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La palabra cribado apareció de pronto en titulares, búsquedas y debates, como si hubiera irrumpido de golpe en la conversación colectiva. Ocurrió hace un par de meses, pero lo que nombra llevaba mucho más tiempo ahí: la necesidad de llegar antes, de mirar cuando todavía no duele, de anticiparse a una enfermedad que sigue marcando la vida de miles de mujeres.

El cáncer sigue dando miedo, pero las historias tras él arrojan dosis de realidad y esperanza. Desde el punto de vista profesional y desde esas narraciones personales que cargan de sentido la labor de todos aquellos que no paran de remar al compás de la brújula del futuro, nace esta pieza.

Bego Fonseca y Raquel Campoy son dos mujeres que lidian con este cáncer desde prismas muy diferentes. A la primera, investigadora oncológica además de profesión, eso sí, alejada de la variante de mama, le detectaron la enfermedad a los 34 años.

"Entonces estaba viviendo en Reino Unido. Fue de casualidad. El que era mi pareja fue a visitarme y fue él mismo el que me palpó un bulto", cuenta.

En ese momento, no se lo pensó dos veces y decidió regresar a España para tratarlo. "La primera reacción de los médicos fue un poco reticente porque, claro, yo 'era muy joven'", aclara. Sin embargo, explica que una vez le hicieron la mamografía, todo se aceleró. "Removieron Roma con Santiago para atenderme", explica.

El diagnóstico de Raquel fue tan impactante como el de Bego. Si a una le confirmaron su positivo con apenas 34 años, la otra dice que "ella lo supo el día después de dar a luz".

"No tuve ningún síntoma. Lo único es que estaba embarazada y me notaba una mama más grande y más dura que la otra. Lo achaqué a la subida de la leche", explica.

Todo se desencadenó cuando al tener a su hija, esta no cogía bien el pecho, algo que le notificó a la matrona. Esta le dijo que a la mañana siguiente la ginecóloga pasaría a verla. "Entonces fue todo muy deprisa. Ella vio que había un tumor importante y pasé a hacerme una ecografía. Ese mismo día, las caras ya decían 'cáncer'. Más tarde, además le comunicaron que era metastásico", cuenta.

"Es curioso, pero en agosto de 2019 me hice una mamografía. Quería quedarme embarazada y estar segura de que todo iba bien. Entonces estaba limpia y en 11 meses todo se desarrolló de forma explosiva. Al parecer, los casos en gente joven se suelen dar así", detalla.

Una imagen de la charla con Bego y Raquel en las instalaciones de la Fundación Cris Contra el Cáncer. Nieves Díaz

En este punto de la conversación las palabras 'cribado', 'detección precoz' y 'autoexploración' aparecen casi por combustión espontánea.

"No podemos estar todo el día culpabilizándonos de si hemos tardado o no en acudir al médico o si habríamos podido hacer algo antes. Quizás sería interesante valorar los criterios de acceso al cribado poblacional, porque sin duda es fundamental", comenta Raquel.

Bego señala la importancia de la autoexploración: "Es cierto que yo lo hacía, pero quizás no como debiera. Creo que todavía no hay suficiente concienciación al respecto. No hay por qué esperar a ver unos síntomas concretos. Si tuviéramos un listado al que aferrarnos, la historia sería diferente".

Aquí entran en juego profesionales como la doctora especializada en radiología Ana Delgado del Hospital HM Sanchinarro.

Al buscar la palabra 'cribado' en Google Trends —una herramienta gratuita que muestra la popularidad de ciertos términos de búsqueda a lo largo del tiempo y en diferentes lugares del mundo— hay un pico claro que se da a comienzos de octubre.

Fue entonces cuando los medios comenzaron a hacerse eco de la crisis de la sanidad pública andaluza al respecto que se inició, en realidad, a principios de 2024.

Imagen que refleja el interés de búsqueda de la palabra 'cribado' en los últimos 90 días, con un pico claro el 8 de octubre. Google Trends

Pero, ¿a qué responde este concepto? Se trata de una serie de pruebas diagnósticas que se le practican a personas aparentemente sanas para detectar enfermedades antes de que aparezcan síntomas.

En el caso del cáncer de mama, el proceso que se sigue es el de hacer una mamografía. "Hay dos tipos de cribado: el poblacional y el oportunista. El sistema sanitario de España realiza el primero, cada dos años, y aquí —en referencia a HM Hospitales— hacemos el segundo", comenta la doctora Ana Delgado, especialista en radiología del HM Sanchinarro.

"Estas pruebas se hacen con la idea de tener un diagnóstico precoz y, aunque depende de la comunidad autónoma, habitualmente el grupo de edad con el que se trabaja es el que ocupa el rango de los 50 a los 65 años", añade la profesional, que habla de su trabajo de forma apasionada, a pesar de la obvia carga emocional del mismo.

