Nueva York

El debate de la pasada madrugada (hora española) se ha realizado en Las Vegas (Nevada) un estado con una fuerte presencia de hispanos, decisivos en la contienda por la Casa Blanca que se librará el año próximo. Organizado por la cadena CNN y Facebook, ha sido la primera ocasión en la cual los candidatos demócratas se han visto las caras frente a las cámaras. En dos horas de debate, ha habido varios consensos, sobre todo en inmigración y cambio climático. Los puntos de discusión se han centrado en Wall Street, el modelo de desarrollo de Estados Unidos, la política exterior y el control de las armas de fuego.

De los cinco candidatos en escena, han destacado Hillary Clinton y el progresista Bernie Sanders, que presume de 'socialista' en un país donde este adjetivo se considera peyorativo por asociarlo con dictaduras comunistas. Además de quienes lideran las encuestas, también han estado presentes el exgobernador de Maryland, Martin O’Malley; el de Rhode Island, Lincoln Chafee, y el exsenador por Virginia, Jim Webb.

Estas son las cinco claves que ha dejado el primer debate del Partido Demócrata en la campaña de las primarias para elegir a su próximo candidato presidencial:

1 – Hillary Clinton fortalece su candidatura

Aunque posicionada en el atril central como líder indiscutible de las primarias entre los cuatro hombres que se enfrentan a la hercúlea tarea de intentar arrebatarle el estandarte del Partido Demócrata, Hillary Clinton había llegado a Las Vegas debilitada por el escándalo de sus correos electrónicos sobre asuntos de Estado enviados desde su cuenta personal, que ha drenado la confianza que genera en los votantes. La arremetida de Sanders en las encuestas y en la recaudación de fondos la han forzado a moverse a la izquierda. Y en este debate ha ofrecido una actuación sólida, muy preparada, sin errores, en la cual ha desplegado todas las armas de su experiencia política.

“No somos Dinamarca”, ha dicho en respuesta a la sugerencia de Sanders de “mirar” a los países escandinavos. “Amo Dinamarca. Pero somos los Estados Unidos de América. Nuestro trabajo es frenar los excesos del capitalismo para evitar que pierda el control y cause las injusticias que estamos viendo en nuestro sistema económico”, ha completado.

2- Sanders consigue virar a Clinton a la izquierda

Convencido de que Estados Unidos necesita “una revolución”, Sanders ha ofrecido una buena actuación y ofrecido varias pinceladas de la retórica que convoca multitudes a sus actos de campaña. Esta vez, frente a una audiencia nacional. El senador por Vermont ha quedado mal parado, sin embargo, al entrar en discusión su posicionamiento en contra de los controles por las armas de fuego -ha justificado sus decisiones en que representa un “estado rural”-, pero ha sobresalido con su clásica embestida a Wall Street. Se ha mostrado convincente y cómodo, y casi ha conseguido equipararse a Clinton en el tiempo de intervención (28 minutos contra 31).

“El Congreso no regula a Wall Street. Wall Street regula al Congreso”, ha denunciado, en una de las mejores líneas que soltó durante la noche.

Sanders no ha logrado que su candidatura gane credibilidad frente a la maquinaria de los Clinton, pero el senador ya ha logrado empujar a Hillary Clinton a la izquierda y ha logrado que la regulación de Wall Street fuera uno de los temas más discutidos anoche.

3- La competencia será entre dos (o, a lo sumo, tres)

Ni O’Malley, que ha tenido un desempeño modesto, ni Lincoln Chafee o Jim Webb, que han dejado una impresión muy pobre y ningún momento para destacar, han logrado erigirse como retadores de envergadura para Clinton. No lo eran antes del debate, pero tenían una chance de meterse en la discusión, y claramente la han desperdiciado.

O’Malley ha ofrecido un cierre cándido, en el se ha preocupado por remarcar las diferencias entre el debate demócrata, muy civilizado y en el que se dieron varios consensos, con el del Partido Republicano. No se ha agredido verbalmente a las mujeres, no se ha atacado a los inmigrantes, ha señalado. Pero nada parece indicar que su candidatura tenga larga vida.

Clinton y Sanders han quedado así como los principales contendientes, a la espera de la decisión que tome el vicepresidente, Joe Biden, quien aún no ha anunciado si competirá.

Bernie Sanders junto a Hillary Clinton Lucy Nicholson Reuters

4- Adiós al escándalo de los correos electrónicos

Ha supuesto uno de los momentos más electrizantes del debate, y el que más mensajes ha generado en Twitter: el escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton se ha despedido de la campaña demócrata. Y no ha sido sólo obra de la ex secretaria de Estado, sino de su principal rival.

Ante la esperada pregunta por el escándalo, Clinton ha respondido que la gente no quería hablar de eso, sino de políticas, de los asuntos. Anderson Cooper, el moderador de CNN, le ha concedido entonces la palabra a Sanders.

“Creo que la secretaria tiene razón. El pueblo estadonidense está cansado de oír de tus malditos e- mails”, ha dicho, mientras giraba para mirar a Hillary. Aplausos, Hillary se ha reído y estrechado su mano. “Gracias. Yo también. Yo también”, ha contestado.

Chafee ha intentado mantener la presión sobre Clinton al afirmar que el próximo presidente debía tener “los mejores estándares éticos”. Cuando Cooper le ha ofrecido responder, Clinton ha dado una respuesta tan escueta como lapidaria: “No”.

5- Fuerte contraste con el Partido Republicano

En los papeles, se temía que el debate demócrata fuera aburrido en comparación con el espectáculo que ha ofrecido hasta ahora el Partido Republicano, con Donald Trump a la cabeza. Razones no faltaban: sólo habría cinco candidatos en escena, muchas coincidencias, y Hillary Clinton, pese a todo, era la gran favorita.

El debate ha sido mucho más civilizado que los ofrecidos y, por momentos, más profundo que los dos debates de los republicanos, en los que la gran cantidad de candidatos y su diversidad ha provocado mucho “ruido” y ha ofrecido escasas definiciones.

Además de los consensos ya mencionados -sobre todo en inmigración y cambio climático-, ha quedado en evidencia que, así como el Partido Republicano se ha movido a la derecha, los demócratas lo han hecho a la izquierda. En definitiva, no todas las noches se escucha a un Clinton afirmar “yo amo a Dinamarca”.