Publicada

Con el alto precio de los alquileres y la compra de vivienda en las grandes ciudades, son muchos los que optan por residir en pueblos remotos o ciudades más pequeñas para así ahorrar algo de dinero, optando por trayectos más largos al trabajo.

En el caso de los inmigrantes, estos viven una situación parecida. Si llegan aquí en busca de mejores oportunidades, ahorrar es clave y por eso buscan viviendas más asequibles a la vez que trabajan en las grandes ciudades.

Un caso así es el de Kelly y Martín, una pareja de origen venezolano con dos hijas que juntos residen en Camarena, un pueblo de Toledo, mientras él trabaja en la construcción en Madrid.

Vivir en Toledo, trabajar en Madrid

El encarecimiento del precio de la vivienda en las grandes ciudades españolas, especialmente Madrid y Barcelona, ha impulsado a muchas personas a buscar alternativas residenciales en municipios cercanos.

En la última década, el coste del alquiler y la compra de vivienda en los centros urbanos ha crecido muy por encima de los salarios, haciendo casi imposible acceder a una vivienda digna dentro de la capital.

Como resultado, se ha producido un "éxodo urbano" hacia pueblos y ciudades del entorno metropolitano, donde los precios son más asequibles y la calidad de vida es percibida como mejor, con más espacio, tranquilidad y contacto con la naturaleza.

Para la población inmigrante, esta opción se ha convertido en una alternativa cada vez más habitual.

Ante las dificultades para asumir los elevados costes de vivienda en los barrios céntricos, muchas familias extranjeras se establecen en municipios periféricos, donde los precios son más bajos y la integración social resulta más sencilla.

Justo el caso de Kelly y Martín, inmigrantes venezolanos residentes en un pueblo de Toledo llamado Camarena y trabajando en Madrid. Su historia se pudo ver en Youtube (@La Blue Kombi) en un análisis sobre cómo los pueblos necesitan gente y en muchos casos son los extranjeros los que toman esos sitios.

"El único problema es el transporte porque son buses que no son continuos: pasa uno a una hora, el otro después de cierto tiempo", afirmaba Kelly sobre la situación de su marido. "Entonces, si trabaja en Madrid y tiene que estar a las 6 de la mañana, tiene que irse en el bus de las 5 de la mañana sí o sí. Si le deja el bus, tiene que buscar otro medio".

"Lo único complicado es el transporte porque el resto... Y no es tan complicado, porque sí hay buses, solo que hay que saber acomodarse", aseguraba.

En tema de servicios básicos, la mujer estaba muy contenta con la sanidad: "Los centros de salud son muy buenos, están las 24 horas. Han atendido a mi niña y sin problema. Pedimos cita y nos la dan, incluso nos dieron tarjeta sanitaria".

Después de su jornada de trabajo, Martín también tuvo aparición, donde compartió sus impresiones como residente de Camarena, un pueblo de la provincia de Toledo con tan solo 4.634 habitantes.

"La vida aquí es muy tranquila. En Madrid hay mucho más movimiento. Es más tranquila la vida. La gente es muy amable y sociable. Para mis niñas es mucho más tranquilo, pueden salir a caminar a la plaza", apuntaba el hombre.

Y, aunque viva en un pueblo tan pequeño, Madrid le ofrece oportunidades laborales con las que puede vivir mes a mes.

"Ahora mismo estoy trabajando en una obra", indicaba. "Un amigo me ayudó a entrar y estamos dándole. El tema del trabajo aquí es relativo, puede haber como que no. Vamos dándole. Aquí nos pagan por día, gano unos 60 euros diarios en la construcción. Me alcanza".

Así, la periferia de las grandes ciudades se está transformando en un espacio de convivencia entre nuevos residentes españoles y extranjeros que buscan una vida más equilibrada y accesible.