugiados que tienen que llevar siempre puestas las pulseras o no les darán de comer. Esta es a menudo su única fuente de alimentos, ya que tienen prohibido trabajar y no reciben ningún tipo de asignación.

La situación se produce después del escándalo que ha generado el hecho de que las casas destinadas a acoger a solicitantes de asilo de Middlesbrough, ciudad británica al noreste de Inglaterra, hayan sido pintadas del mismo color rojo, lo que también ha provocado varios ataques. En ambos casos los responsables son los gestores de empresas privadas concesionarias de una contrata del Ministerio del Interior.

"El tiempo que estuve en (la casa de acogida) Lynx House (de Cardiff) ha sido una de las experiencias más horribles de mi vida. Odiaba llevar la pulsera y a veces me negaba y me echaban de la fila de la comida", relata Eric Ngalle, un solicitante de asilo que consiguió el reconocimiento del estatus en noviembre de 2015, en declaraciones a The Guardian.

Ngalle ha explicado que si se negaban a llevar las pulseras les amenazaban con "informar al Ministerio del Interior". "Presenté una queja por las pulseras en Clearsprings, pero no hicieron nada. Teníamos que ir andando desde nuestro cuarto durante diez minutos para conseguir la comida y salir a la calle con las pulseras a la vista", señala Ngalle, quien ahora trabaja como escritor y en producciones teatrales.

'VETE A TU PAÍS'

"En ese trayecto solía haber mucho tráfico y a veces los conductores, al ver las pulseras, nos pitaban y nos gritaban por la ventanilla frases como 'vete a tu país' y otras frases desagradables", afirma. Además, si se quitan la pulsera no se la pueden volver a poner debido a tipo de cierre, "así que si quieres comer, tienes que llevarla siempre".

Otro refugiado, Maher, de 41 años, ha conseguido recientemente que le concedan asilo. También ha expresado su enfado por que se les obligara a llevar pulseras. "La gente sabía quién eras y dónde vivíamos. Sentimos que no somos iguales en esta comunidad. Intentaba esconder la pulsera para que no se viera", ha señalado.

Los solicitantes de asilo no pueden trabajar ni solicitar ayudas sociales, pero algunos sí reciben una asignación mensual o una tarjeta para comprar en supermercados. Sin embargo, los recién llegados no tienen ni siquiera estas ayudas del Ministerio del Interior y son alojados en instalaciones parecidas a hoteles en las que se les da tres comidas al día.

"La pulsera es discriminatoria, así de sencillo. Si no hay pulsera, no hay comida. Nos hacían sentir como seres humanos de segunda clase", ha relatado el sudanés Mogdad Abdeen, de 24 años.

Todos los que han hablado son antiguos inquilinos de Lynx House, ya que las personas que están alojadas actualmente han rechazado hacer declaraciones por miedo a posibles castigos. Solo aceptaron que se fotografiaran sus pulseras.

Desde grupos de ayuda a refugiados como Trinity Centre denuncian que la situación ha sido ya planteada ante el Ministerio, pero no se ha hecho nada. "Estas pulseras señalan a los solicitantes de asilo y los estigmatiza aún más en un entorno ya de por sí muy hostil", ha explicado la coordinadora del Trinity Center, Chloe Marong. "Tiene que haber un sistema para garantizar que sean alimentados sin humillarles públicamente ni perjudicar las relaciones interraciales", ha añadido.

Desde Clearsprings argumentan que la empresa ha tomado medidas para que se aumente la capacidad de suministro y que estas pulseras facilitan este trabajo. Además, han destacado que las pulseras no tiene ningún tipo de marca ni inscripción. El sistema se implantó en mayo de 2015 ante el aumento de solicitantes de asilo.

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