La radióloga Ana Delgado durante su entrevista. Sara Fernández

La radióloga explica que la segunda acepción, que es la que se pone en práctica desde su centro, se diferencia en que en estos casos es la paciente —ella habla de señora— quien se pone en contacto con ellos de forma voluntaria.

"Soy defensora de la sanidad pública, pero si desde nuestra posición podemos mejorarla, lo hacemos", dice honestamente.

Según la experta, hacer una mamografía disminuye entre un 25% y un 30% las posibilidades de morir por cáncer de mama. "El diagnóstico precoz tiene muchas ventajas: acceso a tratamientos menos invasivos, menos probabilidades de pasar por una mastectomía, menos quimioterapia...", aclara.

Los criterios

De las palabras de Bego y Raquel se desprende un cuestionamiento de a qué pautas debería responder el acceso a los cribados. En el caso de los oportunistas, queda claro el proceso, a petición de la paciente. Pero, ¿qué sucede con los poblacionales?

"Lo marca cada región. No es lo mismo vivir en una comunidad que en otra. Es una injusticia", declara de forma visceral Ana Delgado.

Esta misma temática también la discuten Bego y Raquel en su conversación, en la que trasladan que en su entorno hay mujeres que tienen que moverse geográficamente para poder acceder a según qué 'ventajas' médicas. "Es una vergüenza", sostiene Campoy.

De acuerdo a las informaciones de la radióloga, habitualmente estas pruebas se suelen hacer en el grupo de edad que va de los 50 a los 69 años, aunque en determinadas zonas del país se han comenzado a hacer ya desde los 45.

"Pero, ¿qué es lo que pasa? Nosotros —en referencia al trabajo que hace su equipo en el HM Sanchinarro— detectamos el 50% de los cánceres en ese grupo. Esta afirmación supone que estamos dejando fuera al 30%, que es el que representan las mujeres más mayores; y al 20%, las más jóvenes", comenta.

Gráfica que demuestra el dato arrojado por la experta. Sara Fernández

En diciembre de 2022, hace ahora tres años, la Unión Europea hizo una recomendación relativa a los cribados en la que aconsejaba bajar la edad de acceso a esta prueba diagnóstica. "¿Qué hacemos nosotros? Empezar desde los 40", especifica la doctora Delgado.

Por otro lado, de cara a este tipo de prácticas médicas, hay que tener en cuenta también el criterio de en qué grupo se encuentra la mujer. "Debería haber protocolos específicos según tu riesgo", señala la radióloga.

En el caso de Begoña, a raíz de su diagnóstico, diferentes familiares se sometieron a pruebas de cribado. "Tras mi positivo, cuatro casos más se detectaron en mi entorno entre 2017 y 2018", comenta. No obstante, el factor genético parece ser que no tuvo nada que ver en los mismos.

Bego y Raquel durante la conversación con Magas en el espacio de la Fundación Cris Contra el Cáncer. Nieves Díaz

Volviendo a los riesgos, el normal se corresponde con el poblacional. Es decir, la atención debería ser la que de forma estándar ofrece la sanidad pública: una mamografía cada dos años.

Por otro lado, está la clasificación intermedia, que, según la doctora, es la más difícil de definir. "Aquí incluyo, por ejemplo, a aquellas con antecedentes personales o familiares de este tumor, a gente con mama densa... Habría que verlo de forma individual", explica.

Respecto a los casos de riesgo alto, dice que siempre están muy claros. "A estas personas hay que hacerles un seguimiento con resonancias, entre otras cosas", detalla.

El proceso

¿Y cómo son los cribados y todo aquello que conllevan?, ¿cómo se abordan desde los centros médicos?

"Nosotros siempre aplicamos el mismo protocolo. En primer lugar, se hace una mamografía. En el caso de que haya una mama densa y heterogénea —aquella que tiene más tejido glandular y fibroso que graso. Implica mayor riesgo ante la posibilidad de padecer este cáncer—, se pasa a una ecografía, que es un proceso no invasivo", comenta la doctora Ana Delgado.

La radióloga revisa con atención una de las pruebas que atiende a lo largo de la jornada. Sara Fernández

Tras esto, a medida que se va valorando el riesgo de la paciente, se aumentan las pruebas a las que debería someterse. La experta hace hincapié en la tomosíntesis digital una evolución de la mamografía convencional que crea una imagen casi tridimensional de la mama a partir de proyecciones 2D—.

¿Y en el caso de que se detecte una anomalía? "Los equipos de radiología, seguimos en el proceso hasta el final. Le damos todo masticado al resto de compañeros", dice.

Tras eso detalla que se elabora un informe. "Cuando está listo, hablamos con las señoras", señala. Llegados a este punto, les explican la situación y cuáles serían los siguientes pasos. "Les contamos que las llamarán desde nuestros servicios para darles una primera cita, dependiendo siempre de los resultados del BI-RADS", dice la experta.

