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"No entiendo por qué mi cuerpo tiene que cambiar y ponerse justamente ahora a acumular grasa. ¿No podía acumular dinero?". Esta frase bien podría decirla cualquier mujer en la cincuentena (o antes) que trate de nadar en el tsunami que es la menopausia.

Pero es una de las que aparecen en el nuevo libro de toda una experta en la materia, Tania Martínez, que vuelve a adentrarse en este terreno y en el de la amistad entre mujeres en No me regales rosas, prefiero margaritas con mucho hielo.

Cuatro amigas del instituto que se reúnen para celebrar sus cumpleaños después de muchos años sin verse. En todo este tiempo han pasado cosas: matrimonios, hijos que ya se han ido de casa, divorcios, amantes y algún que otro kilo de más. Comienza la terapia…

La autora acaba de publicar su segundo libro. Cedida

La autora de esta historia, que sacará una sonrisa a las menopáusicas (dejemos ya de usarlo como despectivo), tiene una larga trayectoria en la visibilización de esta etapa femenina. Pero antes se licenció en Economía, es experta en coaching con Inteligencia Emocional y PNL y lleva casi tres décadas trabajando como alta ejecutiva en el mundo corporativo, principalmente en empresas de medios de comunicación.

Nos visita en Magas en uno de sus constantes viajes a España, porque vive desde hace un tiempo en México.

¿Qué hace una economista como tú metida en este jardín?

También yo me lo pregunto… A la gente le tengo que explicar mi vida, porque también creen que soy periodista (llevo 25 años en la comunicación) y no saben por qué estoy en este mundo de mujeres y de menopausia.

Y todo empieza a raíz de la muerte de mi padre, que tenía Alzheimer. Empezó muy pronto con esa enfermedad, que es la misma que tiene Bruce Willis, a los 62 años. Yo entonces tenía 47, camino a los 50, y empecé a interesarme por saber qué podía hacer para que a mí no me pasara lo mismo.

Investigando descubrí que en el desarrollo de esta enfermedad no influye tanto el tema de los genes, sino que es mucho más relevante el estilo de vida. Había unos estudios que decían que la bajada tan drástica de estrógenos es lo que hace que las mujeres padezcamos más Alzheimer y dolencias cardiovasculares.

Y escribiste un libro titulado '50 a mis espaldas y a mí me importa un bledo'.

Fueron unas notas para mí que al final acabaron publicándose. A partir de ahí me apasioné mucho por el tema de las mujeres, siento que se lo debía un poco a mi padre. Ese periodo de entre los 45-50 hasta los 80 y cómo nos tenemos que cuidar durante el proceso sigue siendo algo tabú.

Fíjate que ha aumentado mucho la esperanza de vida, pero no sabemos cómo debemos afrontarlo a nivel de salud, qué tratamientos tomar, etc. Me he dado cuenta de que con mujeres en menopausia no se ha investigado nada; todo se hace con hombres.

¿Qué pasa? Que con nosotras tienen que hacer más puntos de investigación por los diferentes ciclos por los que pasamos y eso sube los costes, así que siempre nos han olvidado un poco.

¿Qué cosas descubriste que no sabías durante el proceso?

Pensé que muchas enfermedades que nos afectan eran al 90% genéticas, que te tocaba y punto. Pero no, influye al 80% cómo vives y yo tenía la típica vida de tantas: comer mal, correr de un lado para otro, trabajar hasta las mil, no había hecho ejercicio nunca… De repente, me di cuenta de que tenía que hacer lo que estuviera en mi mano, mirarme al espejo y cuidarme más.

¿Y qué cambios introdujiste?

Nada radical, tampoco puedes pretender de pronto convertirte en modelo o en un monje budista y pasarte el día meditando. Yo cambié mi alimentación, bajando los hidratos, reduje el alcohol, porque impacta mucho en los estrógenos, y, sobre todo, empecé a hacer deporte, que es fundamental.

Me fui a un nutricionista, cogí un entrenador personal, empecé a ponerme las pilas y mi mundo cambió bastante. Hay que seguir las pautas de los que saben. En los años 80 estaba de moda el aerobic y lo cierto es que para las mujeres a partir de los 45 con síntomas de perimenopausia o menopausia el cardio incrementa el cortisol, así que debes entrenar fuerza.

Y también empecé a respirar bien, porque lo hacemos por la boca al menos cinco horas al día y eso provoca que entren muchas toxinas que te inflaman. Hay que inspirar por la nariz.

Estamos muy preocupadas por cuidar la 'carrocería' con retoques estéticos, pero ¿debemos mirar más hacia adentro?

Entiendo que la gente quiera verse bien porque favorece la autoestima, pero con límites. No se trata de operarte y operarte. Está muy bien ponerse Bótox, pero me da rabia que no te des cuenta de que debes cuidarte por dentro. Si no miras hacia el interior, eso se acabará notando a todos los niveles.

Nos quedan 30 años para vivir y para hacerlo bien, porque de otro modo no vale la pena.

