El final de año está siendo un auténtico despliegue de lujo real en las monarquías europeas. Después de las dos cenas de gala, con sólo unas semanas de diferencia, que colocaron a Letizia en el foco de la noticia, ahora es Kate Middleton quien deslumbra en Windsor con un estilismo que podemos calificar, sin duda, como el mejor de 2025.
Carlos III y la reina Camila ofrecieron el pasado 3 de diciembre el consabido banquete en homenaje al presidente de Alemania y su esposa, de visita oficial en el Reino Unido. A este fastuoso evento asistieron también los herederos al trono. La princesa de Gales, sin duda, fue la verdadera estrella de la velada: estrenó una tiara que nunca había lucido y un vestido imponente.
La elección de la diadema con la que ha sorprendido a todo el mundo tiene una razón clara, hacer un guiño a Frank-Walter Steinmeier como símbolo de unión entre los dos países. Algo muy común en este tipo de cenas, donde todo está medido al detalle a nivel de comunicación.
Como explica la experta en protocolo María José Gómez Verdú: "Las tiaras forman parte de un lenguaje silencioso de representación y cortesía internacional que comunica mensajes de respeto, continuidad histórica o afinidad política. En este sentido, la elección de una concreta no responde únicamente a una preferencia personal, sino a una intención simbólica cuidadosamente medida dentro del protocolo y la comunicación institucional".
Y exactamente eso es lo que ha sucedido. La diadema oriental de rubíes que luce por primera vez Kate está conectada precisamente con Alemania, ya que fue diseñada por el príncipe Alberto, de origen germano, en 1853, para regalársela a su esposa Victoria I de Inglaterra.
La elaboró la casa londinense Garrard&Co. y su diseño se inspira en arcos de estilo mogol que enmarcan flores de loto, con más de 2.000 diamantes montados en oro y ópalos que posteriormente serían sustituidos por las gemas actuales. Tras la muerte de la soberana fue declarada reliquia de la Corona para ser usada por las siguientes reinas de la generación.
Pese a su importancia, Isabel II sólo la usó en una ocasión, en el año 2006. Ahora, la princesa de Gales ha vuelto a darle protagonismo, lo que resulta curioso porque ella aún no es consorte real, por lo que, al menos en teoría, no debería haber lucido esta pieza.
Pero lo ha hecho, ensalzándola además con un look muy aplaudido. Ha estrenado un vestido azul de lentejuelas con capa de gasa firmado por Jenny Packham, unos pendientes de diamantes que pertenecieron a la abuela de Guillermo, la Orden de la Familia Real y la banda y estrella de la GCVO.
Carlos III y Camilia, junto al presidente alemán y su esposa.
Destacar que, como hizo la reina Letizia a principios de noviembre. Kate también ha llevado la tiara con el pelo suelto, algo que en su caso es muy habitual.
En la cena de gala, que ha estado presidida por los Reyes, Camila ha elegido el turquesa como color para su estilismo, con un vestido repetido de Fiona Clare y la tiara de la reina María. Como joyas, el conjunto de esmeraldas de Greville.
En cuanto a la primera dama de Alemania, Elke Büdenbender, ha deslumbrado con un original vestido negro con puños de color firmado por Talbot Runhof.
