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Cada mañana, millones de personas comienzan el día con una taza de café. No importa el día de la semana, la hora o el tipo, los datos indican que el 76% de los españoles que beben café lo toman en el desayuno. El motivo está claro: es el momento en el que más necesitamos ese chute de cafeína y, además, cada vez es más evidente los beneficios de esta bebida para el organismo.

Un reciente trabajo publicado en Nutrients, relaciona el consumo de café con una menor mortalidad en general. Gracias a sus antioxidantes y compuestos polifenólicos, esta bebida podría tener efectos sobre el metabolismo del colesterol, sobre la sensibilidad de la insulina e incluso potencial para producir efectos anticancerígenos.

Sin embargo, a pesar de sus increíbles beneficios, los efectos del café pueden variar considerablemente según el momento del día en que se consuma, e incluso dependiendo de si se toma con el estómago vacío o no. De hecho, cada vez más expertos coinciden en que optar por esta bebida en ayunas tiene un impacto más intenso sobre el sistema nervioso —provocando síntomas como la ansiedad— y la salud general —afectando a aspectos como el bienestar gástrico-.

Por qué deberíamos evitar el café en ayunas

La cafeína y otros compuestos activos presentes en el café interactúan con el organismo de forma diferente según el contexto fisiológico en el que se introducen. Todos sabemos que no podemos tomar esta bebida por la noche, porque entonces provocaríamos insomnio o un peor descanso, pero además, si la tomamos en ayunas, puede incrementar el riesgo de ansiedad, acidez o desregulación del cortisol, explica Pablo Iglesias, osteópata y entrenador.

Uno de los efectos más relevantes de evitar el café en ayunas es la reducción de la ansiedad. La cafeína es una sustancia estimulante que actúa sobre el sistema nervioso central, y su consumo sin alimento previo puede provocar un aumento abrupto de la actividad cerebral. Esto suele traducirse en una sensación de nerviosismo, agitación o inquietud, y en algunos casos puede incluso desencadenar síntomas de ansiedad más severos.

En cambio, si bebemos café con comida en el estómago por la mañana puede ser después de desayunar, la absorción de la cafeína es más lenta y progresiva, lo que permite una respuesta fisiológica más equilibrada y reduce el riesgo de estos efectos adversos.

Además, el café tomado en ayunas puede elevar de forma más pronunciada los niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Durante las primeras horas del día, el cuerpo ya produce naturalmente una cantidad elevada de cortisol como parte de su ritmo circadiano.

Añadir cafeína en este momento puede amplificar esa respuesta, generando una sobreestimulación que no solo influye en el estado de ánimo, sino que también puede afectar otras funciones corporales, como la regulación del azúcar, el descanso y el apetito. De hecho, según informa Iglesias, tomar el café habiendo desayunado previamente "mejora la calidad del sueño".

Más allá de la ansiedad y el estrés, tomar café en ayunas puede afectar al bienestar gástrico. Una investigación del Centro Alemán de Investigación de Química Alimentaria de Garching, Alemania, relacionó el amargor del café con un aumento en la producción del ácido estomacal, empeorando así trastornos intestinales como el síndrome del intestino irritable (SII). Además, al aparecer esta acidez como efecto adverso, es desaconsejable tomar café en ayunas en casos de úlceras estomacales o propensión a las mismas, reflujo ácido o indigestión.