Parte de la aparatología de la que disponen en las instalaciones del HM Sanchinarro. En este caso, un dispositivo para hacer mamografías. Sara Fernández

Este sistema que referencia Breast Imaging Reporting and Data System— clasifica los hallazgos que se hacen en las pruebas iniciales. La gravedad se evalúa del 0 al 5, lo que indica el riesgo de sufrir este tipo de cáncer y cómo se debería actuar.

"Entre 0 y 2 significa que se necesitan más pruebas para dar un diagnóstico final, pero es algo normal. Si el resultado es 4 o 5, hay que hacer una biopsia. En estos casos, la señora siempre está con nosotros. Así le detallamos todo e intentamos ir a por la solución más sencilla y menos invasiva", explica.

"Nuestros pacientes salen desde radiología sabiendo qué es lo que hay que hacer y que van a recibir una llamada para explicarles todo lo necesario. El circuito es rapidísimo. Si hay un positivo, no toma más de cuatro o cinco días", comenta.

Más allá de la prevención

Tanto Raquel como Bego, a lo largo de la charla, destacan la importancia de los cribados y la detección precoz. Sin embargo, ¿qué lagunas ven en torno a este tema en el plano social? Muchas de ellas giran alrededor de la investigación.

"Creo que hay mucho desconocimiento cuando es clave para salvar vidas. Ahí está también la posibilidad de cronificar la enfermedad", dice la investigadora oncológica.

"Es fundamental abarcar tantas áreas como sea posible. Las que nos estamos muriendo, también queremos algo que nos salve. Estamos pidiendo que nos ayuden a vivir", cuenta de forma vehemente Campoy.

Ella también hace hincapié en que si bien es cierto que entre el 85% y el 90% de la población que sufre el cáncer de mama sobrevive, las estadísticas no deberían quedarse ahí.

"En realidad significa que a los cinco años esas pacientes siguen vivas, pero, ¿qué pasa después? Es un tumor con muchas recaídas. Le va a suceder a un porcentaje de entre el 25 y 30% y a la mayoría en forma de metástasis", señala en la conversación.

Por otro lado, está el aspecto de la calidad de vida tanto de aquellas mujeres que han superado la enfermedad como la de las que la padecen. "Yo no he tenido la regla en muchísimo tiempo y cuando me viene, no es de forma regular. Tengo dolores 24/7, pero no lo estoy recordando constantemente", comenta Bego.

Raquel destaca que ella, tras recibir tratamiento, se pasa hasta cinco días vomitando y para cuando se va a haber recuperado, vuelve a tener que medicarse. "Con el cáncer de mama metastásico esto es para toda la vida", explica.

Material de la fundación. Nieves Díaz

Un pilar importantísimo en la vida de ambas, y en su enfermedad, al igual que en la de muchas otras, es la presencia de organizaciones como la Fundación Cris Contra el Cáncer.

Una mirada al futuro

La esperanza para las pacientes de cáncer, para aquellas que lo sufren en España se detectaron 35.875 nuevos casos en 2024 según el Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer, lo que representa casi el 29% de los tumores diagnosticados en mujeres— y para las que lo tendrán, se encuentra en los profesionales, en la ciencia y la tecnología.

¿Cómo ve una doctora cuyo día a día trata de lidiar con esta dolencia el futuro?, ¿cuáles son los retos del cribado en nuestro país?

"Creo que algo fundamental sería ampliar los rangos de edad siguiendo las pautas que nos recomiendan desde Europa", comenta Ana Delgado.

Por otro lado, destaca de forma reiterada que hay que tender a la personalización de los seguimientos y de los tratamientos. "Las pacientes deberían ser conocedoras de su riesgo", dice.

Igualmente, habla de la importancia de tener presente a la inteligencia artificial en estos procesos. "Desde mi perspectiva, debería ser una herramienta de apoyo a la doble lectura —práctica mediante la cual son dos radiólogos los que comprueba una misma mamografía para aumentar la eficacia de la misma—", comenta.

"La sensibilidad de lo que hacemos ya es altísima, pero si la IA puede ayudar a mejorarla, adelante. Los avances en esta línea deberían ir en la dirección de aligerarnos el trabajo", destaca.

La doctora Ana Delgado junto a su equipo en el HM Sanchinarro. Sara Fernández

Hablar de cribados es hablar de futuro, pero también de presente y de memoria. De lo que se puede evitar y de lo que irrumpe sin aviso.

Las voces de profesionales como Ana Delgado y las historias de Bego y Raquel recuerdan que detrás de cada protocolo hay una mujer y una vida que, a pesar de todo, sigue adelante.

La detección precoz salva vidas, pero no lo explica todo: hace falta investigación, personalización y acompañamiento. Porque el cáncer de mama no termina en un diagnóstico ni en una estadística. Continúa después, en el cuerpo, en la cabeza y en la forma de mirar el mundo.