Tu segundo libro que acabas de publicar, 'No me regales rosas, prefiero margaritas con mucho hielo', me parece fundamental para acabar con esa idea tan extendida de que las mujeres somos más rivales que amigas. ¿Cuál fue tu propósito?

Quería sacarle un poco el punto a esas conversaciones que todas tenemos a partir de los 45 o 50 y poner en valor lo importante que es ese círculo de amigas para nuestra vida y nuestra salud interior, porque a veces nos falta darnos cuenta de eso.

Hay estudios que dicen que los hombres cuando se quieren desestresar, un buen polvo es básico para ellos, pero para las mujeres lo que funciona es una buena charla con amigas. Tenemos diferentes maneras de gestionar nuestro cortisol y nuestras emociones. Para nosotras ese círculo íntimo es terapéutico.

La divulgadora y 'coach', posando en Madrid, Cedida

Y, sin embargo, esa rivalidad está algo presente en las protagonistas de tu libro. ¿Es una herencia patriarcal que aún debemos superar?

En efecto, cuando la protagonista del libro se va a reunir con sus amigas de la infancia, piensa: "por favor, que no estén mejor que yo". Su preocupación es qué se va a poner y qué van a pesar de ella. En el fondo, es verdad que nos han criado en una cultura muy machista.

Está detrás también el tema de que las mujeres deben estar perfectas. Si no eres guapa, no destacas, no te quiere… De hecho, es un poco también la base de esa menopausia o cuando cumplimos los 50: ya no eres válida porque empiezas a envejecer.

Eso no pasa con los hombres. Es muy complicado siendo mujer quitarte la presión estética, con las canas, los tacones, la maternidad… Y siempre digo que la diversidad enriquece, siempre con ciertos límites, porque parece que hemos llegado al 'todo vale' aunque no sea saludable.

La menopausia poco a poco deja de ser tabú, ¿hay una revolución femenina para darle voz?

Creo que sí, en el libro sale este punto también. Yo cuando tuve la menstruación, era como un secreto en el colegio, no querías que nadie lo supiera, no podías hacer gimnasia, ni ir a la piscina… Pues somos las mismas de la regla de entonces, las que estamos liderando este cambio.

Pero sigue habiendo mucho tabú. Hace dos años lideré un congreso de menopausia e incluso mis amigas me dijeron que no pensaban aparecer por allí, porque decían 'no quiero que me vean como una menopáusica'. Aún es un término peyorativo.

¿Por qué no podemos hablar con normalidad de esta etapa?, ¿de la edad? Hay mucho edadismo con las mujeres también.

¿Qué es lo mejor a partir de los 50?

Yo he descubierto cosas maravillosas, como que pasas más de determinados temas y puedes mandar a la mierda un poco a la gente con mayor facilidad. Y eso tiene que ver con las hormonas también.

Cuando empiezas con la regla, los estrógenos son hormonas cuidadoras y al finalizar el ciclo fértil ese instinto se desvanece un poco y pasas a priorizarte a ti, a vivir tu momento y a ser un poco egoísta, que está muy bien.

El sexo y la menopausia es otro básico que también abordas sin tapujos.

Es que tampoco se hablaba de la libido antes. Venimos de una generación en la que no es tan normal hablar de sexo. Yo incluso el mundo de los vibradores lo descubrí hace poco, porque tienen un punto de salud.

Esa parte es sensible y tienes que irrigarla habitualmente para que pueda venir el flujo sanguíneo. Si no, se acaba atrofiando e incluso hay determinados tipos de cáncer que pueden venir de ahí. Esa zona tiene que estar en funcionamiento, ya sea con otra persona o contigo misma.

Lo de la bajada de la libido es algo que muchas veces ni siquiera puedes comentar con tu pareja. Nos gusta el sexo, como a ellos, pero queremos tenerlo en condiciones. Para ellos hay la viagra, ¿y para nosotras? Falta información.

Llevas un tiempo viviendo en México, te mudaste por el trabajo de tu marido, ¿has encontrado mucha diferencia cultural en temas de mujeres?

Muchísima. De hecho, he llorado bastante. En determinados círculos solo trabaja el hombre, ellas se dedican a cuidarse… Pasar de trabajar a una rutina de ir a pilates y poco más fue complicado para mí. También me ha hecho pensar en lo importante que es ser independiente financieramente, y de hecho es un tema que planteo para un próximo libro.

Es necesario para ser libre.

Claro, yo veo a algunas mujeres de mi entorno y pienso que no pueden permitirse el que su marido quiera separarse. Prefieren su bolso de marca y sus viajes, pero… ¿Qué pasará si las dejan?

Y, curiosamente, es una tendencia que en España también es popular entre algunas chicas jóvenes…

Sí, me lo dice mi hija, que tiene compañeras, que lo que quieren es casarse y que un hombre las mantenga. Mi padre me inculcó toda la vida mi independencia para que pudiera decidir. Tu salud y tu dinero son dos puntos básicos para la vida.