A lo largo de los siglos, los atuendos de las reinas de España han fascinado por su opulencia, su simbolismo y su meticuloso detalle. Sin embargo, a pesar de los extensos retratos y crónicas que documentan sus apariciones públicas, sigue habiendo un halo de misterio en torno a esos vestidos majestuosos. ¿De qué telas estaban hechos? ¿Cómo se lograban esas siluetas? Y, sobre todo, ¿quién los confeccionaba? Esta última pregunta ha sido, durante mucho tiempo, una de las grandes incógnitas en la historia de la moda española.
Más allá de los nombres ilustres y de las apariencias en la corte, el verdadero enigma ha sido el papel invisible —pero fundamental— de los sastres y costureras que vestían a las mujeres más poderosas del imperio. Estos artesanos, muchas veces anónimos, eran los guardianes de secretos técnicos y estéticos que hoy apenas comenzamos a desentrañar. La historia ha tendido a pasar por alto sus aportes, relegándolos a notas marginales, cuando en realidad fueron piezas clave en la construcción de la imagen del poder.
Quien ha decidido iluminar esa zona oscura del pasado ha sido Amanda Wunder, historiadora del arte americana especializada en la España del Siglo de Oro. En su más reciente libro, La moda española en la época de Velázquez: Un sastre en la corte de Felipe IV (publicado en diciembre de 2023), Wunder se adentra en los archivos de la corte de los Austrias para descubrir los nombres, técnicas y redes de trabajo que hicieron posible el esplendor textil del siglo XVII. Su trabajo recupera la figura del sastre como agente cultural y político, clave en la elaboración de la imagen regia.
Con una mirada minuciosa y una prosa accesible, Wunder logra reconstruir cómo funcionaba la maquinaria de la moda en la corte de Felipe IV. Desde los encargos reales hasta las adaptaciones de tendencias extranjeras, su investigación revela cómo los sastres no solo respondían a los deseos de la realeza, sino que también influían en la estética del poder. Gracias a su trabajo, por fin los artesanos del vestuario real empiezan a ocupar el lugar que merecen en la historia de nuestro país.
Lorenzo Caprile, uno de los figurinistas más relevantes de España -y modista personal de la infanta Cristina e incluso de la reina Letizia en alguna de sus apariciones más aplaudidas-, ha sido la persona encargada de poner en contacto a Amanda Wunder con el Museo del Prado.
Gracias a él ha surgido una colaboración en la que la autora del citado libro desvela, desde la sala 12 de la bicentenaria pinacoteca, algunos detalles desconocidos de los atuendos de Isabel de Borbón, Mariana de Austria y la infanta Margarita.
Amanda es experta en arte y cultura española del siglo XVI y XVII y la descubridora del sastre de las reinas. “El hombre se llamaba Mateo Aguado y él era el sastre de cámara de las reinas de España desde 1630 hasta 1672. Estuvo 40 años trabajando como el sastre de las reinas de Felipe IV, Isabel de Borbón y luego Mariana de Austria".
Isabel de Borbón, que está en el cuadro va a caballo, luce un vestido increíble. "Es un traje de la década de los años 30 del siglo XVII. En las cuentas de Aguado se puede comprobar que esta prenda sí existía, expresa la historiadora ante la cámara del Museo del Prado.
Portada de 'La moda española en la época de Velázquez: Un sastre en la corte de Felipe IV', de Amanda Wunder.
"Mariana, con un vestido impresionante, negro y plata. Con las cuentas de Aguado aprendimos muchísimo, no sólo lo que vemos, sino lo que llevaba debajo del vestido. Debajo llevaba capas de falda en color rojo, que tenían propiedades saludables. Vemos un toque en las muñecas, las cintas rojas dan una pista de lo que hay debajo: metros y metros de seda roja. Esto suponía un gasto increíble de dinero", afirma la escritora.
Respecto a Las Meninas, cabe recordar que la infanta Margarita, la que aparece como protagonista, era la primera hija de Mariana de Austria y Felipe IV. "Este cuadro conmemora el momento en que la infanta es vestida por primera vez como adulta. Mercedes Llorente ha teorizado sobre Las Meninas, y las cuentas de Aguado confirman que, a principios de 1656, el sastre comenzó a confeccionar vestidos de estilo adulto para ella. Se trata de un vestido de adulta que Margarita llevó a la edad de cuatro años y medio", apunta Wunder.
Y prosigue: "Lo interesante de estas cuentas es que muestran cómo los niños de la realeza iban pasando del traje infantil al traje adulto de manera muy gradual. Primero, la infanta comienza a llevar el jubón (la prenda superior) y la basquiña (la falda), lo que marca el primer cambio. Al año siguiente, aparece una prenda menos formal que no se observa en los retratos: un vestido abierto por delante, que se sitúa entre el jubón y la basquiña".
"A los nueve años", dice Amanda, "empieza a usar un vestido más formal llamado saya entera, que incluye una cola. Aunque esta no se aprecia en los retratos frontales, sí es visible, por ejemplo, en los retratos de Isabel de Borbón. A los 11 años, comienza a usar corsé, que en aquella época se llamaba cotilla. En un retrato de 1655, cuando la infanta tiene 14 años, se observa que el guardainfante ha crecido considerablemente: es mucho más grande, más ancho en las caderas y más plano en la parte frontal, adoptando una forma muy distinta".
¿Y qué materiales llevaban estas prendas? "Las líneas que vemos en los retratos pueden parecer misteriosas, pero los documentos revelan que se trataba de tiras adornadas con encaje blanco importado de Francia. Era una decoración muy típica de los años 60 del siglo XVII", concluye la experta.
