Dos años y seis meses. En total, 915 días, con su sol y con su luna, con sus correspondientes cuatro estaciones, han tenido que pasar para que la reina Letizia vuelva a lucir tiara -lo correcto en España sería decir diadema- en una cena de gala celebrada dentro de los muros del histórico Palacio Real de Madrid.
Si bien es cierto, en abril de 2024, Su Majestad portó la conocida popularmente como la Rusa, realizada por el joyero Francisco Marzo para la reina María Cristina en 1886, en la visita de Estado que hizo junto al rey Felipe VI a los Países Bajos.
No obstante, la última vez que los tapices de Rafael Sanzio dispuestos en el palacio real más grande de Europa achinaron los ojos por el esplendor de los diamantes de una diadema española fue hace 30 meses exactamente. Esa maldición se rompe por fin.
La diadema que la joyería Carrera y Carrera regaló a Letizia con motivo de su boda con el príncipe de Asturias.
En la noche de este martes, día 4 de noviembre, los reyes Felipe VI y Letizia ofrecerán una cena de gala con motivo de la visita de Estado del sultán de Omán, Haitham bin Tareq al Said, a nuestro país. Una visita que estaba agendada para realizarse en mayo, pero que tuvo que ser pospuesta por el fallecimiento de la suegra del mandatario omaní.
Tras dos años y medio ausentes -en el plano de las tiaras-, la Reina desempolvará alguna del joyero, pero, ¿cuál es la única que le queda por lucir? ¿Es el momento de llevarla? ¿Cuál sería la adecuada y por qué? Para responder a estas cuestiones, Magas ha contactado con el experto David Rato, fundador de la cuenta especializada en joyas históricas llamada Spanish Royal Jewels.
"La única diadema que Letizia no ha lucido aún es una que la joyería Carrera y Carrera le regaló cuando se casó con Felipe de Borbón, entonces príncipe de Asturias. No es una gran joya ni está totalmente cuajada de diamantes. Es una pieza de oro con una filigrana de claveles. Una línea que en ese momento se vendía en Carrera y Carrera. Arriba tiene una hilera de diamantes y se remata con unas perlas", declara.
Y prosigue: "O sea, es una pieza delicada en términos de orfebrería, pero tampoco es una gran joya. De todas maneras, cuando Felipe y Letizia se casaron no se supo nada de este regalo. Fue años más tarde cuando la propia joyería dijo a la prensa que le habían regalado esa diadema a la entonces princesa de Asturias".
¿Es el momento adecuado de lucirla tras más de 20 años escondida? "Yo tengo muchas ganas de que la lleve, pero si ha tardado tanto tiempo es que quizá no le gusta o la está guardando para Leonor y Sofía. Yo la veo muy ponible para dos jóvenes princesas: es más sencilla, más delicada. Quizá piense eso también la Reina. Llevar algo nuevo en esta ocasión, en esta cena de gala... no lo creo. Las diademas que están en el joyero real son ya hiperconocidas. Sorpresas, de verdad, no las espero", indica Rato.
Como dato, a principios de la década de los 2000, cuando Carrera y Carrera hizo el regalo de la diadema a Letizia, Miriam de Ungría -antes princesa de Bulgaria y ahora princesa de Jordania-, trabajaba en la joyería. De hecho, llevó una diadema muy parecida a la boda de Federico de Dinamarca con Mary Donaldson. "El único cambio", añade Rato "es que la de Miriam no llevaba las perlas arriba. El resto, es idéntica: claveles, oro y diamantes".
Entonces, ¿por cuál se decanta este experto en joyas históricas? ¿Con qué diadema querría ver a Su Majestad la reina Letizia tras dos años? "A mí, personalmente, me gustaría que llevara la diadema Mellerio, que es la que la reina Isabel II le regaló a su hija, la infanta Isabel, por su boda. Sólo se la ha puesto una vez. Dicen que es la preferida de la reina Sofía", responde el experto interpelado por Magas.
Y continúa: "La emérita doña Sofía se la ha prestado una vez a la infanta Elena, una a la infanta Cristina y una vez a Letizia. También la infanta Margarita, su cuñada, la lució en una ocasión. Es la que más ha llevado la reina Sofía a lo largo de su vida. Me gustaría que Letizia la llevara para que renováramos esa imagen que tenemos de ella con la Mellerio, que es del año 2008 y se ve bastante antigua", señala este investigador.
La entonces princesa de Asturias con la tiara Mellerio en diciembre de 2007.
Y si no fuera la de Carrera y Carrera ni la Mellerio, ¿qué opción propondría él? "No podemos olvidar que van a recibir al sultán de Omán. Es un royal, y por tanto no va a elegir la diadema floral, por ejemplo. Quizá lleve la Cartier, que la echamos de menos y sólo se la ha puesto en una ocasión. Tengo muchas ganas de volver a verla", dice.
Cuando el sultán de Omán, tío del actual sultán, vino a España en 1985, regaló a la reina Sofía un aderezo completo compuesto de pendientes, collares y pulseras. Para sorpresa de todos, Letizia llevó esos pendientes, propiedad de su suegra, en un viaje oficial a Croacia en noviembre de 2022. El año pasado hizo lo propio en el viaje de Estado a Holanda.
"Le falta llevar las otras partes del aderezo: las pulseras y el collar, aunque sabemos que a la Reina no le gustan mucho los collares. Puede que el sultán de Omán sea tan generoso como lo fue su tío en su día y que le regale a Letizia alguna buena joya que esa misma noche luzca. Eso también podría pasar", fantasea David Rato con muy buen tino.
La reina Letizia en Croacia, con pendientes de la emérita Sofía regalo del sultán de Omán.
Pero, ¿por qué otras reinas europeas estrenan tiaras y recuperan joyas antiguas y Letizia prefiere mantener un perfil bajo en ese sentido?
"A Letizia le faltan ganas de jugar más con lo que hay, que es mucho. Por ejemplo, Máxima de los Países Bajos o la reina Mary de Dinamarca nos han enseñado que han recuperado joyas antiguas para lucir ahora. Tienen un plan y lo piensan y lo ejecutan. En el caso de Letizia parece más bien que se pone el uniforme -los pendientes de chatones y las pulseras gemelas- y ya está. Creo que no piensa mucho en sacar provecho de todas las joyas que hay. De verdad que el joyero de la reina doña Sofía es infinito", concluye Rato.
El enigma que rodea a la diadema Carrera y Carrera sigue alimentando la fascinación de expertos y aficionados a la realeza. Su diseño contrasta con el clasicismo de otras piezas del joyero real, lo que podría explicar su ausencia en actos oficiales. Aun así, tratándose de una joya con un valor simbólico tan personal, no deja de resultar intrigante que la reina Letizia no la haya incorporado en alguna de sus contadas apariciones con tiaras.
Así, esta tiara se convierte no solo en una joya inédita, sino en una pieza cargada de simbolismo y misterio. ¿Es una cuestión de estilo, de protocolo o de decisión personal?
Lo cierto es que su silenciosa presencia en el cofre de las joyas reales añade un matiz más humano y reservado al perfil público de Su Majestad la Reina. Mientras tanto, continúa la espera y quizá algún día, en un gesto inesperado, Letizia la luzca y desvele al fin el secreto que ha mantenido oculta esta joya durante más de dos décadas.
