El kéfir se ha convertido en una opción cada vez más popular por todos los beneficios que su consumo tiene para quienes quieren disfrutar de una alimentación saludable. Esta bebida cremosa tiene mucho que aportar a nuestro organismo, contribuyendo a su bienestar.
Esta bebida fermentada está compuesta por un conjunto de bacterias probióticas y levaduras junto a azúcares, lípidos y proteínas, que se hace generalmente con leche de vaca, aunque es posible hacerlo con leches de cabra, oveja o soja.
Se trata de un producto rico en minerales como el fósforo y el magnesio, así como en vitamina K y proteínas de fácil digestión. Si es de elaboración casera, cuenta con más probióticos y mejora tanto sus propiedades como su valor nutricional.
Son muchos los expertos de la salud que destacan a esta bebida como gran fuente de probióticos, como el nutricionista Javier Sánchez, que defiende su consumo al considerar que es “un escudo biológico contra los efectos de la inflamación”.
El aragonés recalca que el consumo de kéfir está relacionado con una mejora en la permeabilidad intestinal, contribuyendo a disfrutar de una microbiota intestinal saludable al mismo tiempo que ofrece un potente efecto antioxidante que reduce la inflamación.
Los beneficios del kéfir para la salud
El kéfir tiene un amplio número de beneficios para la salud, entre los que se incluyen distintas propiedades de tipo fisiológico, terapéutico y profiláctico. Tiene muchos de ellos muy destacados, entre los que podemos destacar los siguientes:
Mejora la tolerancia a la lactosa
Los granos del kéfir poseen una enzima que ayuda a reducir el contenido de lactosa del producto durante la fermentación, lo que ayuda a la hora de mejorar la digestión y la tolerancia a la lactosa en adultos que han sido diagnosticados con esta intolerancia.
Efecto antimicrobiano y antiinflamatorio
El consumo regular de kéfir tiene efectos bactericidas sobre distintas bacterias como Helicobacter Pylori, Listeria o Salmonella, entre otras, pero además también tiene propiedades antiinflamatorias interesantes que hacen que sea muy recomendable su consumo.
Diferentes estudios han encontrado la presencia de compuestos antiinflamatorios en el kéfir. Además, la disminución de la permeabilidad intestinal puede tener un efecto sobre la respuesta inmune, para reducir y hacer frente a la inflamación.
Control de la glucosa
Los probióticos que podemos encontrar en el kéfir tienen una enorme capacidad para poder modular de manera positiva la composición de la microbiota intestinal, y de esta forma, reducir la permeabilidad intestinal.
Además, también reduce la inflamación, como ya hemos mencionado, y el estrés oxidativo, contribuyendo a mejorar los niveles de azúcar en sangre. Con un consumo regular de kéfir se puede disfrutar de este efecto sobre el organismo.
Efecto antioxidante
Diferentes estudios han evidenciado el efecto antioxidante que tiene el kéfir, si bien hay que tener en cuenta que es variable en función del tiempo de fermentación y la conservación. Este efecto reduce la concentración en el cuerpo de radicales libres.
Al tener esta característica, nos encontramos con que es una forma perfecta de prevenir y reducir la aparición de distintas enfermedades crónicas, un gran aliado para poder disfrutar de un mejor estado de salud.
Ayuda a prevenir el cáncer
La ingesta regular de kéfir podría ayudar a reducir el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer como el de colon. Todo ello se debe a un efecto protector que viene dado por las propiedades antiinflamatorias ya mencionadas.
Asimismo, hay estudios que relacionan su consumo con modificaciones en la composición de la microbiota intestinal y del sistema inmunológico, pueden ayudar con un efecto protector frente al cáncer de colon, de pulmón o de mama.
No obstante, aún tienen que seguir estudiándose para poder llegar a resultados más concluyentes al respecto.
Cómo tomar kéfir
Para preparar kéfir en casa no se necesita nada más que algunos nódulos de kéfir, tarros de cristal de boca ancha con sus respectivas tapaderas y una servilleta y una goma para cerrar el recipiente y que pueda respirar, así como leche fresca entera, desnatada o semidesnatada.
También se necesitará de un colador y un recipiente en el que recoger la leche kefirada. Es fundamental extremar las medidas de limpieza e higiene de estos utensilios, siendo recomendable que solo los uses para preparar el kéfir.
Asimismo, se recomienda evitar los utensilios de metal, incluido el colador, pues los nódulos y la leche kefirada poseen un pH ácido y pueden reaccionar con los metales. Lo mejor es optar por usar materiales de plástico para ello.
Teniendo esto claro, para elaborar el kéfir, los tarros de cristal se llenan de leche fresca a temperatura ambiente y se incorporan los nódulos de kéfir. Se cierra el tarro con una servilleta y una goma y se deja que repose y crezca en un lugar oscuro.
Si se prepara al mediodía, será posible consumirlo al día siguiente, cuando habrá que colar el kéfir y reservar los nódulos en un recipiente de cristal. El tarro con la leche kefirada se debe cerrar herméticamente y se guarda en la nevera, como si fuese un yogur.
Para conservarlo, se recomienda que, cada dos semanas, se laven bien los nódulos y el recipiente con agua tibia, no clorada, y dejarlos en agua mineral durante unas 12 horas. A medida que se usan, los nódulos, que no se venden, van creciendo.
De esta manera, cuando la cantidad es excesiva, habrá que retirar los sobrantes, que se pueden regalar a otras personas interesadas en disfrutar de este producto con tantos beneficios.