Bruselas

La Comisión de Jean-Claude Juncker quiere que la Unión Europea asuma el control de sus fronteras exteriores, arrebatando la autoridad a los gobiernos nacionales. Esa es la filosofía que está detrás del nuevo cuerpo europeo de guardia de fronteras y costas que el Ejecutivo comunitario propondrá el próximo martes 15 de diciembre. En caso de crisis migratoria, los policías fronterizos podrán desplegarse incluso si el país afectado se opone. La batalla está servida, porque muchos estados miembros se resisten a ceder soberanía a Bruselas en esta materia.

“Teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra la UE, el control eficaz de las fronteras exteriores es una condición para garantizar que el espacio sin fronteras Schengen no se vea amenazado”, ha dicho el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas, que ha calificado de “audaz” el plan que se presentará la semana que viene. Durante el año 2015 han llegado a la UE alrededor de 1,2 millones de inmigrantes y refugiados, muchos de ellos huyendo de la guerra de Siria. La falta de soluciones ante esta intensa presión migratoria ha dividido a los países europeos y les ha llevado a adoptar medidas unilaterales de cierre de fronteras y construcción de vallas.

Lo que propone Bruselas

El Ejecutivo comunitario plantea transformar la actual Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex) en una auténtica guardia costera y fronteriza común. Para ello, el primer paso será duplicar su presupuesto, que este año ha sido de 143 millones de euros, aumentar su plantilla de 400 a 1.000 personas y dotarla de medios propios como lanchas guardacostas, según han confirmado fuentes europeas. Además, por primera vez se constituirá una reserva de otros 1.500 efectivos, que deberán estar disponibles en los estados miembros para movilizarse en un plazo máximo de tres días en caso de emergencia.

Las competencias de Frontex, que se creó en 2004, se limitan en la actualidad a coordinar la labor de las policías fronterizas de los estados miembros. Apenas cuenta con barcos o aviones propios. Depende de lo que quieran aportar los gobiernos cada vez que se organiza una operación de patrullaje conjunta. Así, a principios de octubre la agencia pidió 775 guardias fronterizos para ayudar a Grecia y a Italia. Dos meses y medio más tarde, los países sólo le han enviado 447 efectivos pese a tratarse de una situación de urgencia. La Comisión quiere que en el futuro los agentes de Frontex tengan poderes ejecutivos similares a los de las policías nacionales y capacidad para organizar vuelos de repatriación de inmigrantes irregulares.

Pero la principal novedad de los planes de Bruselas es el modo de intervención de esta especie de policía federal, que supone una soberanía compartida de las fronteras exteriores de la UE. En caso de detectar problemas graves en el control de una frontera Schengen, será la propia Comisión la que decida en última instancia la activación del cuerpo europeo. Y podrá enviar a sus efectivos incluso si el país afectado lo rechaza. Los estados miembros sólo podrán bloquear esta intervención si reúnen una mayoría cualificada de votos en contra. Este sistema de ‘mayoría cualificada inversa’ se ideó durante la crisis del euro, para que las sanciones a los países con déficit excesivo fueran semiautomáticas.

Lo que piensan los estados miembros

La propuesta de Bruselas cuenta con el respaldo expreso de Alemania y Francia. Los ministros del Interior de los dos países enviaron una carta a la Comisión el pasado 3 de diciembre en la que pedían que “en circunstancias excepcionales Frontex debería poder adoptar la iniciativa de desplegar, bajo su propia responsabilidad, equipos de intervención rápida en las fronteras”. Alemania lleva meses impulsando todo tipo de iniciativas a escala de la UE, entre ellas el acuerdo migratorio con Turquía, para frenar el flujo de refugiados. La mayoría quieren dirigirse a Berlín desde que la canciller Angela Merkel anunció que concedería el asilo a todos los sirios que llegaran a territorio alemán.

“Los alemanes están cada vez más nerviosos porque ven los resultados de una decisión anunciada a la ligera. Y la Comisión se doblega como un junco flexible a la voluntad alemana”, explica un diplomático europeo. Y añade que a ningún estado miembro le sobran funcionarios de fronteras para enviarlos a Grecia o Italia, como sugiere el Ejecutivo comunitario. Una propuesta como la que plantea Bruselas tardaría mucho en ponerse en marcha porque se necesita, por ejemplo, dar una formación común a los guardias.

Pero la principal batalla será la de la soberanía. ¿Quién decide sobre las fronteras de Grecia o sobre las de Ceuta y Melilla, los gobiernos de Atenas y Madrid o Bruselas y Alemania? “El control de las fronteras es el último reducto de la soberanía. Si un país no puede controlar sus fronteras, no existe como país”, sostiene el diplomático. Malta o los estados del este se resisten a ceder soberanía a la UE en materia de fronteras. A España no le “entusiasma” la idea, aunque tampoco encabeza el frente del ‘no’. En una reunión celebrada en octubre en Luxemburgo, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, se distanció de las ideas de Francia para un cuerpo europeo de guardias fronterizos y apostó en su lugar por reforzar Frontex.

Grecia, en el punto de mira

En el punto de mira de los planes de Bruselas está de nuevo Grecia. El resto de socios acusan a Atenas de no controlar sus fronteras ni tampoco permitir que sea la UE la que se haga cargo, permitiendo que los inmigrantes lleguen al centro de Europa a través de la ruta de los Balcanes. Entre julio y noviembre de este año han llegado a las islas griegas un total de 492.000 refugiados, pero las autoridades griegas sólo han registrado a 121.000, según consta en el expediente sancionador que la Comisión abrió a Grecia el 10 de diciembre por incumplir la legislación de la UE en esta materia.

La fuerte presión de los demás países, que han llegado a amenazar con expulsar a Grecia del espacio Schegen, empezó a surtir efecto el 3 de diciembre, cuando el Gobierno de Alexis Tsipras pidió por fin el despliegue de efectivos de Frontex en las islas del Egeo. Pero la Comisión y Alemania quieren que en el futuro estas intervenciones sean más fáciles y rápidas. En todo caso, la creación del cuerpo europeo de guardias de fronteras debe ser aprobada por los gobiernos por mayoría cualificada y por la Eurocámara. No está claro que la presión de Berlín sea suficiente para que salga adelante.

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