Nueva York

Hussam Al Roustom dejó Homs, en Siria, en marzo de 2013 junto a su mujer y sus dos hijos, un varón que sufre autismo y una niña. Llegaron a un campo de refugiados en Jordania y en junio de este año, tras un intenso escrutinio, pudieron volar a Estados Unidos, donde recibieron asilo y se instalaron en Jersey City, en Nueva Jersey, la segunda ciudad más diversa del país, donde ahora intentan rehacer sus vidas.

“El pueblo sirio no es terrorista. El terrorismo no es un problema sirio. La gente huye de Siria por la guerra”, dijo Hussam, rodeado de micrófonos en una sala atestada de corresponsales extranjeros. “Vinimos en busca de una vida digna”, remarcó.

La familia de Hussam Al Roustom es una de las pocas que obtuvo asilo político en Estados Unidos, donde los ataques de París han convertido a los refugiados en carnada política: los republicanos, obsesionados con la seguridad nacional, quieren cerrarles las puertas y los demócratas –con algunas disidencias– se han plegado detrás del presidente Barack Obama, que prometió recibir 10.000 refugiados más este año.

Estados Unidos ha aceptado 2280 refugiados sirios desde que comenzó la guerra civil. Más de cuatro millones de personas han huido del caos en Siria en la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Alemania, sólo este año, espera recibir unos 800.000 refugiados.

Hussam y su familia pasaron por un largo escrutinio antes de tomar el avión al aeropuerto Newark Liberty, en Nueva Jersey. En Jordania, en el campamento de refugiados de Zaatari, se registraron con la Alta Comisión de Refugiados de la ONU. Luego atravesaron dos años de controles, de los que participaron nueve agencias del gobierno federal, incluidas el FBI, el Departamento de Seguridad Interior, el Centro Nacional Contra el Terrorismo y la Agencia Nacional de Seguridad.

Hussam Al Roustom. R. Mathus

Hussam dijo que las entrevistas, de las que perdió la cuenta, se estiraron más de un año. A veces, las autoridades entrevistaban a toda la familia. Otras, a cada uno por separado. El proceso incluyó también exámenes médicos.

“Los refugiados son los individuos más escudriñados que ingresan a Estados Unidos”, sentencia Mahmoud Mahmoud, director del Centro de Relocalización de Refugiados de Church World Service (CWS), una organización creada tras la Segunda Guerra Mundial que asiste a los refugiados cuando llegan al país. Fue una frase casi calcada a la que Obama lanzó desde Asia.

Estados Unidos tiene una tasa de aceptación un poco por encima del 50%, según fuentes oficiales. La mitad de los refugiados sirios aceptados han sido niños; una cuarta parte adultos mayores de 60 años y sólo el 2% son hombres solteros en “edad de combate”. Dos datos más: ninguna de las personas acusadas ante la justicia de tener vínculos con EI proviene de Siria; más aún: el 81% son norteamericanos, según el Centro de Seguridad Nacional de la Universidad Fordham.

Republicanos contra demócratas

Nada de esto alcanzó para frenar la histeria. Más de la mitad de los gobernadores del país, 25 republicanos y una mandataria demócrata, exigieron a Obama que impidiese el ingreso de refugiados sirios. No pueden hacer mucho más: el programa de asilo político es federal y una vez que un refugiado llega al país puede moverse como un ciudadano más e ir donde quiera.

La Cámara de Representantes, bajo control republicano, aprobó un proyecto de ley que profundiza los controles para los ciudadanos sirios e iraquíes que soliciten asilo. Medio centenar de demócratas votaron a favor del proyecto. Fue sólo un manifiesto político: el proyecto tiene poquísimas posibilidades de atravesar el Senado y Obama ya anunció que lo vetará si llega a su escritorio.

La discusión sobre los refugiados también acaparó la campaña presidencial.

Uno a uno, los candidatos republicanos llamaron a resguardar la seguridad nacional y frenar el ingreso de las víctimas de la violencia en Medio Oriente. Donald Trump dijo que creará una “base de datos de musulmanes”; Jeb Bush y Ted Cruz propusieron permitir la llegada de “refugiados cristianos”, sin reparar en el hecho de que la discriminación es ilegal. El resto reclamó negarles el acceso a todos.

“¿Qué es lo que pasa?¿Por qué no están peleando por su país? Se supone que tienen que pelear por su país, ¿por qué se están yendo?”, dijo Trump en un acto de campaña.

Hillary Clinton, Bernie Sanders y Martin O’Malley, los contendientes demócratas, se plegaron a la política de Obama.

“Rechazar huérfanos, aplicar un examen de religión, discriminar contra los musulmanes, cerrarle la puerta a todos los refugiados de Siria, eso no es lo que somos. Somos mejores que eso. Deberíamos hacer más para aliviar esta crisis humanitaria, no menos", dijo Clinton en un discurso.

En Homs, Hussam Al Roustom era dueño de un supermercado y una ferretería. En Jersey City, trabaja en una panadería. Sus hijos van a la escuela, su hijo mayor recibe tratamiento, y toda la familia toma clases de inglés.

“Mi vida ha cambiado. Durante cuatro años, mis hijos no fueron a la escuela ni tuvieron un parque”, afirmó. “Ahora tenemos un aliento de libertad.”

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