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Boticaria García no se anda con rodeos en su última grabación para Magas. La creadora de contenido en redes, además de farmacéutica, nutricionista y un largo etcétera, arranca la pieza preguntándole al espectador de forma directa si sabe escoger un buen turrón, una cuestión acorde a esta época, cuando los dulces típicos comienzan a invadir la sobremesa.

Y es que llega diciembre y las despensas se llenan de tabletas, pero pocas veces se sabe realmente qué se está comprando. Suele prestarse más atención a llenar los carros y tachar todo lo que hay en la lista que a otra cosa.

Para contestar de forma rotunda con un sí a la pregunta que sugiere, propone algo simple y efectivo: poner la lupa en la etiqueta, como de costumbre en estos casos. A partir de ahí, hay que desbrozar mitos, aclarar conceptos y aprender a distinguir lo importante.

La experta arranca con una regla mnemotécnica que, en sus palabras, puede parecer una tontería pero funciona: "El turrón de Jijona es el blando y el de Alicante el blanco".

La confusión habitual —¿blando o blanco?, ¿Jijona o Alicante?— se resuelve tirando de geografía mental. "En Alicante está la Costa Blanca, así que blanca, blanco, Alicante. A mí estas chorradas me ayudan", confiesa.

Pero tras este truco, pasa al quid de la cuestión. Advierte que no toda la variedad que atiende a cada definición puede llamarse Jijona ni de Alicante. Para hacerlo, las propuestas han de cumplir dos requisitos estrictos: elaborarse en su zona correspondiente y seguir las reglas de calidad marcadas por la Indicación Geográfica Protegida (IGP).

Partiendo de esta base, aclara que la clave para elegir un buen turrón está en la cantidad de almendra que el mismo contiene. Sin rodeos ni artificios. "Cuanta más tenga, mejor será", afirma. Y para no dejar lugar a dudas, enumera las categorías oficiales:

  • Calidad suprema: mínimo un 60% del fruto seco.

  • Extra: alrededor del 50%.

  • Estándar: aproximadamente un 40%.

  • Popular: puede bajar al 30%.

La graduación es sencilla y funciona como un semáforo navideño: cuanto más alto el porcentaje, mayor la calidad. No tiene mucha dificultad.

Por eso, propone un gesto consciente al acercarse al lineal del supermercado, ya que no es complicado dilucidar si se está apostando por la calidad o no.

"Cuando tengas la tableta en la mano, fíjate en la etiqueta", insiste. No se trata solo de leer rápido y meter en la cesta lo primero que se pille, sino que habría que detenerse unos segundos y dejar las prisas habituales de lado.

Comprobar si dice Jijona (blando) o Alicante (duro o blanco), no supone demasiado en ese momento, pero es mucho más interesante hacer el check a largo plazo. Verificar si la categoría es suprema. La que irá, como dice ella, "a tope de almendra", es un acierto.

De este modo, la divulgadora hace de una compra simple en apariencia un pequeño acto de conciencia en clave gastronómica. Y es que a veces, entre tanto brillo, mazapán y alguna que otra burbujita, resulta más complejo distinguir lo que merece la pena.