Publicada

Según datos del Ministerio de Educación, durante el curso 2023-2024 había en España un total de 58.540 estudiantes identificados como alumnos con altas capacidades y necesidades educativas específicas. De acuerdo con los expertos, la cifra puede ser aún mayor de aquellos que todavía no lo saben, ascendiendo hasta el 7% y el 10% de la población total, lo que equivale a cerca de un millón de niños.

Si analizamos los datos por comunidades autónomas, Andalucía concentra el 41 % de los alumnos con altas capacidades intelectuales (ACI), seguida de Madrid y Cataluña. En octava posición se sitúa la Comunidad Valenciana, donde reside Linette Coy, una alicantina que forma parte de los 1.152 valencianos identificados con altas capacidades.

La joven, natural de San Vicente, se enteró hace cuatro años de la situación gracias a una profesora de su instituto. Sin embargo, esto no cambió nada, así como no cambia en prácticamente ninguno de los casos: el sistema educativo español, a pesar de reconocerlos como alumnos con Necesidad Específica de Apoyo Educativo (NEAE), suele ofrecer una atención insuficiente.

Las altas capacidades en España

El concepto de Altas Capacidades Intelectuales se encuentra en la legislación española para definir a los niños que por su alto nivel intelectual necesitan de una educación especial para que puedan desarrollar al máximo su potencial.

Los colegios deben adoptar medidas de identificación, valoración y planes de actuación específicos, como la flexibilización del currículo o el enriquecimiento, aunque la aplicación y definición concreta pueden variar según la comunidad autónoma.

No obstante, en España solo se detecta un 2 por ciento de los niños que son superdotados. Y, si hablamos de niños con altas capacidades, tan solo el 10 por ciento. Por eso, sorprende cuando hay uno de ellos que se identifica.

Es el caso de Linette Coy. Durante su infancia en San Vicente, la idea de pertenecer al 7–10% de la población con altas capacidades era algo que nadie contemplaba. Ni ella, ni su familia, ni mucho menos un sistema educativo que durante años pasó por alto señales que, con el tiempo, resultarían evidentes.

Linette simplemente era esa niña que entendía las cosas a la primera, que dedicaba poco tiempo a las tareas y aun así obtenía buenos resultados, que hablaba de forma distinta y se interesaba por temas que sus compañeros no compartían. Una diferencia que, lejos de ser un motivo de reconocimiento, terminó convirtiéndose en un rasgo que la aislaba.

Fue una profesora de su instituto quien, en plena pandemia, comenzó a observar patrones en la alicantina. Había algo en la forma en que Linette razonaba, en cómo abordaba los ejercicios, en la velocidad con la que interiorizaba conceptos, que desató la alerta pedagógica.

Linette Coy, la alicantina con altas capacidades PILAR CORTES

Tras hablar con sus padres, inició un proceso que culminó con el diagnóstico: Linette tenía altas capacidades. Para la joven, que ahora acaba de cumplir la mayoría de edad, aquel descubrimiento fue más un acto de nombrar lo que siempre había sentido, especialmente en el colegio.

"Muchas veces se reían de mí por cómo hablaba y por lo que me interesaba. Pero luego, había compañeros que se aprovechaban de mí a la hora de hacer deberes", cuenta en una entrevista para el medio Información.

En este escenario, ni siquiera los profesores ayudaban. Aunque el sistema reconoce a los alumnos con altas capacidades como estudiantes con Necesidad Específica de Apoyo Educativo, las medidas aplicadas rara vez se traducen en una atención acorde a sus necesidades.

"Los profesores tienden a sentarnos con el niño problemático, a ver si así le ayudamos", explica. Aquella estrategia, lejos de resultar estimulante, terminó por desmotivarla profundamente, cuenta al medio citado.

La ampliación curricular que le ofrecieron tampoco cumplió su propósito. En lugar de un enriquecimiento intelectual real, "consistió en darme 50 ejercicios extras de lo mismo", lo cual sirvió únicamente para aumentar todavía más su desmotivación.

A pesar de estos obstáculos, Linette encontró un refugio en las letras, la comprensión lectora y la escritura, un hobby que arrastra desde que es pequeña y con el que, además, obtuvo la "marcación más alta" en test de altas capacidades.

Con el tiempo, esta afición y hobby se extendió hacia la psicología, carrera que estudia actualmente. "Siempre me ha interesado saber cómo piensan las personas y sus razonamientos interiores", debido a su propia experiencia de sentirse diferente a los demás.

Esa necesidad constante de actividad mental también la llevó a explorar el ámbito artístico. Linette nunca ha sido capaz de dedicarse a una sola cosa. En el Conservatorio aprendió a tocar el violín, mientras que en casa, de forma autodidacta, se enseñó a tocar el piano.

La música convivió con la escritura, la poesía y la pintura, disciplinas que alimentaron una creatividad que, durante años, el sistema educativo no supo canalizar. En su tiempo libre, continúa desarrollando estas inquietudes.